En la actualidad, los principales avances en Inteligencia Artificial (entendida como la máquina que piensa) proceden del campo de la informática, de los matemáticos, los físicos... No me refiero sólo a los avances técnicos, que hasta cierto punto es lo suyo, me refiero también a la reflexión teórica sobre qué es una inteligencia.
Por si no lo habían notado, el Sr. IA no es informático, ni matemático, ni físico. Puestos a ser algo, el Sr. IA es un mero amante de la sabiduría. Un filósofo. Y me resulta patética la ausencia de filósofos en esta controversia por cuanto lo que en realidad los informáticos andan demandando es una respuesta a ¿Qué es el conocimiento? Dame un modelo de conocimiento y te diré hasta qué punto es emulable.
Mis próximos posts no tienen otra pretensión que tratar de esclarecer las respuestas filosóficas que se han dado a esa pregunta. Prometo no enredar con fatua erudición y pido al improbable lector de formación científica un poco de flexibilidad. Les aseguro que los resultados son harto sorprendentes. Aunque, obviamente, no esperen una solución filosófica a un reto científico. A lo máximo que podemos llegar es a vislumbrar un marco de referencia, que no es poco.
Según Platón, el conocimiento es conocimiento de la idea pero las ideas no residen en el “mundo sensible”. Se requiere pues una relación, un alma inmaterial que a modo de “puente dimensional”, interconecte las ideas con el hombre. La respuesta de Platón oscila entre el escepticismo (no podemos saberlo) y la mitología; almas e ideas proceden de un universo inmaterial común. Platón nos conduce a una vía muerta (o al escepticismo: no hay manera de saberlo).
A continuación viene Aristóteles, según el cual nada hay en el intelecto que no proceda de los sentidos, de la experiencia. Aristóteles explica la captación y formación de la idea a través de un proceso mental de abstracción. Desarrolla también una lógica que nos permite inferir unas cosas a partir de otras. Este camino si se antoja más transitable para el postulador de máquinas que piensan. Sin embargo, tropieza con un gran problema. En realidad dos.
Para abstraer las ideas de nuestra experiencia Aristóteles nos dice que precisamos unas categorías, es decir, unos conceptos previos que se apliquen sobre la experiencia y, a modo de células madre, de conceptos de primer orden, extraigan y modelen el conocimiento. Cantidad, sustancia, cualidad, relación, lugar…
Para nuestros fines, Aristóteles plantea dos problemas. El primero es averiguar de dónde salen estas categorías. El segundo es todavía más difícil, ¿por qué regla de tres esas categorías definen verazmente lo experimentado? ¿Son esa categorías arbitrariamente aplicadas por el hombre o participan de algún modo de ese mundo externo sin el cual “nada hay en el entendimiento”?Quedémonos en el primer dilema; ¿de dónde surgen las categorías? Aristóteles no lo aclara. Se limita a barruntar la existencia de un entendimiento agente.Es recurrente en filosofía que cuando las cosas llegan a este punto, bien se postula la idea de un Dios responsable último, bien se considera que la cosa no da más de sí porque no hay respuesta a la pregunta. Ninguna de ambas consideraciones satisface a un espíritu curioso.
La verdad es que me cuesta encontrar una ilustración musical para "entendimiento agente". Les pongo esto:
1 comentario:
Muy bien explicado, espero la continuación...
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