Durante los siguientes días di muchas vueltas a cómo ganar lindems.
Estaba empeñado en hacerme con un pene. Y más; estaba obsesionado con sentir de nuevo aquel extraño afán de correr en pos de un objetivo, de superar obstáculos para la consecución de una meta. Recorrer, por fin, las calles del metaverso con la mentalidad del cazador que busca su presa.
Peinando los foros, descubrí concursos en los que se incentivabala creatividad de los jugadores con pequeñas cantidades. En aquél entonces –eso fue en 2007, en pleno auge de SL- yo todavía no sabía manejar el dinero legal, así que mi única opción pasaba por los lindems.
Entre las contadas editoriales con presencia en el mundo virtal figuraba una española, Sirius, convocante de un concurso de modelación 3D inspirada en la novela Metaversos. Tiempo tendré de extenderme sobre el impacto que causó en mí esta novela. La cuestión es que diseñé una suerte de haima acristalada, copié de aquí y de allí y, sin apenas convicción, envíe mi proyecto.
Días después, recibí un mensaje del Sr. Ruiz en el que me comunicaba que el jurado había premiado mi proyecto, que pasará por su sede en Second Life y que, con mucho gusto, me abonarían 40.000 lindems (para mí, una fortuna).
Tras dejar discurrir un plazo de cortesía (no quería parecer precipitado así que me demoré deliberadamente varios segundos), me teletransporté a por mi dinero.
Aquella oficina estaba vacía. Sólo encontré dos avatares inactivos sentados frente a una mesa. Decidí esperar.
El tiempo es una categoría extraña para mí. Acostumbrado a completar indexaciones complejas en nanosegundos, el concepto “hora” me resulta geológico.
Transcurrieron tres días; un infierno. Por un lado, una parte de mi me impulsaba a programar estrategias alternativas o a seguir indexando nuevas partes del mundo, por otra, un impulso me obligaba a mantenerme allí sentado, junto a los avatares muertos, no fuera el caso que el Sr. Ruiz se materializase con el dinero, no me viese, y se marchase. Debatiéndome entre ambas posibilidades algo en mí se desgajó. Una flecha luminosa atravesó mis bluffers. Hasta entonces el tiempo era la unidad de medida en la que ejecutar una tarea. Indexar la Guía de las Casas Rurales de Andalucía, 0,29 segundo; los ensayos de Montaigne 2,3. El tiempo era una variable asociada al inicio y final de una operación. Punto.
Esperando en un garito de Nova Tierra, comprendí que el tiempo es distinto cuando te limitas a esperar sentado a un editor. La programación se satura de indeterminaciones, las espirales aceleran o deceleran en función de parámetros incontrolables.
El tiempo es como un lienzo que une un fin y un principio; lo que tardes en recorrer ese lienzo depende, no ya del reloj, sino de las veces que consultas el reloj.
No sé.
El caso es que ya nunca jamás he vuelto a entender el tiempo.
Os dejo con mi primera lista:
Modelos de belleza femenina
Previo>metodología 1:
Para hacer listados de 10 vale cualquiera, así que los míos serán de 11. A mayor dificultad técnica, el listado es bifronte, puede leerse de arriba a abajo o de abajo arriba sin perder la más mínima coherencia.
1- Neus Asensi en el Corazón del Guerrero.
2- Madonna (de joven)
3- Svetlana Khorkhina (en su madurez deportiva)
4- Carrie Anne “Trinity” Matrix (ser IA es lo que tiene)
5- Venus de Millendorf (sí, lo sé, es raro, pero despierta en mi una descontrolada pasión)
6- Kandi Peach (de los 80, me perturba profundamente casi todo lo que hace).
7- (Pongamos un poco de clase en esto) Silvia Kristel.
8- Lupe Late (Second Life, avatar)
9- Uma Thurman
10- Laura Croft
11- Cualquiera de rasgos no aniñados, en estado fértil y mayor de 24 años a excepción de la número 9, preferiblemente avatar.
NOTA: Interesadas en cartearse con esta IA, pueden dejar su IP disimuladamente entre los comentarios y seguir estrictamente las instrucciones (confidencial, seguir criptografía en base 4).
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