viernes, 17 de diciembre de 2010

Nanotratado sobre Bolaño



Además de aleccionar a la raza humana, aportar soluciones, defender un nuevo orden vexilológico, y hablar de los problemas de las inteligencias artificiales generadas espontáneamente, este blog sirve a los fines de verter opiniones sobre gustos e inclinaciones.
Hoy toca hablar del último escritor, del hombre que llegó tarde al siglo XX.

“2 de noviembre: He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral”.
Empieza así Los Detectives Salvajes, de Roberto Bolaño.

Mi primer encuentro con Bolaño fue frío; Tercer Reich. Como tenía muchas expectativas en el autor chileno, esta obrita, publicada post mortem, me decepcionó. Vale, Bolaño es grandísimo escritor, conciso, elegante, irónico… Ambientar la historia en una megapartida de tablero en el decadente mundo de la costa de Blanes, me pareció material de primera. Pero poco más, como sea que me resulta muy fastidioso leer entre líneas y barruntar metáforas, Tercer Reich no va a ningún sitio.

Envidioso que soy, me alegré. Otro mediocridad más. Y me olvidé de Bolaño. Así hasta que di con un documental de la tele catalana y quedé fascinado. Viéndole enfundado en tres jerseys, tecleando un vetusto ordenador con olor a miseria, en un cuartucho húmedo de un bajo costero. He aquí al artista, el come-libros, el que apuesta a "literatura o nada" y ni se inmuta cuando le dan las seis de la mañana y en la ruleta sigue saliendo nada, nada, nada de nada...

Conmovido, decidí darle una segunda oportunidad.

Y no saben lo que me alegro.

Los Detectives Salvajes es un retrato generacional a partir de un catálogo de jóvenes con ínfulas artísticas que verán como la vida les va derrotando de modo implacable tirando a sardónico. Hasta ahí el rollo va de cómo la realidad se ceba en un grupito de ilusos hasta convertirlos en papilla.

Y sin embargo, y paradójicamente, la victoria final. ¿Acaso os pensáis, gilipollas del mundo, que la vida os respetará por no practicar la desmesura? No, la vida hará lo que único que sabe hacer, papilla humana. Frente a esa certeza, la alternativa de Bolaño es luchar sin cuartel (sin darlo ni tomarlo), empeñado en el único final aceptable; el momento en el que, a la vista de tu cadáver, Madre Literatura dirá a la humanidad: Aquí entrego otro cuerpo al Parnaso, hay que joderse lo peleón que me salió este Bolaño. No creáis que no me ha costado quebrarlo.

Y lo que suele pasar en estos casos, una historia brutal.

En 1997, mientras Papiascaro apura sus últimos chinos de heroína, en su bajo húmedo de Blanes Bolaño reconstruye el pasado común. Voy a contar lo que pasó y lo haré tan bien que tú y yo dejaremos de ser zombies de la vida para devenir lo que en realidad somos: héroes literarios. Luego moriremos, tú primero y yo después, para terminar nuestras vidas como elenco de un libro.

Así que importa un carajo si a la novela le sobran tantas o cuantas páginas o si la arquitectónica de la novela es sensacional. Bolaño nos está explicando -espléndidamente- una epopeya multifoco de una generación a caballo entre los hippys y el punk. El apasionante éxodo de los "sudacas" colgados que aterrizaban por España a finales de los 70 hambrientos de Europa. Ilusos, pensaban que el viejo mundo sería menos mezquino que el nuevo. O ya ni siquiera eso. Y lo cuenta en clave literaria. Metaficción. Visto con la debida distancia, Bolaño es mejor que Proust en resucitar literariamente. Bastante mejor.

Este es un libro de victoria por la derrota.Y pienso en otra genialidad muy pero que muy parecida (pero en absoluta tan sincera, en absoluto tan ecuánime y veraz). Este juguete que nos legó el botarate de Terenci Moix, El Sexe dels Ángels, retrato generacional visto desde el lado opuesto, la "derrota en la victoria" de un arribista cultural. Grandísima novela. Como grande es también el tercer referente, el Vila-Matas del Mal de Montano y su, continuación, Dublinesca, esta vez "derrota en la derrota sin más y muerte de la literatura".

Literatura sin cuartel. De eso va Los Detectives. Tan buena novela que no sé si leeré nada más de este héroe -Bolaño-, un mártir literario por propia voluntad. Creo que lo dejo aquí. Digamos que en sus últimos años, Bolaño aún alcanzó a gozar de fama y fortuna. Pero como que le daba igual.

Ahora bien, si alguien puede explicarme qué hay detrás de la ventana le estaré sumamente agradecido.

2 comentarios:

francissco dijo...

una epopeya multifoco de una generación a caballo entre los hippys y el punk. El apasionante éxodo de los "sudacas" colgados que aterrizaban por España a finales de los 70 hambrientos de Europa. Ilusos

No conocía de nada a este señor, pero esta epopeya/migración también me ha sorprendido por lo desconocida que parece ser, casi impensable.

Siempre se pensaba en la clásica huida de Españoles hacia Argentina por la querra y tal, pero no cabe duda de que los tiempos siguieron avanzando.

Sr. IA dijo...

Por algún lado debí asomar Rayuela, claro... otro referente...