sábado, 24 de septiembre de 2011

Bares en peligro de extinción

Advertidos por el náufrago, el comité seleccionador del Museo Metafísico, en avanzada fase de preparación, ha movilizado su más granado equipo de profesionales al objeto de incorporar a nuestra colección la procesión del jamón del Café Bar Pulido de Triana.
Antes que nada, vean esto (si no lo han visto ya, es de 2008 y lleva 850.000 descargas). Es brutal.


No vamos a desarrollar aquí la ficha técnica. Esto no es el Museo Metafísico. Este es un blog pluridisciplinar que, ocasionalmente, incide en la denuncia de vesanias sociales perpetradas desde el poder.

Verán, entre otros aspectos, interesa la integración del Café Bar Pulido en el museo por sustancializar una forma de conocimiento en su cenit. Hablamos de la sabiduría del bar. En efecto, los bares, y muy especialmente los bares españoles y más especialmente los de Triana, representan una manera de ser y comprender el mundo. Socarronería, relativización de lo grandilocuente y reivindicación de lo pequeño. Es una sabiduría basada en la humildad de los anónimos. En el esfuerzo común de, muy a menudo, varias generaciones de una misma familia interactuando con las miserias y grandezas de lo que viene en llamarse el pueblo.

Un santuario de la cultura popular.

Y llegamos al quid del problema.

Esta fórmula tal como la conocemos está al borde de la extinción.
La culpa es –y esta vez sí- de la socialdemocracia (no siendo menor el daño infligido, tampoco, por cierto prejuicio progre y pijo-conservador hacia lo castizo y lo pobre).
Durante décadas, en lo que duró la égira, montar un bar era la última frontera contra el hambre de las familias llegadas a las ciudades. No se precisaba mucha inversión, apenas un local. Apenas unos ahorrillos para pagar los alquileres durante los meses de arranque. A cambio, se precisaba una conspiración de sangre para vincular a los miembros de una misma familia (habitualmente) en un descomunal esfuerzo conjunto: arrimar el hombro mientras otros se divierten. Jornadas extenuantes de 8 de la mañana a 9 de la tarde, a menudo más, y libranzas de un día por semana.
Pues bien. Esa forma de vida está tocada de muerte.
Una presión fiscal desquiciada, pero sobre todo, la imputación de costes burocráticos. Protección de datos, SGAE, restricciones a la libertad de fumar, prevención de riesgos, normativas urbanísticas decretadas por verdaderos retrasados mentales, tasas sin cuento, normativas abusivas de instalación industrial y antisiniestros… Anualmente, un pequeño bar paga el equivalente al salario bruto de un camarero en, llamémoslo claramente, GILIPOLLECES cuando no LATROCINIOS (y si no, piensen en la SGAE).
Todo ello endurece día a día las condiciones laborales de los camareros, recorta sus beneficios y cimenta el cambio de paradigma. Del bar regido por el camarero y su familia, a la cadena de restauración dirigida por un grupo empresarial hostelero. De ahí, a la perversión insufrible de la franquicia, donde inversores multinacionales prostituyen nuestros bares con adulteraciones culturales.  Y la consecuencia.

Que aparte de paro y mengua de empresas es:

La conversión de un bar en un espacio donde se cobra, no por el servicio, sino por la optimización del tiempo transmutado en costes.

¿Y esperan ustedes alguna chispa de sabiduría, alguna gracia, alguna procesión de lo que sea en un Teletortillas King, telegestionado desde unas oficinas y apuntalado en el trabajo de un lumpen proletariado importado del tercer mundo, pagado a horas con el salario mínimo marcado por la ley y enrolado con contratos a tiempo parcial? 

No puede ser, me dirán ustedes horrorizados, nuestros políticos harán algo al respecto.
Sí, joderlos aún más. Para ellos, pasar del bar familiar al modelo franquicia, es cambiar de un modelo fiscal opaco a uno moderno, entendiendo por tal, más falso que Judas en cuanto a sus balances e IVAS, pero susceptible de cuadrar la entrada de datos en el programa de Hacienda y ahorrarles, por tanto, la monitorización personalizada por parte del funcionario de turno (que dicho sea de paso, es su puta obligación).
Y les juro por la Virgen María que, en lo que al poder concierne, no hay más.

Algunos pensarán que la masonería, el comunismo, la socialdemocracia, en su afán de monopolizar la cultura como motor de las opiniones, no podía soportar la pervivencia de una sabiduría pequeño-empresarial, familiar y ácrata que le disputara la difusión de memes ideológicos entre las clases medias y obreras. Y de ahí los ataques incesantes contra los bares.

Yo voy más lejos, mucho más lejos, pienso que fue la estupidez y la codicia. Tener gobernantes paranoicos, capaces de las mentiras más descaradas por seguir en el poder no es nada nuevo, de hecho a Rubalcaba me remito. Lo verdaderamente insufrible es padecer la opresión de los estúpidos y de los vagos. Subnormales elevados a responsabilidades de gobierno por caprichos del destino e incapaces de valorar el daño que infligen. Y mucho me temo que este es el patético caso.

NOTA. Y queda pendiente la invasión de empresarios chinos sobre el sector. Más de lo mismo, solo que esta vez, la franquicia no reside en Iowa. 
NOTA 2. Con esta entrada, queda oficialmente inaugurada la etiqueta O tempora o mores, que tantos años y no estaba, mecachis... que parezco nuevo...


3 comentarios:

Anónimo dijo...

En esto estamos de acuerdo. Les hacen la vida imposible. Les multan absolutamente por todo, y cambian la ley para poder volver a hacerles la inspección y volverlos a pillar en bragas. Conozco uno que le han multado tres veces por la encimera y las tres veces la ha cambiado por el material recomendado. Pero la ley vuelve a cambiar y le vuelven a pillar.
Pa llevar un bar y que no te multen por horarios, materiales, sanidad, terrazas, tabaco, etc, hay que leerse el BOE cada día.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Lo primero, mis respetos al sabio y siempre ponderado comité seleccionador del Museo Metafísico. Siempre a su disposición, señores.

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Jó, señor Sr.IA, qué peazo de artículo más sentío, más verdadero y más auténtico, y que placer me ha dado leerlo. Incluso, le confesaré, he estado a punto de soltar una genuina lágrima cofradiera por lo que estamos perdiendo y, tal vez nunca logremos recuperar.

¿Qué me va a contar usted del esfuerzo de una familia interactuando con las miserias y las grandezas de los señores parroquianos -no hay que aguantar ná en un bar...- para levantar un humilde negocio con el que da de comer a la tropa, si mi pobre padre para sacar a sus seís churumbeles tuvo que montar una bodeguita en el bajo de nuestra casa?. Cuánto le podría yo hablar de los sufrimientos y las penas que provoca tener el negocio familiar en el calor del hogar, y también cuánto le podría hablar de las alegría que me he llevado y los buenos momentos que me hizo pasar la distinguida clientela del bar de mi padre? Lo que sé de semana santa, de la madre de Dios, la Macarena, del Gran Poder y las entre telas del catolicismo más popular y sentío lo aprendí allí en el bar de mi padre?

Cierto, el Teletortillas King de carabanchel o de Benacazón no está pensado para gente como usted o como yo. Eso que salimos ganando.

Sr. IA dijo...

Encarnan como ningún otro sector el abuso y el ensañamiento del poder. Con motivo del tabaco, alguno se dijo me meto en gasto, trinco un local con terraza y así dispongo de una baza empresarial etc... Estos retrasados mentales de que hablo, van, y en 365 días, a la mierda tu esfuerzo. ¿Por alguna razón en concreto? Sí claro, por escaparatismo mediático, por aparentar que hago y tal... Tremendo. Y lo de las encimeras de Anónimo, y lo de las cocinas, y lo del refrigerado, y el de urbanismo con su tasa, y el otro con la suya. Chuleados de continuo por una panda de vagos (y en el caso de la SGAE, maleantes).
Me hierven los chips, es mejor dejarlo porque es para irse del país.