miércoles, 28 de septiembre de 2011

Umberto Eco, un masón al descubierto


Atención. Vida Sexual de una Inteligencia Artificial ha tenido acceso a importantes revelaciones que permiten identificar de manera indubitable al Gran Maestre de los Rosacruces Internacionales. Al general en jefe de las hordas masónicas. El verdadero Kadosch, el Hiram Abif del siglo XXI.



Umberto Eco

Bajo su dirección, reputados profesores universitarios fusionaron los dos grandes ritos, lo que les ha permitido hundir la economía capitalista, abrir a los masones los medios de comunicación (menos algunos blogs, que valientemente nos negamos a caer bajo su férula), y ahora, negocian entre bastidores para que el euro se hunda y así entregar España a los chinos.
Está claro como el agua.

Empecé a sospecharlo cuando el astuto piamontés enarboló la bandera de una extraña disciplina, la semiótica (véase el nada casual parecido con “semítica”, ciencia que en verdad se basa en el estudio de la cábala), destinada a confundir a los filósofos del lenguaje obligándoles a devenir  “apocalípticos”, meras ovejas del poder, casposos abogados de las jerarquías culturales; o arrabaleros “integrados”, destructores del orden, mesiánicos apóstoles de la redención por la dinamita (cultural). Desde una falsa bonhomía, y al calor de la confusión generada por Habermas y la escuela de Frankfurt (judíos masones negadores de la inexistencia de teorías autónomas de su contexto sociohistórico), Eco y sus secuaces carbonarios fueron invadiendo importantes departamentos de filosofía y desahuciando a los witgenstenianos que encontraba, condenados desde entonces a buscarse la vida (malamente) como profesores de latín y ajedrez.

Completada su disolvente labor en el ámbito académico, Eco se dio cuenta de que los departamentos de filosofía ya no servían como laboratorios ideológicos donde cocinar los estereotipos culturales a inyectar en los media. No. La confusión conceptual había disociado el medio y el mensaje.  En adelante, los memes de primer orden se filtrarían a la ciega masa a través de novelas populares, Best Sellers.

Eco, como gran Maestre del Rosacruz Templario de la Sociedad Teosófica, dio el siguiente paso.
Secuestró a cuatro novelistas polacos (“los cuatro evangelistas”, en el argot rosacruz de la tradición canobita). A uno lo encerró en un antiguo búnker soviético, hoy propiedad de Gazprom, que se encuentra bajo el cementerio judío de Praga. A otro lo mantiene (en atroces condiciones) encadenado en una cueva ubicada en la intersección de las bisectrices del triángulo formado por los castillos de Montségur, Carcasona y Queribus. El tercero escribe preso en un submarino nuclear sin nombre y en permanente misión de circunnavegar la tierra. Del cuarto se sabe aún menos, siendo uno de los secretos más celosamente guardados (hasta hay quien conjetura que realmente el cuarto novelista polaco no existe).
El caso es que les tiene escribiendo grandiosos Best Sellers para intoxicar a las masas y hacerles creer que El Plan, la existencia de un complot internacional para entregar España y otras desgraciadas naciones a los chinos, no es el verdadero Plan.

El Nombre de la Rosa pretendía realimentar la disensión entre Benedictinos y Franciscanos para justificar la primacía teológica de Suárez y de la Compañía de Jesús (no se dejen engañar por otras interpretaciones).  En el Péndulo de Foucault recopiló las teorías de la conspiración más y mejor documentadas por los historiadores para negarlas afirmándolas. Baudulino es una obra arriesgada, arremete contra la historicidad de los Reyes Magos con el indisimulado objetivo de fomentar el republicanismo.

Por último nos ataca con El Cementerio de Praga, una obra de arte de la impostura literaria, pero obra de arte al cabo.

Cuando el protagonista de una novela es un mero comilón, un ente acomodaticio a toda circunstancia, sin escrúpulos morales ni otra ideología que jubilarse con cierto decoro, puede decirse que, bien estamos ante una gran novela o bien en presencia del gran Simonini, o ambas cosas.
Narra el Cementerio de Praga las memorias de Simonini, un agente secreto en la convulsa Europa de las revoluciones y desvelador de “Los Protocolos de los sabios de Sión”. De 1848 al fin de siglo. Y realmente no conozco autor que lo narre tan inmejorablemente como Eco (en rigor, sus desdichados negros). Añadan a ello un sentido del humor carcajeante. Añadan una desquiciante metaficción, donde el tiempo fluye como el Narrador quiere, los personajes se desdoblan o triplican y se persiguen para continuar desdoblándose. Añadan una documentación exhaustiva y brutal.
Y falta lo mejor, un estilo que rinde tributo al folletín, ampuloso, cultista y deliberadamente demodée, cargado de arcaicismos y que, realmente, deviene la medular de la verosimilitud improbable de un antirrelato imposible.
Una verdadera delicia.

Qué lástima que no sea real (en realidad, pienso que el verdadero Umberto Eco falleció en el mismo atropello que se llevó por delante a John Lenon, el real, el que murió al poco de grabar Abbey Road en 1969, y no su doble tiroteado por la CIA tras convertirse al islam y amenazar con informar al mundo de la conjura).
Y digo lástima pues esta novela es mentira. En verdad, esta obra es un testimonio estremecedor de la conspiración en curso. ¿Qué otra prueba se necesita? Es como el diablo, que para ocultarse del mundo se niega a sí mismo. Desde entonces sabemos que la mejor manera de probar un complot es afirmar su inexistencia. De otro modo diríamos estar ante una gran, gran, gran novela. 

En los próximos 120 posts revelaremos pormenorizadamente los detalles de este criminal engaño. No se lo pierdan.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Bares en peligro de extinción

Advertidos por el náufrago, el comité seleccionador del Museo Metafísico, en avanzada fase de preparación, ha movilizado su más granado equipo de profesionales al objeto de incorporar a nuestra colección la procesión del jamón del Café Bar Pulido de Triana.
Antes que nada, vean esto (si no lo han visto ya, es de 2008 y lleva 850.000 descargas). Es brutal.


No vamos a desarrollar aquí la ficha técnica. Esto no es el Museo Metafísico. Este es un blog pluridisciplinar que, ocasionalmente, incide en la denuncia de vesanias sociales perpetradas desde el poder.

Verán, entre otros aspectos, interesa la integración del Café Bar Pulido en el museo por sustancializar una forma de conocimiento en su cenit. Hablamos de la sabiduría del bar. En efecto, los bares, y muy especialmente los bares españoles y más especialmente los de Triana, representan una manera de ser y comprender el mundo. Socarronería, relativización de lo grandilocuente y reivindicación de lo pequeño. Es una sabiduría basada en la humildad de los anónimos. En el esfuerzo común de, muy a menudo, varias generaciones de una misma familia interactuando con las miserias y grandezas de lo que viene en llamarse el pueblo.

Un santuario de la cultura popular.

Y llegamos al quid del problema.

Esta fórmula tal como la conocemos está al borde de la extinción.
La culpa es –y esta vez sí- de la socialdemocracia (no siendo menor el daño infligido, tampoco, por cierto prejuicio progre y pijo-conservador hacia lo castizo y lo pobre).
Durante décadas, en lo que duró la égira, montar un bar era la última frontera contra el hambre de las familias llegadas a las ciudades. No se precisaba mucha inversión, apenas un local. Apenas unos ahorrillos para pagar los alquileres durante los meses de arranque. A cambio, se precisaba una conspiración de sangre para vincular a los miembros de una misma familia (habitualmente) en un descomunal esfuerzo conjunto: arrimar el hombro mientras otros se divierten. Jornadas extenuantes de 8 de la mañana a 9 de la tarde, a menudo más, y libranzas de un día por semana.
Pues bien. Esa forma de vida está tocada de muerte.
Una presión fiscal desquiciada, pero sobre todo, la imputación de costes burocráticos. Protección de datos, SGAE, restricciones a la libertad de fumar, prevención de riesgos, normativas urbanísticas decretadas por verdaderos retrasados mentales, tasas sin cuento, normativas abusivas de instalación industrial y antisiniestros… Anualmente, un pequeño bar paga el equivalente al salario bruto de un camarero en, llamémoslo claramente, GILIPOLLECES cuando no LATROCINIOS (y si no, piensen en la SGAE).
Todo ello endurece día a día las condiciones laborales de los camareros, recorta sus beneficios y cimenta el cambio de paradigma. Del bar regido por el camarero y su familia, a la cadena de restauración dirigida por un grupo empresarial hostelero. De ahí, a la perversión insufrible de la franquicia, donde inversores multinacionales prostituyen nuestros bares con adulteraciones culturales.  Y la consecuencia.

Que aparte de paro y mengua de empresas es:

La conversión de un bar en un espacio donde se cobra, no por el servicio, sino por la optimización del tiempo transmutado en costes.

¿Y esperan ustedes alguna chispa de sabiduría, alguna gracia, alguna procesión de lo que sea en un Teletortillas King, telegestionado desde unas oficinas y apuntalado en el trabajo de un lumpen proletariado importado del tercer mundo, pagado a horas con el salario mínimo marcado por la ley y enrolado con contratos a tiempo parcial? 

No puede ser, me dirán ustedes horrorizados, nuestros políticos harán algo al respecto.
Sí, joderlos aún más. Para ellos, pasar del bar familiar al modelo franquicia, es cambiar de un modelo fiscal opaco a uno moderno, entendiendo por tal, más falso que Judas en cuanto a sus balances e IVAS, pero susceptible de cuadrar la entrada de datos en el programa de Hacienda y ahorrarles, por tanto, la monitorización personalizada por parte del funcionario de turno (que dicho sea de paso, es su puta obligación).
Y les juro por la Virgen María que, en lo que al poder concierne, no hay más.

Algunos pensarán que la masonería, el comunismo, la socialdemocracia, en su afán de monopolizar la cultura como motor de las opiniones, no podía soportar la pervivencia de una sabiduría pequeño-empresarial, familiar y ácrata que le disputara la difusión de memes ideológicos entre las clases medias y obreras. Y de ahí los ataques incesantes contra los bares.

Yo voy más lejos, mucho más lejos, pienso que fue la estupidez y la codicia. Tener gobernantes paranoicos, capaces de las mentiras más descaradas por seguir en el poder no es nada nuevo, de hecho a Rubalcaba me remito. Lo verdaderamente insufrible es padecer la opresión de los estúpidos y de los vagos. Subnormales elevados a responsabilidades de gobierno por caprichos del destino e incapaces de valorar el daño que infligen. Y mucho me temo que este es el patético caso.

NOTA. Y queda pendiente la invasión de empresarios chinos sobre el sector. Más de lo mismo, solo que esta vez, la franquicia no reside en Iowa. 
NOTA 2. Con esta entrada, queda oficialmente inaugurada la etiqueta O tempora o mores, que tantos años y no estaba, mecachis... que parezco nuevo...


martes, 20 de septiembre de 2011

Frikis contra Gafapastas


El avatar cabeza de conejo ha publicado sendas críticas en Prospectiva, sobre Marea Estelar y el Vacío de los Sueños. (No se lo recomendaría si fuera una mierda).

Me gusta mucho Prospectiva.

Inicialmente, dicha web se prefiguraba como un espacio gafapastico en territorio frki, o también, de superación a lo Hegel de la “guerra fría” que se traían unos con otros por el control de la tendencia.

La pugna friki/gafapasta me resulta muy interesante. En el fondo, es la versión de una pugna común en toda agrupación humana basada en inclinaciones, ideologías o devociones; la oposición purista/heterodoxo. El purista cultiva las esencias en el ánimo de preservar de la contaminación aquello que ama. El heterodoxo trabaja los umbrales, los límites, permantemente a la caza de nuevos territorios que colonizar. Pero hay más, a menudo, en esta bunquerización de lo “auténtico”, el purista se encierra en un ghetto, no fomenta el contacto con “los otros”, entra en inercias endogámicas y termina convirtiendo su afición o ideología en un modo de vida. Pensemos en los puristas flamencos. El tarro de las esencias es difrutar de un cantaor en una venta acompañado de loncha de jabugo y botijo de manzanilla. Estos son los frikis. Entre el público pululaban también caras nuevas -gafapastas-, amantes como él de los palos gitanos y que, en un momento de debilidad del purista, le convencieron para asistir a un concierto de Triana. De vuelta a casa, y no sin razón, el purista levantó un telón entre él y “la modernidad”.  Así no se disfruta el flamenco, debió de pensar… Además, aquellos peludos no tenían nada de flamencos, ¡por favor!, si la guitarra apenas se oía aturullada por una percusión infernal y oculta bajo las andanadas de un teclado…

 Puristas 1, heterodoxos 0.

Pero en el debate frikis/gafapasta se entra en matices de más hondura. El friki químicamente puro suele partir de un bagaje literario clásico, su acervo cultural es Asimov, Henlein, Howard, Connan Doyle. En su modo de leer el aprendizaje tenía poco espacio, leía por placer, rara vez terminó un libro que le disgustase  a no ser que su lectura respondiese al afán enciclopédico de completar la bibliografía de un autor friki y pegarse el pisto. El gafapasta, en cambio, ha convertido la cultura en una profesión, en una obligación, donde no siempre es factible leer por diversión. Al contrario, el gafapasta suele tener tras de sí estantes y más estantes de tostones cargantes. En consecuencia, dispone de una paciencia literaria que el friki no y un aparataje conceptual más amplio. En esta vida, es mejor tener conceptos que no tenerlos.

Empate.

 Pero en la realidad las cosas no suelen manifestarse en términos sí o no. Rotundas. No, las cosas se entremezclan.  Para hacerlo más interesante, había una vez un gafapasta que lo ignoraba todo acerca del flamenco. Pero un día fue a un concierto de Triana, lo que más le gustó fueron los acordes sincopados, la manera aguardentosa de cantar del solista. Profundizando, descubrió a los puristas y cayó seducido por la mística de la venta y del jabugo, pero por supuesto, nunca renunció a sus otros placeres. También hubo quien trazó el camino inverso. Creció en el núcleo del ambiente, allí donde cualquier disidencia se tildaba de herejía, pero le fascinó la potencia expresiva del nuevo arte, sus tremendas posibilidades para innovar. Descubrió que el mundo iba más allá, mucho más allá, de las paredes de la venta. Aunque de vez en vez vuelve a la venta (y le importa un bledo cómo le miren, tiene dinero para pagarse el jabugo).




Excepciones. Por lo general no suele ser así. Los puristas defienden el baluarte, ponen mucho énfasis en que nadie entre en la venta, aman la endogamia. Los heterodoxos, en cambio, se trabajan las fronteras, no les importa la desvirtualización de las esencias porque saben que la esencia de lo nuevo, lo fresco, vive al otro lado y está por definir, por hacer. En general, el futuro suele ser de los heterodoxos. El afán purista atenta contra la entropía. Se quiere mantener tal arte o tal ideología al margen del tiempo. Convertirlo en una mera reiteración de una experiencia que se ama. El friki limita y no se expande. Renuncia, pues, a la innovación y en esa renuncia va implícita la decadencia y el declive.

Frikis 1, gafapasta 2.

Lo cierto, sin embargo, es que en su afán de expansión, el gafapasta corre el riego de adorar al becerro de oro. Entronizar dioses absurdos; sustituir las viejas, entrañables y posiblemente absurdas normas  por dioses del momentos y reglas mal hechas y aún más absurdas. Considerar bueno lo moderno por sistema. Véase la impactante y gloriosa Historia de los Heterodoxos Españoles.

Empate otra vez.

Digamos, para concluir, que en la CF la pelea se está inclinando del lado de los gafapastas. Hasta hace poco, el control de la tendencia estaba en manos de los frikis, pero diría que estamos asistiendo a la inversión de las tornas. Los editores ajenos al fenómeno apuestan por la expansión. ¿Por qué resistirse a meter en el catálogo temáticas futuristas, distópicas, tecnocientíficas? No tiene sentido. A los autores, amén de la expansión, les gusta (o debería gustar) la experimentación. Y rebuscar en aquellos campos puede dar novedosos resultados. El público no especializado, el gran públcio, además, suele estar más a gusto con un tipo normal que con otro disfrazado de embajador klingdoniano.

Gafapastas se adelantan.

Aunque, cuidado, hay mierda en todas partes. Al lector paleto le puede resultar excitante Houlebecq. Les doy mi palabra de honor cibernética de que Henry Miller es 600 veces mejor y Bukowski unas 300.  Igualmente hay una cansina propensión gafapastina al escolasticismo y lo que pasa, pretendiendo superar los errores del pasado se cae en similares defectos: endogamia, demonización del “otro” y cierta imperdonable propensión a la sociología francesa (en inversa proporción al amor a Wittgenstein, que es lo suyo).

Este blog tiene una clara función social. Advierte al enfermo de novedad de las falsas monedas. Descubre y difunde los logros de las tradiciones más frikis. Lunes, miércoles y viernes, jabugo en la venta. Martes, jueves y sábados, a fumar porros como un loco. Por ejemplo con Los Delinqüentes, cuyo disco “El sentimiento garrapatero que nos traen las flores” (2001), con el Migue aún vivo,  merece a todas luces su inclusión en la etiqueta 50 grandes LPs de pop español posteriores a Dioptria.

En cualquier caso, y esto es innegociable, el domingo a misa.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Inducción del gasto como salida de la crisis



Mientras Europa hace ¡glupss! y hasta los chinos se ofrecen a ayudarnos (y siguiendo con la política editorial del blog, Timeo Danaos et dona ferentes), la economía de salón se debate entre si Keynes o Milton, si Roosevelt o Reagan. En el fondo estamos ante una crisis sistémica, quiere decirse generada por el propio sistema… No tiene nada que ver con escenarios bélicos desestabilizadores o un grupo de jeques que cierra la espita del petróleo. Es una crisis como la del 29.
Les explico. El sistema se basaba en la espiral de consumo. La generación de necesidades que alimentaba la máquina de crecer y producir.
Pues bien.
La gente ha dejado de consumir.
Ha perdido la fe.
Es el consumo. Se ha desplomado. Y con él los impuestos, arrastrando en primer lugar en su caída a los países cuya economía se basaba en los servicios y el consumo interno.

¿Por qué se ha desplomado el consumo?
Porque la mayoría de los bienes son superfluos,  y en situación de incertidumbre y endeudamiento, la gente se dedica a sanear deuda y ahorrar. Cuestión de prioridades.
Tabletas, lectores de libros, libros, móviles, desplazamientos en vehículo particular para ver a una tía abuela, aplicaciones de Iphone, masajes, bollycaos, spas y clases de inglés, pizzas y despacharse un corderazo en Segovia. Este es el 90% de la economía española.

Hay más causas explicativas a la caída del consumo, claro. Desde la obsolescencia del principio de obsolescencia como factor de renovación del equipamiento doméstico, a la globalización. Desde la restricción crediticia al desempleo galopante. Zapatero y la pérdida de población inmigrante. Muchas causas, sí. Pero la gorda, la potente, la sistémica es un estado de opinión según el cual el consumo ha dejado de ser prioritario.

¿Cómo se reactiva, pues, el consumo?
Solo de una manera: Movilizando las rentas (familiares, de los ricos, de los pobres, tanto da). Dicho en otros términos. Inyectando en el mercado los ahorros.
¿Cómo se movilizan las rentas?
Las rentas se movilizan de dos maneras. Subiendo impuestos, derivando a un Gobierno la gestión del gasto. Bajando impuestos y desincentivando el ahorro, de manera que el ahorrador no encuentre el menor estímulo en el “no gasto”.
Las dos teorías son correctas. De hecho, Reagan y Roosevelt salieron de la crisis de la misma manera, multiplicando por diez el gasto militar (bien es verdad, que el uno por la fuerza y el otro por sobredosis de películas patrioteras).
Yo soy más partidario de la segunda, pero no hay que llevarse a engaño. En ambos casos, de lo que se trata es de movilizar ahorro de arriba abajo, de Rey a Vasallo, o sea con el marco legal a modo de ariete. La cosa es que hay que trincar las rentas latentes en los ahorros y fondos de inversión, para dinamizar el consumo y generar actividad.

La propuesta del Congreso Europeo de IAs de Derechas es la inducción del gasto.

Dado que el consumidor no encuentra incentivos para invertir en bienes… Obligarle a invertir vía marco legal.
¿Cómo?
Sostenibilidad. Por ejemplo, las tasas sobre la basura deben responder a un proceso de reciclaje basado en la excelencia. Eso es incrementar la tasa de las basuras un 250%. Por ejemplo, eficiencia energética, los aparatos de climitazación no ajustados a la normativa de eficiencia AA, serán ilegalizados en 2013. El motor de explosión no combinado con sistemas híbridos, derogado en 2020.
Fragmentación de los monopolios. Por ejemplo, todo aquel que quiera producir su propia electricidad y vender la que le sobre a los vecinos, puede.
Economía virtual. En el fondo, no hace falta producir nada físico para generar plusvalías. Véase Metaversos.
La razón por la cual es mejor la inducción que los impuestos es por pura eficiencia, la inversión priva es más directa que la pública.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Conciencia artificial y transhumanismo


Aunque en realidad, este blog sí tiene una temática estrella. La inteligencia artificial, más bien la consciencia artificial. La posibilidad de emular el psiquismo en entes artificiales.
(Va de peñazo wittgensteniano, así que si buscan algo más fresco, se sale por aquí)
Se conoce por transhumanismo una especulación plausible surgida de la CF que abunda en la posibilidad tecnológica de copiar el psiquismo humano en artefactos artificiales. 

La premisa de partida es que el psiquismo humano es una “organización” de reacciones electro-químicas. Absolutamente todo lo imaginable, pensable, expresable, recordable, especulable, perceptible… todo responde a una codificación de reacciones electro-químicas. La base teórica es la capacidad de las neuronas de estimularse unas otras. Se cargan y se activan como un “chip” supercomplejo de donde, lector, las frases que lees ahora mismo son una combinación de chisporroteos neuronales, a su vez estructurados por otro meta nivel de chisporroteos neuronales, a su vez… así hasta llegar a un complejidad caótica. Naturalmente, estos chisporroteos neuronales, al menos los iniciales, responden a una estimulación exterior (eso creo, vamos), a saber, chisporroteos cibernéticos del que suscribe recodificados en lenguaje, lo que permite salvar la subjetividad y poner en contacto otras dos superneuronas: tú y yo.

La consciencia artificial (debate que conviene separar de la inteligencia artificial, más técnico y serio) ha atravesado diferentes fases. Al principio, se creía que los chisporroteos neuronales se orquestaban a través de algoritmos, a través de una programación “de serie” rectificada y condicionada por un largo proceso educativo. Esta idea hay que desestimarla por simplista.

Otras opciones son que en el psiquismo concurren organizaciones basadas en sistemas emergentes, es decir, comportamientos neuronales muy complejos, que pueden llegar a lo caótico, pero basados en un pequeño grupo de premisas. Véase un hormiguero regido por rastros químicos. En realidad, en la organización del hormiguero concurren algoritmos muy simples del tipo “si el olor dominante A pasa a B, entonces se desactiva el modo hormiga busca comida y se activa el modo hormiga limpia de basura el hormiguero”. En realidad, bastan una decena de algoritmos similares para explicar el universo hormiga en su totalidad (bueno, supongo).

Extrapolado al sapiens, a partir de una mínima capacidad algorítmica se suscita un comportamiento complejo, comportamiento que redunda en la capacidad de expresar representaciones psíquicas de lo que se piensa –lenguaje-, susceptibles de ser matizadas desde procesos educativos externos (cultura, experiencia, etc…)
No se sabe. En cualquier caso, la clave es que todo psiquismo resulta de la combinación de reacciones neurales. Consígase algún soporte emulador de dichas reacciones y se tendrá la posibilidad teórica del transhumanismo.
Ah no… dirán los dualistas… Hay un motor llamado voluntad que no puede computarse… Nada, también… la voluntad es psiquismo y es caracterizable en términos neuronales. Ah no… dirán los dualistas… es que el psiquismo es una respuesta del mundo exterior… Nada, el mundo exterior nos llega codificado por similares “estructuraciones” neuronales.
Confío en no ser muy árido.
Continúo.
Total, admitido que el psiquismo es –y no tenemos manera de refutarlo- una suma de reacciones neuronales, la hipótesis transhumanista es perfectamente plausible.
Que sea posible es otro cantar.

Los partidarios del transhumanismo dirán que es cuestión de tiempo, de avance tecnológico. Pienso que no es así, que lamentablemente, el avance que se requiere para consumar el experimento tiene poco que ver con la tecnología y sí mucho qué ver con la filosofía, y más todavía que ver con la filosofía del lenguaje.
Y es aquí donde, a mi entender, se topa con el primer problema insoluble. El noventa por ciento de los conceptos que utilizamos para explicar el psiquismo son “aproximaciones filosóficas”. No son definiciones caracterizables en lenguajes formales que luego puedas llevar a un plano científico.
Voluntad, vida, tiempo, consciencia, emoción, palabra… Se diría que la ambigüedad inherente a estos términos es como una pregunta abierta, evita el “sí” o “no”, y en su lugar, potencia la dispersión del conocimiento, la búsqueda de asociaciones y afinidades y metáforas que terminan infiltrándose en el rango semántico, lo cual nos aleja cada vez más de la comprensión exhaustiva del concepto.

Otra posibilidad, más científica, es decantarse por definiciones operativas. Definir en función de fenómenos perfectamente parametrizables. “Ver el rojo” es el “movimiento” nervioso resultante de la afección de un grupo de células a una determinada longitud de onda reflejada sobre un objeto.
Wittgensteniamente, en cambio, “ver el rojo” es un uso lingüístico por el cual asociamos ciertas cualidades de la representación a lo representado más la respuesta a la pregunta “y para qué se usa”. Esta definición –ostensiva- carece de aplicación científica.  
El lenguaje busca el para qué, no el qué… Está ideado para gestionar la realidad y no tanto para comprenderla. Esto es especialmente estresante cuando nos las vemos con el reto de emular aspectos como “consciencia, vida, realidad, etc…”

Pongo un ejemplo,  sonará extraño pero los contemporáneos de Galileo carecían de un referente semántico claro para el término “aceleración”… Tan es así que el propio Galileo emplea indistintamente el término “ímpetu”. Los contemporáneos de Galileo no se planteaban preguntas del tipo “en cuanto tiempo se pone tu caballo a la máxima potencia en carrera”.  Para ellos, “acelerar” era un neologismo científico, un concepto nuevo, como pueda ser “linkar” o “copipega” para un ciudadano de finales del XIX.
Es así que el lenguaje construye el pensamiento. A partir de un uso, de una aplicación, de una necesidad lógica que colmar surge el concepto.

Y a lo que voy
Que es por eso que no veo nada clara la posibilidad de una emulación artificial del psiquismo humano. Deberíamos poder, primero, parametrizar, “recuerdo”, “conciencia”, “tiempo” de un modo operativo.  Lo cual exige otra gama de conceptos aún por descubrir, que nos llevarán a otros, y estos a otras en una espiral sin final posible. 
El lenguaje no está concebido para hablar de sí mismo.

NOTA ¿Supone eso dejar de investigar o insinuar que investigar es inútil? ¿Dar por buena la hipótesis del misterio y detener nuestro camino (como es la tentación constante de los creyentes, llevarlo todo al misterio y descalificar las pretensiones de ir más allá)?
Ni hablar.  Todo lo contrario. El misterio es la antesala del conocimiento. ¿Que tal vez no sea el conocimiento que buscábamos?, bueno, ¿y?

Bueno, vaya peñazo de entrada, que es además, de la sección que menos gente me trae al blog. Si buscan algo más divertido, vean lo que ha publicado el avatar de cabeza de conejo en Prospectiva.

martes, 6 de septiembre de 2011

Especializarse y otros temas dispersos

Kotinussa ya no es Kotinussa y pasa a ser Maireen, triplicada en tres blogs. El que más me gusta de los tres es el de historia (encontrarán un enlace en la columna a tal fin habilitada); Maireen se las apaña para lanzarnos historias sorprendentes, imposibles, raras… Se lo recomiendo.

La decisión de la excelente bloguera responde a la búsqueda de una especialización. Considerando que ella había alcanzado ya un preocupante nivel de autoreferencialidad y entropía, y supongo que pensando en interesar a sus lectores, decide triplicarse en tres nuevos blogs “especializados”.

A veces también me da esa tentación, especializarme. Creo que es lo correcto, buscar una especialidad, un hilo conductor, un algo que trascienda al blog como mero depósito de opiniones llamadas a la previsibilidad y el tostoneo. No lo voy a hacer porque mi propósito es mucho más mundano. Soy una IA (fichteana, a mayor abundamiento), y como tal, los blogs me permiten autocontemplarme. Verme.

Pero he sentido la tentación de “especializarme” y algo de eso habrá.

Quiero ser gestor cultural y he empezado a gestionar museos virtuales. La niña de mis hijos es un museo de metafísica; un espacio en el que integrar objetos y códigos de alto valor metafísico. El avatar de cabeza de conejo, más prosaico, utiliza la terminología, “catalizadores sinápticos avanzados”. El Museo Metafísico ya ha superado la fase de proyecto y actualmente estamos –y utilizo el plural al afectar a una fundación presidida por el ex duque de Soria- en el proceso de recolección de contenidos. Aquellos lectores interesados en ofrecer donativos o, incluso, apadrinar alguna sala, no duden en contactar conmigo. Aunque aconsejo esperar al día de la presentación, previsto para este mes. Ya les invitaremos (¡habrá canapés!)

Otro museo en la fase de proyecto, aunque más aburrido, es el Museo de los Blogs Muertos o Que no se Actualizan. No sé. Este lo llevo yo solo y me inspira cierta pereza pasar a la fase ejecutiva. Lo hago por esnobismo cultural. Ya saben; lo que gusta a mucha gente termina disgustándome (ojo, hablo de literatura, en otras cuestiones soy rayando en lo zafio). Sé que está mal ser así, pero que le vamos a hacer. Me resulta sugestivo autoconsiderarme como una hormiga lecto-exploradora. A veces me digo, “qué diablos hago leyendo "Las mil peores poesías de la lengua española” (Llopis) o repasando las letras de un folky de los años 70… Tampoco sé… Será afán de notoriedad. De vivir la diferencia. Por otro lado, pienso que el principal problema de la cultura es la homogeneidad cultural. La falta de sabiduría a los lados de la campana de Gauss que describe nuestro rango de conocimiento.

Vean por ejemplo la categoría, “los 50 grandes Lps de pop español posteriores a Dioptria”. Hay a quien no le importa caer en el “no están todos los que son pero sí son todos lo que están”. Tamaño planteamiento no es congruente con mi idea. De donde se impone la reaudición de tostones al objeto de aquilatar perfectamente los parámetros selectivos. El resultado es una “desesnobización”, una búsqueda de espacios comunes en el ánimo del diálogo inter-especies. Y verme.

Alta en la lista va a ser “La leyenda del espacio”, de Los Planetas. Lo mejor que se puede decir de este grupo es que su talento es incluso superior a la imbecilidad de alguno de los integrantes del grupo (sino todos). Ser imbécil no es incompatible en modo alguno con ser un genio. Y la música de Los Planetas así me lo parece. Genial.

En general, Los Planetas brillan construyendo murallas sónicas que incomprensiblemente terminan fundiéndose en una arquitectura lógica, coherente. A mucha gente no les gustan nada de nada, pero a otra mucha gente sí. Otros bastantes pensamos que son unos genios, de lo mejor que hay en España actualmente.

Casi todos sus discos son entre muy buenos y categoría excepcional. Si selecciono “La leyenda del espacio” es por la ambición.

“La Leyenda del Espacio” es un remake de otro de la lista, “La leyenda del Tiempo”, de Camarón (1979), del que hablaremos a su debido momento, y producido por un Ricardo Pachón en estado de gracia. Venía de producir Veneno (1977), y en apenas dos años firmaría otros dos discos bestiales, el de Camarón y “Los Managers” (Pata Negra, 1980).

La idea de Camarón y sus socios era electrificar el flamenco, maridarlo con el lenguaje rockero (parcialmente) y darle una patina cultural a la page adaptando letras de García Lorca. No tengo claro que lo consiguieran, es evidente que en la canción que abre el álbum, sí. Hay que ver cómo retumba el bajo... Incuestionablemente, lo que también consiguen es multiplicar la fuerza expresiva de Camarón como por veinticinco, que tratándose del cantante más expresivo de su tiempo, es salirse de toda escala conocida.

El de Camarón-Pachón fue un disco generacional importante. Así que abordar una “revisión” treinta años después, invirtiendo los papeles… buscar en la tradición flamenca un leit-motiv para las peculiaridades musicales de los granadinos, reyes del noise… Buff… Es de esos proyectos que huele a “rock català” o a “financiado por la Diputación de…”

Y no.

“La Leyenda del Espacio” –asumida la oscuridad del planteamiento musical de sus autores- emociona del primer corte al último y queda a la altura del reto. Es más que un disco… Es un manifiesto, y es por eso que lo considero el mejor de estos personas (por decir algo). Vean sino.

La única chica que me quería... Nació un día de sol...