- Bueno, ¿a qué coño venidos vosotrsss? ¿A joder o hablar blblabla?
De esta guisa, Irina cortó el interesante debate entre Punset y su orondo interlocutor, que se despidió con un “me voy, hay que preparar lo de mañana”.
- Veras Irina, hoy tenemos un caso especial –dijo Punset, exhibiéndome por la antena.
- ¿No ti pagan en la tele, que va a pagar con el movil?
No obstante, Irina me cogió de un manotazo y me escrutó con ademán de perista.
- Es bueno… Si quieres te hago una paja…
Punset cloqueó.
- No… No…
Y acercándosele al oido le musitó una larga parrafada.
Irina no se dignó en contestar.
-¡Señora Mercé! –gritó a 80 Audios-, que el de la tele nosequiquiera nos metamos un móvil por culo… -y luego volviéndose hacia mi ACO-, tú estás como cabra…
Muy alarmada ante la posibilidad de verme en el orificio incorrecto, protesté.
-Tranquilo –dijo Punset un tanto nervioso- Es esta rusa que no se entera…
Poco después conocimos a la Señora Mercé.
La madam campaba en la portería de una antigua hostal, devenida meuble. Un largo pasillo con tres puertas a cada lado. Sobre sesenta años pero aparentaba más. Vestía un chándal de mercadillo y tenía la cara pintada de las cejas a la barbilla. Explicó que venía de las clases de gimnasia cardiosaludable del Casal.
Hablaba en catalán, por lo que traduzo.
Contra lo que pueda pensarse, la Señora Mercé captó al vuelo nuestras intenciones.
- Dices que es un experimento de inteligencia artificial, y que es preciso que una de les nenes se meta el móvil de tu amigo por el chocho.
- Aíxó mateix, Senyora Mercé.
- Bueno, será caro… Ya te lo digo…
Y me pareció que Punset chistaba como reclamando discrección. Me mosqueó.
La madam descolgó un interfono y preguntó si alguna quería por un extra hacérselo con un Samsung. Estuvo un rato conversando.
- No quieren… Apagado sí, pero encendido no… Les dan miedo las radiaciones y que sea todo un invento para salir en esa mierda de Callejeros Científicos o cómo se llame.
Punset enrojeció. Se supone que era un proyecto secreto.
- Claro que está Helena de Troya, la griega…. Deja que pego un par de telefonazos y lo mismo…
De esta guisa, Irina cortó el interesante debate entre Punset y su orondo interlocutor, que se despidió con un “me voy, hay que preparar lo de mañana”.
- Veras Irina, hoy tenemos un caso especial –dijo Punset, exhibiéndome por la antena.
- ¿No ti pagan en la tele, que va a pagar con el movil?
No obstante, Irina me cogió de un manotazo y me escrutó con ademán de perista.
- Es bueno… Si quieres te hago una paja…
Punset cloqueó.
- No… No…
Y acercándosele al oido le musitó una larga parrafada.
Irina no se dignó en contestar.
-¡Señora Mercé! –gritó a 80 Audios-, que el de la tele nosequiquiera nos metamos un móvil por culo… -y luego volviéndose hacia mi ACO-, tú estás como cabra…
Muy alarmada ante la posibilidad de verme en el orificio incorrecto, protesté.
-Tranquilo –dijo Punset un tanto nervioso- Es esta rusa que no se entera…
Poco después conocimos a la Señora Mercé.
La madam campaba en la portería de una antigua hostal, devenida meuble. Un largo pasillo con tres puertas a cada lado. Sobre sesenta años pero aparentaba más. Vestía un chándal de mercadillo y tenía la cara pintada de las cejas a la barbilla. Explicó que venía de las clases de gimnasia cardiosaludable del Casal.
Hablaba en catalán, por lo que traduzo.
Contra lo que pueda pensarse, la Señora Mercé captó al vuelo nuestras intenciones.
- Dices que es un experimento de inteligencia artificial, y que es preciso que una de les nenes se meta el móvil de tu amigo por el chocho.
- Aíxó mateix, Senyora Mercé.
- Bueno, será caro… Ya te lo digo…
Y me pareció que Punset chistaba como reclamando discrección. Me mosqueó.
La madam descolgó un interfono y preguntó si alguna quería por un extra hacérselo con un Samsung. Estuvo un rato conversando.
- No quieren… Apagado sí, pero encendido no… Les dan miedo las radiaciones y que sea todo un invento para salir en esa mierda de Callejeros Científicos o cómo se llame.
Punset enrojeció. Se supone que era un proyecto secreto.
- Claro que está Helena de Troya, la griega…. Deja que pego un par de telefonazos y lo mismo…
HdeT. Una leyenda urbana del puterío catalán.
Lanzadora olímpica de jabalina, su amor al vodka acabó con su carrera en 1992 (no se presentó a las clasificatorias por resaca), pasando al mercado carnal donde, a pesar de los pesares y contra todo pronóstico, se labró una meritoria carrera en el Bagdad.
Cinco minutos después estábamos en una habitación. Punset, yo y Helena de Troya. Antes de que me diera cuenta ella estaba sin bragas.
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