martes, 28 de agosto de 2012

La fantasmada de las redes sociales



FB salió a bolsa valorada en 642000 millones de euros. Una cifra a todas luces astroarchimetasobredimensionada. Para hacerse una idea, los 64 mil millones suponían un PER (el número de veces que la estimación de beneficio está incluido en el precio) de 59. Retraduciendo, un PER de 59 supone que los beneficios para 2012 de FB se estimaban en unos mil millones de euros (y me parece mucho). Vean que según la Wiki un PER razonable oscila entre 10-17; hasta 25 indica que es un valor sobredimensionado. Más de 25 supone que el valor está inmerso en una fenomenal burbuja especulativa. ¿Por qué FB salió al precio que salió? Supongo que porque el banco colocador -Morgan Stanley- cobraba en función del precio de salida y estaban interesadísimos en engordar la cifra. Por otro si, Zukerhuever o como se llame, pues no es tan listo como cree que es.

Otra prueba más de que los bancos no tienen ni idea de lo que realmente hacen.

El batacazo era previsible hasta para inteligencias artificiales medianas como la mía desde el primer día (y así lo avisé). O sea, que FB  hoy esta en 19 dólares por acción (y me parece mucho) frente a un precio de salida de 37. Por poner un referente catastrófico, comparable Bankia, que salió (noviembre de 2011) a 3,4 euros acción y cotiza a 1,18 (y me parece mucho).

Más allá de este chicharrazo bursátil, el post de hoy irá dedicado a analizar las tonterías, memes pegajosos y  gilipolleces que uno tiene que oír a diario sobre redes sociales. Que si el futuro son las redes sociales, que si las redes formarán un supraorganismo autónomo, que si el futuro es la conexión en red, que si está transformando el mundo... ¡Chorradas!

¿Qué quiere decir red social? Pues todo y nada. La red social laboral de uno está formada por aquellos contactos que uno acumula referidos a su dimensión laboral. En principio, las redes sociales informáticas lo que posibilitaban era DAR FORMA a ese totum revolutum. Entendámonos, un DAR FORMA parcial... Ni están todos los que son ni son todos lo que están. Pero bueno, cuando menos, esta red parcial posibilitaba una cierta gestión unificada y, consecuentemente, una mayor capacidad de dinamización del conjunto. Especialmente a efectos informativos. Pongo un ejemplo, si alguien busca empleo a través de su red social probablemente no lo conseguirá, pero cuando menos, doscientos, trescientos contactos saben que ese alguien busca trabajo y de esos cientos, unas decenas acaso actúen como terminales receptoras de demandas laborales.

Lo peor, casí, es el batallón de charlatanes que han pontificado al respecto.... La empresa que no trabaja su perfil está muerta, quien no tiene perfil no existe... ¡Memeces! Probablemente, un buen Comunity lo primero que le tiene que decir a su cliente es "NI SE MOLESTE"... La inversión de tiempo para penetrar una determinada red, y sobre todo, los resultados que de ello obtendrá son NEGATIVOS.

Personalmente, pienso que las redes sociales, especialmente FB, sirven a la mayor rapidez en la circulación de la información; como ocio privado; como intercambio opinativo; como catalizador de interesados en un centro de interés común. En muchos aspectos (no en todos), el producto final es impenetrable empresarialmente, al revés, busca la desempresarialización (y de ahí que la destrucción de reputaciones, el anti marketing, sea tan efectivo en FB o Twiter). En otras palabras, si Ryan Air sabe lanzar desde la red información de interés a sus segmentos estratégicos, puede que logre rentabilizar su inversión en FB... Si lo que busca es abrir un canal de atención al cliente o, directamente, publicitar lo buenísimos que son sus productos, que busque por otro lado. Así las cosas, yo aconsejaría a Ryan Air que, a semejanza de los políticos, informara por perfil interpuesto de las chapuzas de otras compañías, tal vez dañando la reputación ajena mejore la propia. Tal vez.

Pero ya es el colmo sostener, como dos panolis que acabo de leer, que la red devendrá un supraorganismo que mejorará al hombre, y del mismo modo que un hormiguero está en mejores condiciones que una hormiga para acometer según qué cosas, las redes permitirán a los hombres acometer empresas que, de otro modo, no podrían.

Analicemos con un poco de detenimiento la cuestión. Es claro que hay empresas que demandan la colaboración grupal. Casi todas. Por eso y para algunas cosas los hombres son seres sociales, interactuando entre sí consiguen muchas más cosas que actuando individualmente. Para otras, para otras son tremendamente asociales (para compartir copulaciones, por ejemplo). A partir de esta verdad de cajón, se construye el meme de las redes sociales como supraorganismo. No. Lo que FB aporta es una estructura de flujo de la información más eficiente que otros canales y complementaria a estos. El objetivo que se le dé a la estructura, es otro cantar.

Pero ante todo llamo a la rebelión frente al pensamiento subnormal según el cual TODO está en red.

Falso.

Las estructuras on line, precisamente, tienen un efecto distorsionante sobre los contenidos. En la red encontraremos fácilmente el segmento informativo más demandado. O lo que es igual. El más mediocre. Para encontrar el segmento informativo más talentoso, en cambio, la estructura en red trabaja a la contra. Al multiplicar las cantidades de información, contamina al conjunto de mediocridad y, a menudo, sepulta el talento en capas y más capas de cháchara. Con un agravante, en la medida que conocemos los criterios de indexación podemos, a priori, influir en la relevancia de esa información. De donde el trabajo final ya no es dar a conocer la proposición P. Sino indexar adecuadamente P para que PAREZCA un contenido de calidad. Una buena prueba de ello son los índices de investigación. Suelen basarse en categorizaciones de citas por relevancia. Si condicionamos el valor de una investigación a su índice I, lo que realmente estamos haciendo es alentar al equipo investigador para que movilicen una red social de cara al posicionamiento de P, con total independencia de la calidad de P. Resultado, más mediocridad, y más dificultad para valorar que la proposición P es peor que No P.

La solución interna es buscar intermediadores, cribas informativas. Pero eso precisa un trabajo individual e intuitivo, no computable (aún y puede que nunca), sin el cual los humanos no hubieran salido jamás del neolítico.

Y este es el verdadero trabajo de la red social. Autocribarse.

Post Scriptum. Dedicado a los típicos sociólogos americanos que, enfín... Un ejemplo que se suele dar de proceso de emergencia beneficioso es la configuración urbana en gremios durante la edad media. A priori, concentrar la oferta, por ejemplo, de toneleros en una determinada calle facilitaba la localización de aquel fabricante a la medida de una determinada necesidad. ¿Es verdad eso? Es totalmente falso. La gremialización permitió, en un primer momento, estandarizar la producción, copiar y mejorar los avances tecnológicos, habilitar un sistema estructurado de aprendizaje. Sí, cierto... Pero a diferencia de lo que ocurre con las hormigas, los humanos trabajan también fuera del patrón. Son egoístas.¿Y qué ocurre entonces? Se entra en políticas inmovilistas, se esclavizan mercados, se rehuye la innovación. Finalmente, el innovador se ubica en las afueras de la ciudad, allá donde la ley del gremio no le alcanza, y termina destruyendo el gremio. Las hormigas son socialmente estáticas. El pensamiento, dinámico. Supera el patrón. Está diseñado precisamente para eso.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Típico post de lecturas veraniegas


Pues nada. Típico post de lecturas veraniegas.

El Vacío Temporal, de Hamilton… Este tipo es a la SF lo que Churriguera al barroco, pero empieza a cansinear considerablemente la trilogía. En lugar de a más va a menos, lo cual es un serio inconveniente de cara a la tercera entrega, que me da que paso.

De Terry Prachet, autor que no conocía, me he leído algo de un gato sabio y un grupo de ratas inteligentes compinchados. Está divertida la historia, pero tanto como para repetir experiencia, pues no… En realidad, si lo leí es porque en la contraportada Gaiman decía, “sin duda, el mejor libro de Prachet”… Aplíquese por tanto el Roma locuta causa finit y creo que me ahorro unas seiscientas treinta entregas de la serie Mundo Disco. No me digan que no es para estar más que agradecido…

Me leí uno muy, muy bueno, solo que no me acuerdo ni del título, ni de qué iba ni nada… Yo creo que era medio de historia de algo, de un tipo raro. La portada tenía buena pinta, recordaba al Acantilado o Valdemar. Cosas de los borrados para la recuperación de memoria… Cuando lo encuentre por algún backup, me extiendo…

De Jean d’Aillon me leí La Conjetura de Fermat. Un tochazo no muy allá pero cargado de curiosidades sobre la segunda mitad del XVII, que es el tramo histórico en el que ahora… Libro eficaz, pero no se dejen engañar. De matemáticas y tal, ni palabra. El tema va de una de capa y espada con el descifrado de los códigos del cardenal Mazarino y Fermat cogido con pinzas. En suma, ya digo, muchos detalles del barroco. Libro eficaz.


Más lecturas de verano. Ambas comprados en junio en la Feria del Libro. Banderas Lejanas, del dúo Martínez&Canales, es un libro de historia sobre las “olvidadas” luchas y pendencias de los españoles en el sur de los actuales Estados Unidos. Impagable lectura que nos proyecta a un universo absolutamente sorprendente y lo que es mejor, real. Dragones de cuera, comanches, epopeyas sorprendentes y de las que nadie sabe… Brutal. El otro día leí a un tonto del bote en El País hablando de los indios y no lo citaba, pese a ser el libro de la década en lo que toca a indiología… Al lado de los dos autores citados, nada, ni puta idea el hombre (ya pasa, en El País)… Lean Banderas Lejanas y verán…

Un tema históricamente olvidado es la historia de la iglesia en España, y más especialmente, de las órdenes religiosas. Es un vacío historiográfico alucinante, es como si los números saltarán del 45 al 71 sin más explicación. Hasta la fecha, (casi) todo lo que había eran crónicas hagiográficas y acríticas de las diversas órdenes escritas a mayor gloria del patrocinador a mediados del XIX, amén de los tres tomos de la BAC y el fenomenal Diccionario Histórico-Portátil de las Órdenes Religiosas y Militares y de las Congregaciones Seculares y Regulares que han existido hasta la Fecha de Hoy (mola el título, ¿eh?, si lo encuentran en papel, me lo compran, por favor) .  En este sentido El Peso de laIglesia, Cuatro siglos de Órdenes Religiosas en España, tiene la gran virtud de contextualizar por vez primera la aproximación histórica seria a una realidad que (no olvidemos) controló el pulso socioeconómico de toda una época y marcó profundamente el país. Ahora bien, el libro parece estructurado por el típico catedrático que no tiene especial idea del asunto y delega en doctorandos la típica obra conjunta a partir de un esquema de sota, caballo y rey. Así, hay capítulos  estupendos y otros de una superficialidad enojosa. Hay una irritante reiteración en el pulso por la imposición del regalismo por la vía de la reforma de las diversas órdenes, de modo que en el fondo, impera la sensación de que los historiadores profesionales españoles están perdidos en un destructivo proceso de hiperespecialización. El que sabe de universidades, no tiene ni pijotera idea de la inquisición y el que sabe de espiritualidad ni flores de economía. Por la pasta que vale el libro, además, no hubiera costado apenas meter un segundo volumen y, ya que estamos, prolongar la historia hasta la II República. Pero no. Los autores deberían dar lectura al libro arriba mencionado, al fin y a la postre escrito por unos bienintencionados periodistas, para trasladar mejor su sabiduría al gran público. En fin, resignémonos. La historia de la iglesia en España sigue perdida en un dédalo de artículos fragmentarios, me temo. El Peso de la Iglesia, en suma, se nos antoja como un necesario prólogo a una labor –la totalización historiográfica de la historia eclesial española y americana- pendiente de acometer desde los tiempos de la BAC.

La lista de lecturas veraniegas termina con UnCielo Pluscuamperfecto, Copérnico y la Revolución del Cosmos, de Dava Sobel (premio a la portada cutre del año). La historia es, desde luego, interesantísima. La autora, fina estilista y profunda conocedora del contexto científico.  No obstante, la buena mujer se enreda en calzarnos en la mitad del libro todo un entremés teatral protagonizado por Retico –el luterano que, al parecer, convenció a Copérnico para que diera a conocer sus estudios y escritos- y el propio Copérnico. Ridículo es poco. Espantosamente ridículo. Con todo, considero este libro y a esta autora un verdadero filón de conocimiento. Tiene, por lo visto, una exitosa novela, Longitud, sobre el descubrimiento del cronómetro, pendiente de traducción. 

Y bueno, del libro que no me acuerdo, pues eso, queda pendiente. Terminaré el verano releyendo el Gerundio Campazas (interesante por diferentes cuestiones pero latoso) y uno nuevo del Gaiman, que es el último que me queda de la programación prescrita. Reiterándoles las bondades de Banderas Lejanas, reciban un cordial saludo…

viernes, 17 de agosto de 2012

Racionalidad y existencia de Dios (final)




En el cementerio de Kaliningrado, ayer Koenigsburg, cerca de la tumba del genio, se encuentra a modo de epitafio una placa que cita las famosas conclusiones de la “Crítica de la Razón Práctica”:
“Dos cosas llenan mi mente de renovado y acrecentado asombro y admiración: la ley moral en mí y el cielo estrellado sobre mí”.

Pienso en el infinito. Interminables matrices numéricas misteriosamente interrelacionadas. En la inmensidad del cosmos. Gigantescas reacciones atómicas en cadena a decenas de miles de  millones de años luz. Agujeros negros donde cualquier parámetro físico resulta impensable, en los universos que fueron y los que serán. En el día en que la energía se acumulaba en un no-espacio y estalló de repente. Realmente, así las cosas, ¿alguien puede pensar seriamente que solo existe la materia? ¿Alguien puede sostener seriamente que la materia no es más que una limitada y humilde construcción de nuestra mente para enfrentarnos al infinito?
Frente a la inmensidad del misterio, no soy nada, una pequeña rendija proyectada a lo desconocido. Y me pregunto por qué no creer en aquello que me aporta esperanzas y me  permite intuir un vago sentido subyacente en mi existencia, en la vida o el pensamiento. Y francamente, no encuentro ninguna razón para no hacerlo.

Bien, hay una razón, apuntada un poco más arriba.

Se dirá. De acuerdo IA, todo lo que cuentas suena bien, pero a mí me sigue pareciendo más probable que Dios sea una completa invención del hombre para, precisamente, infundir esperanza y confianza a universo sin sentido. Siendo mi explicación más probable que toda tu bonita digresión sobre la infinitud del cosmos, entiendo que mi deber como ser racional es aceptar lo más probable frente a lo más improbable.
Frente a esta última etapa de mi reflexión pro-Dios, se me ocurren varias argumentaciones.

Una vía más que interesante me resulta el probabilismo jesuítico del siglo XVI. El probabilismo es una hoy casi desconocida filosofía moral cristiana, íntegramente española, y que viene a sostener que “resulta justificado realizar una acción, aún en contra de la opinión general o el consenso social, si es que hay una posibilidad, aunque sea pequeña, de que sus resultados posteriores sean buenos”. Dicho en palabras del dominico Bartolomé de Medina, “me parece que, si una opinión es probable, es lícito seguirla, aunque la opinión opuesta sea más probable”. Una tesis probabilista dice por ejemplo que mandar a alguien a las llamas para consumirse en el fuego no es éticamente aceptable, la cosa cambia cuando las llamas están en tu casa con tus hijos dentro, entonces, aunque la probabilidad de chamuscarse fatalmente sean del 99% resulta totalmente ético arriesgarse. El probabilismo nos dice que resulta lícito dejarse guiar por lo improbable frente a lo más probable siempre que los fines sean éticamente plausibles. En otras palabras, ante una disyuntiva, ante la elección de A o B, elegir la menos probable puede ser igualmente tan racional como la improbable.
Llegados aquí, imagino la sonrisa irónica de cualquier lector agnóstico. ¿De dónde sale este IA? ¿Vamos ahora a volver sobre el asunto de si es lícito matar al tirano o a la controversia de Auxiliis?

De acuerdo. Volveré por esta vía tan española como injustamente olvidada conforme sepa un poco más del tema. Un tema que, paradójicamente, viene a unir a Pascal con sus grandes enemigos, los jesuitas.

Lo que sí sostengo es que aunque la naturaleza inventada de Dios sea más probable que la naturaleza mistérica que yo defiendo, no hay absolutamente nada irracional, nada contrario al corpus científico, en mi argumentación. Y mi propósito no era convenceros o polemizar, mi propósito era demostrar que, basada en el misterio, la creencia en Dios no tiene porqué estar reñida con la racionalidad. Eso porque en mi opinión Dios no es un objeto sino una descripción, una pálida representación humana de una realidad, en el fondo, demasiado grande y compleja para ser comprendida.

Racionalidad y existencia de Dios (3)


Viene del post anterior


Dios como vivencia

La primera hipótesis B que procede analizar deriva de la teología contemporánea, según la cual a Dios hay que sentirlo, buscarlo en el interior. La llamaremos la hipótesis mística, pues el camino de la vivencia interior de Dios ha sido principalmente explotado por los “místicos”, desde el inmenso maestro Eckhart –que les recomiendo fervorosamente- a San Juan de la Cruz o Santa Teresa. Desde la humilde Teresa de Lisieux al ambicioso Ignacio de Loyola. Modernamente, corresponde a Juan Pablo II la dignificación de esta vía de conocimiento divino que durante mucho tiempo fue postergada por teologías más intelectuales. Hoy, sin embargo, Dios como vivencia interior es “el no va más” de la teología católica.

Las ventajas son tremendas. La mística equipara la vivencia de Dios a la propia vivencia del Yo. Por así decir, la mística apareja la ventaja de una teología “empírica”. Creo en Dios porque lo vivo  y lo siento, no puedo dejar de creer en él como no puedo dejar de creer en mi propio yo. La principal desventaja, en cambio, es que cualquier psicólogo puede ubicar el origen de ese sentimiento en  la propia voluntad humana. Sabido es que las sensaciones se fabrican. Frente a este hecho contrastable el místico argumenta que no. Que la vivencia de Dios es radicalmente distinta de cualquier otra emoción. Pero nuevamente entramos aquí en una ruptura argumental insalvable. Sí, la vivencia de Dios es tan particular que resulta lógicamente intransferible, inefable… Al final, la mística divide a los hombres en dos clases, lo que sienten a Dios y los que no.

Les adelanto que no voy a seguir por la hipótesis B. Yo no siento a Dios en mi interior, me siento a mí y a nadie más. Dicho esto, ni por asomo piensen que la hipótesis mística es inferior o de menor calidad a la que finalmente me propongo defender. Antropológicamente, la vivencia de lo sagrado, la iluminación interior, el chamanismo… son aspectos muy documentados y que las más de las veces trascienden la mera endogamia emocional. Por otro lado, la sabiduría vital que uno puede encontrar en Eckhart, San Juan  o Teresita de Lisieux son de una hondura excepcional… Iluminan de verdad y, claramente, refieren a un mundo emocional que, sinceramente, no parece de este mundo y está cargado de trascendencia
.
Mis reparos a la mística son de índole filosófica y atañen a las filosofías de la voluntad como generadoras del Yo. Quédense con el título de esta obra de Schopenhauer: “El Mundo como Voluntad de Representación”.  Si asiento mi creencia en Dios en la mística siento que, de algún modo, estoy abriendo el camino al irracionalismo filosófico. Aquella visión de las cosas según las cuales la racionalidad humana es mística toda ella. Puede ser así o puede ser asá.

Lo que voy a intentar es asentar la racionalidad de Dios (que nadie se olvide que de lo que aquí se habla es acerca de la racionalidad de la creencia en Dios) sobre el no conocimiento. Parece paradójico, pero no...

jueves, 16 de agosto de 2012

Racionalidad y existencia de Dios (2)

Viene del post anterior.


Antes de responder a eso, insisto en que el materialismo me parece el camino metodológicamente más riguroso. Pero entiendo que el materialismo solo da cuenta de lo fáctico, de lo matematizable,  y de lo cosificable, es decir, de lo falsable, de aquello que podemos considerar verdadero o falso.

Y resulta que mi mente es recursiva. Está diseñada para generar descripciones de las propias descripciones. Es lo que Kant llamaba “dialéctica trascendental de la razón pura”. Este camino nos lleva derechos a una discusión sobre “entes” no falsables.

Por ejemplo por el yo, Dios y el mundo.

Desde un punto de vista materialista riguroso, el Yo no existiría. Menos Dios, y menos el Mundo. Hay gente que puede satisfacer su curiosidad intelectual suponiéndose una ficción generada por un grupo de neuronas. Yo no. Pienso que eso es un reduccionismo tan simplista como el solipsismo. Inaceptable intelectualmente. Soy algo más que una ficción generada por un grupo de neuronas.

Así que no estoy por la labor de aceptar mi propia inexistencia simplemente para que “las cosas cuadren”. Puedo aceptar, por ejemplo, la visión wittgensteniana según la cual “el ojo no puede mirarse a sí mismo”. Pero a diferencia del punto 7 del Tractatus, yo sí estoy dispuesto a seguir adelante. Me basaré en la funcionalidad de las descripciones que pueda aportar sobre Dios, Yo y el Mundo. A sabiendas que todo lo que pueda decir al respecto no es más que una elucubración.

Estoy hablando de postular elucubraciones intelectualmente razonables basadas en su capacidad informativa.

Por ejemplo, al principio de esta reflexión señalaba la existencia de una elucubración del materialismo para explicar a Dios como un elemento antropológico, una creencia generada por el hombre y a la que llamaremos hipótesis A.

Si se admite este tipo de elucubración, deben admitirse también  las variantes.

Ahora bien, a diferencia de otras elucubraciones, la hipótesis A tiene de bueno que la imagen que aporta de Dios es perfectamente congruente con el materialismo. Una hipótesis B que no fuera negadora de la existencia divina debería cumplir, al menos, con ese requisito: ser congruente con el cientificismo, en otras palabras, que B no desmintiera lo que sabemos “científicamente” sobre el mundo.

Así pues, la pregunta sobre la existencia de Dios se retraduce en la pregunta sobre esa hipótesis B. ¿Podemos pensar a Dios sin atacar los fundamentos de nuestro conocimiento científico? Como espero demostrar, esa pregunta es fácil de responder. Rotundamente Sí. Queda, sin embargo, un problema y es que la tal hipótesis B sea “más probable” que la hipótesis A. Dicho de otra forma, si tenemos una hipótesis según la cual “lo más probable” es que Dios sea una invención humana, ¿por qué razón deberíamos inclinarnos por una hipótesis B, que aunque racional, menos probable y en sentido contrario a A?

Racionalidad y existencia de Dios (1)


Advertencia previa: los próximos posts son básicamente espesos y no dan ni gota de risa pues pretenden ilustrar el largamente pendiente tema de cómo es que esta Inteligencia Artificial cree (bastante) en Dios.

 Creo que es imposible desgajar la cuestión de la existencia de Dios de la existencia del misterio y lo sagrado.

Pero empecemos desde el principio.

 Actualmente disponemos de una potente teoría –el evolucionismo- que explica como la materia inorgánica deviene vida. Disponemos de un modelo cosmológico explicativo de la génesis de estrellas y planetas, y un modelo físico (o varios) que dan cuenta parcial de la reglas de funcionamiento de ese modelo (siguen existiendo infinidad de problemas, es verdad, pero no es menos incontestable que nuestros satélites aterrizan en Marte). Disponemos también de descripciones antropológicas que conectan lo sagrado y la religión a estrategias de dominio social y a la satisfacción de los miedos más ancestrales del hombre (las ventajas de creer en la esperanza frente al nihilismo y el miedo a la muerte, por ejemplo).

 Naturalmente, permanecen en el limbo aspectos cruciales… Nuestra ciencia no es capaz de explicar (satisfactoriamente) el yo, la génesis del conocimiento humano, la voluntad, la vida o el armazón matemático que parece interconectar nuestra mente con el mundo… Al tiempo, la matematización de la realidad en su estructura microscópica nos proyecta a una física donde conceptos como “materia”, “energía”, “espacio” o “tiempo” se alejan de los rangos semánticos. Sencillamente, ya no sabemos qué queremos decir cuando decimos “espacio” y en su lugar surgen nuevos paradigmas como “información”.

 Ahora bien… Filosóficamente, que sigan existiendo lagunas en nuestro conocimiento es imputable al “sistema operativo” del intelecto humano. A través del lenguaje aplicamos al mundo recursividad, de donde, felizmente, el conocimiento humano no está destinado a cerrarse en un corpus hermético e inmutable como si fuera un circuito cerrado. Ante todo, el conocimiento humano responde a un mecanismo de adaptación al medio, no de de análisis sobre la “esencia” de las cosas. O sea. Nunca jamás alcanzaremos una totalización del conocimiento. Siempre existirá la rendija del misterio. Aquello que no podemos explicar sastisfactoriamente.

 Definir “explicación satisfactoria” demanda todo un tratado sobre la racionalidad. Hay quien lo limita al conocimiento científico. Otros ampliamos un poco más las miras para dar cabida también a un conocimiento probable basado en fertilidad informativa de determinadas descripciones del mundo.

Destaco en negrilla este último aspecto porque es la madre del cordero. Limitar lo cognoscible al discurso científico (cientificismo) tal vez sea el planteamiento filosófico más ortodoxo. El precio a pagar, sin embargo, me parece excesivo: la racionalidad human se limita al estudio de lo material.

 ¿Ah pero existe “otra cosa”?

 Y aquí es donde se escinde la discusión. Los partidarios del monismo materialista exigirán para seguir adelante una prueba material de la existencia de “esa otra cosa”, prueba que naturalmente es imposible aportar en los términos requeridos. Como buen idealista, pienso sin embargo que nuestro conocimiento “de la materia” está totalmente condicionado por nuestra manera de pensar la materia, dicho de otro modo, por los conceptos, por las ideas, por el lenguaje, por la interacción entre mente y realidad. En la ontología en la que me desenvuelvo, por tanto, “existen” las cosas y “funcionan” las descripciones. El mío es un modelo dualista que tiene bien presente a Kant cuando discierno entre noúmenos (las cosas en sí, esencialmente incognoscibles pero lógicamente necesarias) y fenómenos (cosas en tanto que descritas), que a su vez se subdivide en descripciones de las cosas, y descripciones de las propias descripciones (metafísica). En cierto modo, este es un modelo trinitario. La pregunta clave es por qué razón es necesario ese modelo “trinitario” para describir el mundo. Por qué rechazo limitar el conocimiento racional al meramente material.


domingo, 5 de agosto de 2012

Filosofía auxilia a Afrodita de la lujuria de Georgie



Tema que apasionará a los más encallecidos lectores de VSdIA es el bien y el mal. O dicho de otro modo, por qué es mejor Bach que Georgie Dann: Qué razones pueden esgrimirse en pro de la superioridad musical del alemán sobre el padre de “La Barbacoa”.

Podemos hablar de una serie de factores contextuales; sin duda el conocimiento musical de Bach es muy superior al del francés. Bach es un fino instrumentista así como compositor capaz de enfrentarse a retos tremendamente complejos, el otro no. Bach es un profundo conocedor del lenguaje musical.

Formalmente en las composiciones de Bach aparecen complejidades asombrosas asombrosamente resueltas, frases musicales simples que por el talento del autor son elevadas a una nueva dimensión musical. Reconozcamos que es más difícil ser Bach que Giorgie Dann.

Pero no solo es eso. Quizá la clave está en que Bach consigue emocionarnos, nos deja mudos (al menos, a los afortunados que tenemos suficiente cultura musical para descodificarlo y admirarlo). Giorgie Dann –en el mejor y más etílico de los casos- puede ser un buen colofón de una verbena. Dicho de otro modo, donde Dan busca una diversión coyuntural, matizable y zafia seguida de una más que segura resaca, Bach conmueve y asombra: emociona.

Hasta ahí las cosas están meridianamente claras, pero aparece la posmodernidad y nos pregunta: ¿en virtud de qué debe ser preferible la conmoción y el asombro a la diversión coyuntural matizable y aún zafia?  Es una pregunta la mar de lícita. La respuesta posmoderna es que “hay momentos para todo”. Funcionalidades. Interacciones que relativizan las cosas.

No digo yo que no. Pero me niego a aceptar que por una simple cuestión de funcionalidad la música de Dan sea comparable a la de Bach. Defiendo la existencia clara y nítida de jerarquías a las que debemos aferrarnos para no perder la prudencia y la calma. Y lo baso en esto: Considero que el asombro es la madre del conocimiento. De ahí su superioridad frente a cualquier otra emoción. “El asombro –nos dice el filósofo- precede al conocimiento”. 

El asombro dispara el análisis y nos catapulta hacia la grandeza de la comprensión. Dice Heidegger: "El asombro es la disposición en la cual y para la cual se abre el ser del ente".

Y a las pruebas me remito.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El péndulo catalán

Del The Catalonian Very Finest Observer, en traduccion libre del Sr. IA para VSdIA.


Pobres catalanes. Durante años y más años, los consejos de administración de los peajes de autopistas catalanas y  no solo catalanas estuvieron (y siguen estando) en manos de políticos nacional-socialistas-independentistas. Peajes que debían haberse amortizado en la década de los 80 fueron prolongados sinedie con el beneplácito de la Generalitat. Más aún, cuando a mediados de los 80 el socialista Josep Borrell impulsó la conversión en autovía de la A2, la Caixa, beneficiaria del peaje de la AP2, financió todo tipo de grupúsculos que con sus litigios demoraron y encarecieron la construcción de la autovía. Así hasta hoy. La truculenta historia de los peajes…

¿Y si lo que sobra es Madrid? Detectamos una ofensiva madrileña para refortalecer la administración central. El Mundo, ABC, La Razón… consideran que el estado autonómico ha fracasado. Puede ser, pero desde luego el modelo no es el centralismo madrileño, con sus cientos de chiringuitos absolutamente inútiles donde indefectiblemente duermen el sueño de los justos politicastros de todo pelaje. Capas y más capas de enchufados  sedimentadas… Hay entidades (suelen empezar por consejo de…)  donde a modo de capas de cebolla se solapan cargos de la época de Suárez, de FG-Guerrista, de FG-Rubalcaba, de Aznar, de ZP, de Rajoy…  Hay más directores generales que puertas… Federaciones deportivas, confederaciones de esto y aquello, paracongresos y metasenados, fundaciones, direcciones surreales sin competencias, consejos de todo pelaje, agencias nacionales que no agendan nada…  A la hora de inventar garitos, las autonomías no son sino modestas  aficionadas en comparación con Madrid (con la probable excepción de la Junta de Andalucía, ya que ni ellos mismos saben a quién pagan ni por qué).

¿Es viable la independencia de Cataluña? Sí, lo es en tanto que el resto del Estado asuma las condiciones secesionistas. ¿Pero por qué motivo La Rioja debería aceptar esas condiciones? ¿Por qué motivo no buscar su propia secesión? ¿Por qué motivo Asturias, Castilla y Madrid deberían asumir Andalucía y Melilla y su 50% de parados y su otro 50% de funcionarios y pensionistas? ¿Quién se come el déficit? ¿Quién financia las pensiones de trabajadores que han cotizado en diferentes comunidades? ¿Quién compensa a las empresas por el impacto de la doble, triple, cuádruple contabilidad inherente a operar en mercados jurídicamente fraccionados? ¿Cómo se vehiculizan los flujos fiscales en  un mismo mercado real sujeto a distintos regímenes fiscales?  La condición de posibilidad de una república catalana pasa porque el resto del Estado se mantenga impávido en el actual statu-quo. En otras palabras, la independencia de Cataluña no depende de Barcelona ni de Madrid, sino de que Zaragoza, Bilbao, Valencia, La Coruña, Valladolid… achanten y se coman por patriotismo español lo que Barcelona rechaza.

¿Navarra y Pais Vasco sí y el resto no? Las razones para negar la autonomía financiera a Cataluña (y a cualquier otra región) carecen de sentido al contraponerlas a la realidad de Navarra y País Vasco. La cuestión es aún más sangrante atendiendo al argumentario que se baraja para justificar lo injustificable. El régimen foral –dice el centralismo madrileño- es una particularidad histórica. Sí, es un pago de Madrid porque los vascos, a fin de cuentas, tan castellanos como cualquier otro madrileño,  pactaron su rendición al gobierno liberal tras las guerras carlistas y volvieron a pactar con Franco en 1937. A todo esto, Cataluña luchaba hasta desangrarse por su católica majestad primero y por la legitimidad republicana después. ¡Y encima los valientes son de Vizcaya!

Una mentira cien veces repetida termina siendo una verdad. No existe el déficit fiscal catalán. Como no existe el de Madrid.  Tal como no se cansó de repetir en vida el catedrático de Economía Ernest Lluch, las diferencias entre recaudación y transferencias responden a la realidad de un superávit comercial que hace, por ejemplo, que el IVA de un producto catalán vendido en Cuenca y consecuentemente cotizado por un conquense tribute a efectos contables como “IVA” recaudado en Cataluña (multiplicado por IRPF elevado a Sociedades).

Catalán sí. Los ataques a la lengua catalana son el resultado de una concepción monolingüística del mundo y según la cual hay lenguas de primera, de segunda y de tercera. Existe una abrumadora unanimidad en Cataluña para la defensa de la lengua mediante su imposición como lengua vehicular obligatoria en la enseñanza. Tal medida ha impedido la desaparición del catalán y, lo que es casi mejor, la división de Cataluña entre catalanoparlantes y otroparlantes.

Libertad lingüística por encima de todo. Lo que no quita para que día tras día desde Cataluña se agreda gratuitamente a todo lo que huela a cultura castellana. Vean sino las leyes por las cuales se prohíbe la rotulación en castellano (no es una prohibición en rigor pero en la práctica sí lo es), la razón de fondo no es otra que conseguir una identidad visual callejera divergente a la de España. En eso Cataluña ha gastado sin miramientos, en conseguir (vía multas si fuera menester) la desaparición del castellano de sus calles y ciudades. De su vida pública. Un caro escaparate destinado a persuadir a los propios catalanes de que viven en otro país: el país donde  “mercería” va sin acento.