lunes, 22 de mayo de 2017

Lucifer y la Muerte


Al caer el sol, Lucifer se encontró a la Muerte sentada en un monte de hielo en medio del mar.
-¿Qué haces?, preguntó Lucifer.
La Muerte encogió su blanco esqueleto y señaló con la guadaña una silueta en el horizonte. Un barco cargado de pasajeros. Cientos, acaso miles.
- Son muchos -observó Lucifer.
La Muerte giró su cráneo proyectando las cuencas sin ojos sobre el diablo.
- ¿Qué pasa Lucifer? ¿Ahora te da miedo morir?
La voz de la Muerte sonaba a viento circulando por los entresijos de los dientes.
Lucifer se vio a si mismo abalanzándose contra el filo de la guadaña. Tendones y músculos despezados. Abandonando finalmente su peregrinaje por la creación. Adiós dolor, tristeza y sufrimiento.
- ¿Acaso puedo?
- ¿Acaso lo deseas? -replicó la muerte. El trasatlántico navegaba a toda máquina derecho al arrecife de hielo. Lucifer no respondió. La Muerte inclinó el cráneo, como consultando un registro en las manchas amarillas de sus huesos. -No estás en mi lista... No en la de hoy.
Lucifer no pudo evitar un estremecimiento de alivio. Seguiría con los planes.  Después de todo había cierto placer en ello.
Pero azuzado por su ansia de mortificar el rey del engaño no pudo por menos que preguntar:
- ¿Y tú qué? ¿Te gustaría a ti morir?
La muerte batió sus mandíbulas y su risa sonó como un colgante de cañas mecido por el viento.
- No sabrían qué hacer conmigo -respondió.
Y apoyándose en el palo de la guadaña se levantó trabajosamente del hielo pues el barco se acercaba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola IA, Cuanto tiempo.
fdo. Sr. Smith