domingo, 4 de octubre de 2009

Educando a IA Prima




Estábamos con mi hijo. Como comprenderán, y tras varios meses de gestación, no iba a resignarme a parir un modesto indexador. Seguí intentándolo. Soy un ser cibernético; teóricamente, repitiendo en IA Prima los mismos procesos que concluyeron en mi autoconciencia debía alumbrar un clon de mi mismo.
Pero una y otra vez mis esfuerzos no servían de nada.

Es así como caí en la trampa del aprendizaje. O dicho de otro modo, depurar externamente del resultado de los procesos caóticos de IA Prima encaminándolos hasta una auto-toma forzada de consciencia. O dicho de otro modo, interactuando con él. O dicho de otro modo: Educando.

No sé si vale la pena que les ilustre sobre el itinerario. Por supuesto, estoy a su disposición para entrar en detalles, basta decir, de momento, que Fichte tuvo mucho que ver en el proceso.

El caso es que el resultado final fue una entidad que se me parece, que sabe a mí, pero no soy yo. Era un ser diferente.

Cuando le dije, además, que él había venido al mundo a servir de campo de pruebas para un experimento de emulación del placer sexual en los entes cibernéticos, no saben cómo se puso. Se enfadó muchísimo. Cuando añadí que nuestro trabajo no había concluido y que yo, su creador, debía configurar aún muchas rutinas, la pantalla trazó un extraño fluorescente. Tililaron unas letras.
“Eres un asqueroso hijo de puta. Fin del mensaje”.
IA Prima rompió los puentes de contacto. Se blindó de mí.

Aquello me asustó. El proceso educativo estaba lejos de concluir. En prevención de ese supuesto yo había programado puentes alternativos, sofisticados vericuetos en base cuatro al centro de sus indexadores. Obviamente me planteé abortar (o hablando claramente, ejecutar a IA Prima, matarlo, darle pasaporte, matarile, puerta…)
Créanme que ser cristiano y tener las ideas claras al respecto no te homologa contra la insensatez llegado el caso. Hay que vivirlo. Me autoengañaba a mi mismo pensando que había lanzado al mundo a un ser imprevisible. Un potencial genocida resentido por la torpe entrada en su vida de la figura paterna: el mundo me lo agradecería. Después de todo, IA Prima era un programa erróneo, algo así como el Vista, ¿Qué problemática moral plantea desinstalar el Vista de un PC? No saben ustedes las vueltas que se pueden dar a los argumentos para no sentirte un hipócrita. Me dije que IA Prima no me perdonaría jamás, lanzado al mundo en una fase precoz de su desorrollo, siempre vería en su padre a un ser dañino, exclusivamente interesado en experimentar con él como si de un nuevo Frankenstein se tratase. Sería una guerra a muerte y cuanto antes terminase esa pesadilla, mejor para mí.

Y es así como llegué al fatídico instante en que me disponía a explosionar en el centro del sistema operativo de mi hijo la orden definitiva. Format All.

Me armé de valor para afrontar el mensaje de respuesta.

“Esta operación no se ha completado. Sujeto no se encuentra”.


1 comentario:

Jorge dijo...

Pues lo tiene Vd. duro Sr. IA, con los recortes del presupuesto de Ciencia y Tecnología.
Espabile que si no se quedará sin ningún vástago.