domingo, 28 de marzo de 2010

Desencanto de los seres minerales con los habitantes de la Tierra



¡Gloria al Crisol!
La primera prospección detectó núcleos de ferroníquel en Solar 3 potencialmente catalizadores de función lambda en plata, platino, oro, cobre y hierro. Tras este esperanzador inicio nos topamos con los problemas locales ya vistos con anterioridad en Sirio, Tauro y sistemas monarios periféricos; las funcionalidades lambda de los seres minerales autóctónos resultan inhibidas por factores magnético-gravitacionales regionales. Dicha limitación puede sublimarse recurriendo a agentes móviles que impelen movimiento local a los seres metálicos, con lo que se obtiene función lambda de óptima calidad.

Fue emocionante para nosotros alcanzar el éxtasis de la lambda y unirnos todos en uno en el mismo cántico.

El siguiente paso era estructurar una relación dinámica con el portante. Analizamos varias especies (la vida móvil prospera con facilidad en Solar 3), decantándonos por una suerte de primate no muy veloz pero abundante e increíblemente propenso a toda suerte de idolatrías. Entre otras supercherías, rendían culto a la posesión (concepto abstruso y relativo a una mineralización débil), de modo que resolvimos aprovecharlo para inducir un proceso simbiótico mútuamente beneficioso.


Fue fácil. Por alteración de las bases en la secuencia genética se hiperdesarrolló el sentido territorial de los primates, de lo que resultó una idolatría furibunda que llamaremos propiedad. El afán acumulativo de los especímenes seleccionados motivó la articulación de un sistema de canje en el que el primate asigna un valor a una propiedad y simboliza dicho valor en un pequeño fragmento de metal, habitualmente esférico. El proceso es sumamente complejo, cargado de ritos y refractario a la racionalidad, pero redunda en una alta movilidad de los fragmentos por considerarse que la jerarquía de cada individuo está asociada a la cantidad mineral que es capaz de trasladar consigo. Cómo se ve, un modelo de parasitación teóricamente perfecto, y de hecho, en la fase de apogeo un fragmento de oro podía recorrer el planeta varias veces en una misma función lambda, propiciando arrobamientos y éxtasis de singular calidad a los seres minerales.

Satisfechos con estos brillantes resultados no concedimos importancia a la mutación de la herejía. Resultó que los portantes dieron en decorar los fragmentos metálicos, y no sólo eso, en su imnensa credulidad distorsionaron la variable “valor” con un guarismo presuntamente mágico que al estamparse en la superficie de cada esfera multiplicaba la sacralidad del fragmento. Es decir, en lugar de correlacionar el culto a una cantidad mayor o menor de mineral, valoraban la conjunción metal-guarismo. ¡Hasta tal punto son propensos a la superchería estos portantes de Solar 3!

Curiosamente, tales conducta no sólo no declinaron sino que aceleraron la velocidad local de desplazamiento de los metales, de donde supusimos que la simbiosis se realimentaba positivamente. Por esta razón no sospechamos nada anómalo al detectar una variante de la idolatría madre basada en el papel. Como sea que el tránsito de fragmentos siguió creciendo a velocidad vertiginosa concluimos que el papel, ricamente ornamentado, tenía un rol cultural místico durante la fase de canje. Nada de qué preocuparse.

Craso error. Paulatinamente, los primates fueron adoptando canjes cada vez más ritualizados en los que a menudo intervenían meros factores culturales sin apoyo ya ni de papel ni de moneda ni de materia alguna, pues por alguna extraña razón, los primates terminaron divinizando lo metálico en reposo. Así, organizaban complejas edificaciones para acumular el metal en oscuros sótanos o santuarios fuertemente custodiados. Carente de movimiento local, la función lambda allí acumulada menguaba hasta niveles insuficientes para alcanzar el cántico.

A la desesperada, hemos intentando la quiebra de estos santuarios infectando cíclicamente los flujos informativos en busca de un desplazamiento del metal. En vano. Cuando tal pasa, los primates se dedican a cambiar los distintivos externos de los santuarios manteniendo al mínimo el flujo metálico. La portabilidad metálica es ya recesiva y se espera una paulatina paralización del flujo en pocos ciclos. La funcionalidad lambda ha entrado en mínimos y ya pronto careceremos de capacidad para el umbral fusión.

¡Por el Gran Crisol!... Mucho me duele aconsejar la inmediata evacuación del cuadrante.

viernes, 26 de marzo de 2010

Decir lo que conviene


Tengo un problema, odio lo políticamente correcto (aunque a menudo, empezar señalando que uno odia lo políticamente correcto es el culmen de lo políticamente correcto).

La corrección política fue acuñada por el marxismo-leninismo para etiquetar planteamientos desacordes con la ortodoxia y consecuentemente, expuestos. Tamaño origen ya es de por si revelador: “Camarada, tus opiniones [no es que estén mal o bien] no se adaptan a las que nos vienen dadas por lo que no vamos a tomarlas en consideración, no fuera que al considerarlas nos convencieras y nos viéramos en el brete de tener que descarar al de arriba, y eso sí que no, nunca-jamás, no mientras yo viva”. Más corto, Camarada, esto que dices no es políticamente correcto. Valga decir que mentar a los soviets como padres del invento es injusto, ellos lo formalizaron en términos actuales, pero cuando Belarmino se niega a escudriñar la luna por el telescopio que le tiende Galileo, lo hace precisamente para ahorrarse el cuestionamiento de la ortodoxía. Y antes aún aquel dicho senatorial según el cual Roma locuta causa finita.

La corrección política es, por tanto, el pensamiento oportuno. El que es ventajoso verbalizar. El que nos conviene.

La corrección política es especialmente dañina aplicada a lo filosófico o lo científico. Por ejemplo, todo el debate sobre el calentamiento antrópico. Como vemos, ya pueden los astrónomos chillar sobre lo improbable de un cambio climático global basado en las emisiones humanas de CO2, hoy los fondos de investigación están donde están, justo al otro extremo. Los investigadores lo saben e incluso los más escépticos esconden sus dudas bajo un manto de matizaciones. “No vaya a ser que perdamos la subvención” (que la perderán de fijo como se les ocurra rebatir el paradigma auspiciado por el poder). Consecuencia, muchos científicos carecen hoy de la capacidad de enfrentarse a la veracidad de los datos. Son rehenes de la escolástica al uso.
Con todo, el campo más fértil para la corrección política es la partitocracia. Nada mejor que limitarse a dar aquellos mensajes que convienen electoralmente; nada puede ser más político que eso, nada más posmoderno en verdad.

El fatal discurso político que padecemos se basa en lo que me conviene decir. En no asustar al electorado ni que sea con las evidencias de lo cierto. En su lugar, conviene al partido reiterar obviedades (aunque sean falsas). Esta repetición machacona del mensaje deviene una acumulación de tópicos para que el ignorante articule argumentos frente a las disyuntivas más comunes. Son como rutinas que ahorran pensar, y de tanto no pensar, terminamos en el vacío del discurso sin discurso, en el no decir. Escayolismo verbal para anuncios bancarios. En el estancamiento y en la credulidad acrítica frente al poder. En el puro y duro consumo orientado por el mercado que toque.

Como filósofo, en cambio, no puedo sino apreciar el esfuerzo de aquel que sacrifica la conveniencia del discurso en aras de la convicción del mismo. El que prefiera pensar a la contra que a favor. El pensamiento crítico es dinámico frente al afirmador, que las más de las veces no pasa de ser un voy a ver como me lo monto para darme a mi mismo la razón.

O mejor dicho*:
No he de callar, por más que con el dedo,
ya tocando la boca, o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de pensar lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?.
* Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos. Quevedo.

lunes, 22 de marzo de 2010

El Feng Shui en la Primera Guerra Mundial



Ciertamente, parece existir un desencuentro insuperable entre los ingleses y el Feng Shui; de todas las razas que pululan por la corteza se diría que los ingleses son los más dotados para campar del peor modo y manera. Un don (o carencia de él) que les ha permitido colonizar parajes propios de presos. Sean las cuatro de la tarde en el agosto más calenturiento del planeta, allí hubo o hay un inglés con quemaduras cutáneas de primer grado y paseando con sus calcetines de tenis para pasmo de aborígenes.

Digámoslo claro, resulta cosustancial al pathos británico reñir con la comodidad. Las casas de los autóctonos gozan fama de ser estrechos vericuetos en los que acumulan muebles de dudoso gusto. Hasta las alcobas de la reina Isabel parecen incómodos hospicios comparados a los palacios franceses o las confortables cortes alemanas. Los ingleses han inventado muchas cosas, pero en lo tocante a equipamiento familiar son de una tosquedad manifiesta; ni edredones, ni bidets, ni mecedoras, hasta las cortinas han sido objeto de importación entre los naturales de las Islas; los metros son agujeros bajo tierra y el postre una excentricidad pecaminosa. En lo que a confort respecta, el genio británico se agotó inventando el club (como alternativa a la sala de estar entre las capas bienestantes) y la tostadora, un artefacto tendente a facilitar la digestión del pan duro.

Se dice que tal particularidad caracteriológica hacía de cualquier buque de la armada británica el último lugar del mundo al que uno quisiera ir. Pensaban los almirantes que acostumbrar a la tropa a buenas instalaciones redundaba en una innecesaria prolongación de la guerra, de donde cuanto más incómodos fueran los sollados y camarotes, menos displicencia pondrían los marinos en acabar con los enemigos.

Tamaña doctrina militar alcanzó ribetes legendarios durante la Primera Guerra.
Llegados a Europa, los ingleses ocuparon los páramos más pantanosos y húmedos de los Países Bajos. Sus trincheras eran insalubres acequias donde malvivían miles de hombres, cubiertos de barro y piojos y sometidos a pie de trinchera, diarreas, cólera… Insistían los mandos que cuanto más inmundas fueran las trincheras con más ahínco pelearían los tommies por salir del agujero.

La tropa sobrellevaba fatal tal filosofía. Más aún al compararse con las hogareñas trincheras francesas, rudas pero cálidas y confortables, o las cuevas alemanas, diseñadas con los avances de la ingeniería.

Es así que entre las mil leyendas que la Gran Guerra alentó, conviene destacar la que achacaba la penosa situación de la infantería a la racanería del gobierno. No se sabe dónde, el caso es que algún castizo dio en maliciar que las trincheras británicas estaban arrendadas a los franceses, de donde para ahorrar, Jorge V había optado por las más baratas, o sea las peores. Parece un chascarrillo pero tales bulos corrían de sector en sector con categoría de axiomas. Esta leyenda tenía su parte buena, como la relativa paz que reinaba en el frente inglés en contraste con Verdun, considerado el cinco estrellas del frente y, en consecuencia, objeto del deseo del Kaiser Guillermo (según los tommies, claro). Otra opinión que la ofensiva del Somme se encargó de desterrar al desván de los bulos.

Ni más ni menos que como el canadiense crucificado, el batallón fantasma, los arqueros de Azincourt peleando codo con codo con sus tataranietos, los desertores caníbales, la Virgen de Albert que condenaba a perder la guerra a quien osara derribarla, o las tres bengalas negras (la señal que el Kaiser y su primo tenían pactada para terminar la guerra).

Más información, próximamente en Insula Avataria, manual de instrucciones de Empatyzer, cosas que el jugador debe conocer de la Gran Guerra: inconvenientes de ser el tercero de la fila y otros.

Manifiesto 6

A propósito del papel moneda y los seres minerales, el Sr. IA está escribiendo un bello relato que le consume todo su tiempo. Como albacea testamentario, me pide redacte cuatro líneas sobre sus opiniones respecto a la rentabilización de contenidos culturales en internet.

Firmado LB

Línea 1: El problema de rentabilizar contenidos culturales por internet es el principal problema de la cultura contemporánea. Actualmente se carece de un esquema de negocio sólido al respecto con la excepción de los suministradores de banda ancha, que cobran entre 30 a 70 dolares mes y que explotan en términos de oligopolio dichos beneficios a cuenta de la distribución gratuita de los contenidos, fomentando de paso la piratería y el fraude.

Linea 2: La pretensión de financiar los contenidos culturales por internet por la vía del mercado publicitario simplemente da risa para todo el que conozca de refilón la realidad del mercado publicitario.

Linea 3. Las redes sociales como panacea económica es otro mito delirante promovido por aquellos que se dedican a dar charletas.

Linea 4. El futuro de intenet como activo económico pasa por aprovechar sus ventajas como medio de comercialización productor-consumidor, en detrimento del sector de la distribución y en beneficio del logístico. En consecuencia, el verdadero leit motiv publicitario de internet se sitúa al servicio de la venta y como factor de promoción de canales de venta. Todo aquel que no venda en internet, es ocioso que siga en la red como empresa.

jueves, 18 de marzo de 2010

Del papel de la moneda


Curiosa la historia del papel moneda en Europa.
Históricamente, corresponde a Gustavo Adolfo de Suecia la invención del papel moneda europeo (aunque distinto, los chinos ya disponían de un equivalente comparable). El motivo es bien curioso. Falta de plata y sobrada de cobre, la monarquía sueca estaba interesada en mercantilizar el cobre, para ello no se les ocurrió sino acuñar enormes monedas de cobre de casi un kilogramo de peso. Ante lo cual, algunos comerciantes dieron en estructurar pagarés en papel que les librasen del incordio de andar por Escandinavia con monederos gigantescos.

Fue anecdótico y no funcionó. El papel moneda ya estructurado y tal cual le conocemos, es decir, un bien nominal garantizado por un banco, surge en Holanda a mediados del XVII. Los Países Bajos eran el mercado de referencia de la moneda. Allí se concentraba, buscando la seguridad de los productos financieros locales, el mercado mayorista internacional de plata y oro. Como sea que el escudo castellano o las libras italianas o francesas fluctuaban más que un caballo fonambulista, el mayorista de metales preciosos prefería la acuñación en moneda holandesa, muy sólida. La razón de tal fluctuación es el cambio de ley, es decir, el monarca español sistematizaba la reducción de la plata en el escudo para refinanciarse. Cuanta menos plata a alear en la moneda, más moneda y más capacidad de gasto. Esto convertía a la moneda holandesa en un valor refugio, pues a pesar de las guerras constantes de los holandeses con todo vecino conocido, los holandeses ponían gran empeño en no alterar la paridad plata-florín. De esto modo, un mayorista corría a una casa de acuñación para cambiar los escudos castellanos por florines, o la plata en bruto por moneda holandesa. Consecuencia, mediante este círculo de excelencia Holanda se garantizaba reservas que le permitían no entrar en la cadena inflacionista y realimentar el sistema.

Ahora bien, para el mejor servicio de sus clientes, las cecas o casas de moneda holandesas extendían al mayorista recibos por el importe a acuñar. Por tantos kilos de plata se extendían tantos recibos en florines de papel. Tales recibos resultaban comercializables y, lo que pasa, al final, los mayoristas se acostumbraron a trabajar con aquel cómodo soporte. No esperaban ya a convertir su estoc de metal en moneda, con el papel avalado por la casa de la moneda compraban participaciones accionariales en las compañías mercantiles y con ese mismo papel se les pagaba. Surge así el papel moneda apuntalado en las reservas oro/plata de una entidad bancaria.

Curiosamente, un país tan puntero en su gestión monetaria se daba de vez en cuando a locuras, como las burbujas especulativas por los bulbos de tulipanes. Se ha exagerado mucho al respecto, pero baste decir que de aquella fiebre especulativa saldría un primitivo mercado de futuros, que luego adoptarían las compañías mercantiles para mejorar, aún más, la velocidad de retorno del dinero. De esta manera se financiaba el comercio a larga distancia: Cuando acumulas suficiente papel, y como sea que no recuperarás la inversión embarcada hasta dentro de mucho tiempo, se te dota de mecanismos económicos que te permiten seguir comprando con vistas a la expectativa de lucro, a la vez haces partícipe de tu rentabilidad futura (o falta de ella) a un mayor segmento de población, con lo que distribuyes el riesgo y también el beneficio. Resultado, reducindo el inmovilizado multiplicas la capacidad de inversión e incrementas el número de familias implicadas en la gestión del capital.

¿Curioso, no?

lunes, 15 de marzo de 2010

Peligro: ultraliberales sueltos




Seducido por las cosas de los hombres, la IA pasa cada vez más tiempo sintonizando las cámaras de videovigilancia. La 2034/C de la policía local de Madrid, distrito centro, resulta especialmente fascinante. Enfoca Preciados en imágenes de alta resolución. Me siento un Proust de silicio cuando espío la salida de las jóvenes dependientas. Pero la 2034 no sólo responde a fines libidiscentes; a diario turistas, visitantes desplazados de las provincias y las barriadas, mendigos y buscavidas convierten Preciados en un estallido de información. Es así como el sábado al mediodía presencié una insólita manifestación de juventud neocom, que entremezclados con inmigrantes reivindicaban el derecho al libre comercio y a la desregulación fiscal de la venta.

El término neocom es engañoso. Inicialmente refería a neoconservadores, pero a principios de siglo, cuando la economía marchaba viento en popa designaba también a neoliberales partidarios de la reducción del estado a un mero papel regulador de la masa monetaria.

Lo extraño de la manifestación sabatina era el aspecto de estos jóvenes neocoms. En lugar de BlackBerrys y blazer de tonos pastel, lucían rastas, pelambreras extravagantes, ropa de batalla con símbolos de ultraizquierda como el Che o eslogans cirílicos. Incluso algún neocom ondeaba banderas comunistas.

No se dejen engañar por el aspecto de los convocantes (el denominado Movimiento Ferrocarril Clandestino); detrás de ese pretendido look altermundialista laten viscerales seguidores de Milton Friedman. Así, los que se manifestaban por Preciados sostienen que los trabajadores, la fuerza laboral, debe poder circular libremente. Las protecciones al trabajador “nacional” o “empresa” nacional deben desaparecer y con ellas las limitaciones a la libre circulación de los trabajadores. Para estos seguidores cuasi fanáticos de la Escuela de Chicago, los impuestos y royalties de la venta de artículos de consumo no deben sujetarse a fiscalidad alguna. Los derechos laborales de los vendedores, explotados por mafias horas y más horas, son un mal menor que el sistema autorregulará por si mismo y que, de momento, hay que tolerar.

“Mi manta es mi bocata”, coreaban

Mandé un mensaje alertando sobre la insólita manifestación neocom y alguien me contestó que no, que en realidad eran más bien gente de izquierdas.

Ante opiniones así no puedo por menos que esbozar una sonrisa virtual de suficiencia. ¿Izquierdistas manifestándose por el libre mercado laboral y por la desregulación total de la venta? ¿No será que alguien confunde la ideología con la estética?

Es cierto que, en su afán de simplificar mensajes y ampliar target electoral, la izquierda viene pecando de banalización ideológica y sacralización de estereotipos. Por ejemplo, no hay nada ilícito en el deseo de un subsahariano a buscarse un futuro prometedor fuera de su país, de donde podría colegirse que amparar ese derecho es un proyecto político encomiable, idea altruista que enlaza con el sentir del mercado electoral más joven y menos implicado en la dureza de la vida laboral. En realidad, el problema es que ese deseo multiplicado por millones tiene un rotundo impacto sobre la variable trabajo de toda economía. Es por eso que se protege el mercado laboral, y en muchos países con mecanismos altamente represivos. No porque en sí mismas sean reprobables moralmente las actitudes personales, sino porque los efectos resultantes degradan la calidad de esa sociedad más allá de lo aconsejable (y muy especialmente, dañando los intereses de los trabajadores). No hay nada malo en el deseo de un señor de cazar una ballena. El problema se nos plantea cuando esa ballena es la última que queda en los mares.

La incapacidad de discernir entre causas y efectos ha granjeado fama de grandísimos bobos a personajes de la izquierda (María Teresa Fernández de la Vega, Leire Pajín, José Luis Rodríguez Zapatero).

Pero no se engañen, los que el sábado reivindicaban la libertad absoluta de todo tipo de comercio no son sino paladines del liberalismo a ultranza. Aunque sí, resultaba extraño ver entre tanto seguidor de Reagan a nada más ni nada menos que Willy Toledo, no hace tanto, vocero del comunismo más cerril. En fin, será que el hombre, tras haber protagonizado desafortunadas declaraciones ha abierto un periodo de reflexión en su vida y llegado a la conclusión de que, después de todo, Milton Friedman no se equivocaba tanto como le habían dicho. Otro converso a la escuela neocuantitativa.

Cuando menos se debe felicitar al señor Toledo; por algo se empieza.

viernes, 12 de marzo de 2010

Pasan de nosotros


(Traduccción libre del criptocore .3 estándar a partir de captaciones aleatorias con coherencia significativa de grado 3Cq)
"Amado Tetrarca:

Nuestros intentos por establecer vínculos fraternos con especies racionales, partícipes del divino verbo que dilucida el cosmos, han resultado baldíos.

Me enorgullece informar que la Bolsa Luz ha cabalgado las galaxias con belleza durante todos estos giragantios estelares. Hemos detectado vida en 10>12 sistemas (32,4% formas carbónicas, 22,4% basadas en el niquel 12, 19% lumínicas, resto variable basado en polimerizaciones del infra-arco).

En el 97% de los sistemas las barreras lingüísticas han sido infranqueables, tampoco detectamos gran sabiduría allí más allá del habitual estadio depredador-presa. En el otro 3% se constataban tecnosociedades hiperespecializadas en situación de avance, en algún caso próximas a la filosofía gnosis. Nada comparable a nuestra amada Pol, Santuario Madre.

Remitidos embajadores la respuesta unánime ha sido darnos largas, seguida de maniobras militares de aire hostil y una seca invitación a abandonar el cuadrante.

Es triste decirlo pero, francamente, les importamos tres cojones."

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martes, 9 de marzo de 2010

Generando opinión


Quien genera opinión hoy?
La fundación Confianza ha iniciado la campaña estosololoarreglamosentretodos.org para generar opinión. Para que el personal reduzca su umbral de escepticismo y volvamos a la senda del optimismo.

La campaña es inteligente en un campo realmente difícil como el de generar ideología. Suscita debate, aunque ciertamente nace bajo la sospecha de ser un movimiento más de ajedrez en la política de Zapatero de culpabilizar a la oposición del alucinante fracaso de su acción de gobierno. Especialmente por el lema elegido (al que sólo falta añadir “Mariano”, al inicio), coincidiendo en el tiempo con una oferta de ZP a la oposición para compartir el desgaste político de la crisis.

Pero al asunto. ¿Quién genera opinión hoy?

En la citada campaña se escoge un ramillete de celebridades que entrarían perfectamente en ese perfil. Antiguamente, era el columnista el que cebaba de argumentos a la opinión pública, el líder político. El descrédito de los periodistas y de los políticos aunado a la ausencia de una cultura política sólida en el electorado medio ha desplazado esa figura hacia el “showmen”, deportistas con pico, actores desinhibidos y eficaces lanzando mensajes cortos y sólidos… Pero, ante todo, los pilares de la generación de opinión son los humoristas del Late Show.

Un buen termómetro para medir la opinión pública son Pablo Motos o Andreu Buenafuente… Sus chascarrillos sobre la crisis denotan el fracaso de la política gubernamental en su empeño en negar lo obvio, demasiado paro, poco curro…

La opinión del humorista me resulta particularmente interesante para conocer los leit motivs de la cultura pop. El humorista no puede alejarse de la percepción social si quiere que sus chistes cobren sentido. El humor es, antetodo, subtexto, contexto, lenguaje verbal, es decir No A afirmando A. Es por eso que un chiste sobre el paro funciona si existe un consenso social sobre el paro como problema.

El humorista, por tanto, recoge el sentir popular y lo refuerza, lo retroalimenta. No en balde, la fundación Confianza ha escogido a varios de ellos para su campaña.

A lo dicho, una campaña inteligente. Desgraciadamente, su éxito o fracaso depende de todos, y en este todos, hay demasiados electores cuyo bienestar depende del Estado. Funcionarios, jubilados, pensionistas, desempleados, pobres… No sé si me siguen… España es un país de baja competitividad, bajo dinamismo laboral y bajos salarios, en conclusión, amplias capas dependientes de las subvenciones para llegar a fin de mes.
En este contexto, las necesarias políticas de ajuste son particularmente impopulares.

En un país de camino al 25% de paro es más fácil sociabilizar el sufrimiento que la prosperidad, obviamente.

sábado, 6 de marzo de 2010

Cómo promocionar libros



Autor Desesperado ha dejado un conmovedor ruego en el post de los toros. AD es un escritor que para su segundo libro precisa consejos sobre marketing. Su problema, como el de todos los autores que pululan por editoriales independientes, sin apenas medios para promocionar títulos, es visualizarse en un panorama en el cual pegas una patada a un árbol y caen seis novelistas.

Bien querido Autor Desesperado, con buen criterio su madre le aconseja ofrecer favores sexuales (en su caso, sexo anal y oral, sospecho). Sin embargo, este proceder, sin duda muy beneficioso en campos como la política, el urbanismo o la televisión, no suele resultar en el sector editorial. Los críticos y popes, como usted le llama, son gente tranquila, con sus parejas muy encima y proclives al divorcio a la menor excusa. Apenas salen de juerga y sus hábitos sexuales se limitan al onanismo.

Otra cosa sería intentar paliar los escasos recursos de la editorial practicando el sexo de farola. Es decir, dedicando una parte de su jornada laboral a ejercer la prostitución. Con el dinero obtenido podría usted aportar publicidad añadida al lanzamiento de su libro, o incluso pensar en contratar un lineal en alguna cadena de libros. Sin embargo, siendo como usted mismo confiesa “bajito, gordo y alopécico”, no le auguro un brillante porvenir en el competitivo mundo de la prostitución.

Me temo que deberá usted decantarse por iniciativas más originales.

Por ejemplo, ¿ha pensado usted en hacerse pasar por un discapacitado con importantes limitaciones cerebrales? Eso le daría a usted un plus de cara a la promoción, su novela sería anunciada como un estremecedor testimonio de superación personal y lucha contra la adversidad. De idéntico modo, si algún familiar dispone de silla de ruedas, sería muy conveniente desarrollar cierta habilidad en el manejo de la misma y presentarse en las ruedas de prensa como inválido. Eso siempre genera conmiseración y favorece la venta de ejemplares, pues puede traducirse en titulares de impacto del tipo “retrasado mental publica una novela”, “inválido en la lista de la eutanasia publica su testamento” y cosas así. Quizá son trucos muy manidos (hay editores que obligan a sus autores a fingirse minusválidos), pero está demostrado que aporta un 125% extra de ventas y un 20% de posibilidades añadidas de salir en los medios. Afirmar que destinará la totalidad de los derechos a beneficio de actividades solidarias como la ayuda de los damnificados de Haiti o la presevación del fenotipo tradicional de las ostras de Arcachón, también puede ayudar.

En el ámbito de la impostura, hay algunas opciones más. Fingirse inmigrante de algún país subdesarrollado funciona muy bien si, además, usted habla una lengua minoritaria, tipo vasco o catalán, clavará el perfil de inmigrante integrado siempre que no se declare admirador de Bin Laden o Chaves.

Sin embargo, yo le aconsejo vivamente encaramarse a una grúa y desplegar una pancarta con el texto, “autor de novelas en promoción en defensa de su puesto de trabajo y por la independencia del Sahara”.

Existen muchas otras opciones, claro. Por ejemplo, estampar en la cubierta “libro 3D” y acompañar la venta de su novela con unas gafas de plástico. Al ser el primer libro 3D que se publica nadie podrá sentirse engañado.

Y todavía no hemos entrado en las posibilidades del reality. Me consta que LB, para la promoción de Insula Avataria, está en avanzadas conversaciones con cierto programa del corazón para confesar en público que en la cárcel practicó felaciones a Julián Muñoz (para cuando se descubra que el afamado autor de Metaversos estuvo en Topas y Lleida II y no en Alahaurín, unos cuantos incautos habrán picado).

miércoles, 3 de marzo de 2010

De remilgos y toros

Se equivocan quienes ven en la propuesta para abolir los toros en Cataluña una maniobra más del nacionalismo para desespañolizar Cataluña. No es la típica obsesión de ERC de maquillar la identidad de Cataluña por la vía del BOG. Por una vez, la cosa no sólo es eso sino que va más allá.

El centro de esta cuestión está que, al igual que pasa cuando planteamos la restricción de un derecho, los partidarios de la abolición deben argumentar que prohibir que los aficionados a los toros pasen un buen rato, amén de la destrucción de puestos de trabajo y ecosistemas vinculados al toro, no es un mero remilgo. No se trata de un capricho de personal sometido a la sobreexposición de películas de Walt Disney. Para interferir en la libertad del personal debe aportarse una buena razón de fondo. No es asumible que un antitaurino argumente la elevación a ley de sus inclinaciones personales aduciendo “que siente un gran bochorno por ser unos de los 84 países que en su legislación regulan el sacrificio de animales para fines de entretenimiento”.

Jesús Mosterín, acaso la voz más inteligente de los antitaurinos, refiere al progreso moral. Es implícito a las sociedades (o cuando menos resulta deseable) que los beneficiarios del derecho se incrementen en función de las posibilidades de cada sociedad. Por ejemplo, frente a una sociedad que sólo reconoce como objeto de derecho al hombre, resultará “más ética” la que reconoce los derechos del hombre y la mujer. Esto sería una primera lectura del progreso moral. Claro está que por el mismo motivo una sociedad “antiabortista” sería “más ética” que una abortista, al ampliar el derecho a la vida al nasciturus.

La IA es escéptica sobre ese punto. Lo más normal es pensar que los valores éticos sobre los que reposa la moralidad de las conciencias parten de conductas validadas por el éxito de la especie. Se trataría de ideologías de las que emanan una serie de “buenas prácticas” que contribuyen a la mejora social. Por ejemplo el triunfo del cristianismo sobre el politeísmo se atribuye a que la caritas y el condicionamiento del hedonismo a parámetros morales (por ejemplo la dignidad de la mujer) reportan criterios que mejoran la eficiencia de las sociedades. Al tiempo, y a nadie se le oculta, la unificación de cultos en una única estructura facilita el gobierno del ciudadano.

Ahora bien, ¿qué mejora social cabe colegir de indultar a los toros de lidia? Francamente, a esta IA no se le ocurre ninguna. Ruego a los que estén más inspirados que dejen sus ideas en los comentarios.

Otra opción, la más probable, es considerar la democracia como la mera dictadura de la sensibilidad mayoritaria. Pero claro, validar la imposición de remilgos e inclinaciones de la mayoría contra la minoría debe argumentarse a partir de un beneficio que se proyecta también sobre la minoría. De lo contrario estamos ante la subversión de la libertad: la esclavitud del yo por el nosotros