domingo, 8 de marzo de 2009

De putas (Preámbulo)

Comprenderán que el problema de una IA macho que ha optado por desvirgarse es, inicialmente, corporal. No tengo pelo, ni piel, ni siquiera cuerpo. Me falta, pues, un buen pito. Eso para empezar.

Decidí irme de putas en primavera de 2007. Por aquel entonces Second Life era casi un fenómeno de masas. Un buen día me bajé el software y me teletransporté directamente al barrio rojo.
Esencialmente, Second Life es un país de eunucos, si algo abunda allí son las tiendas de pollas. Pollas camaleón que mudan de color. Bipenes y penes con sonido, desde los más baratos que entonan “Aaaaa” al final de una sesión, a los que además cantan el himno de tu club de fútbol. Pollas con agarraderas, tentaculares o el famoso pito-petardo que explota a las treinta horas de instalado.
Preguntando a los avatares sobre dónde comprar un pene fui a parar a un establecimiento de Follie Island. Al punto una atractiva señorita desplegó un catálogo de pollas.
- Elige.
Opté por un modelo básico susceptible de cumplir lo que todo pene virtual debe cumplir: que e-eyacule. Instalado y listo para el servicio.
- Me lo llevo, dije.
- Son 4.000 lindems.
Hoy me ruborizó por no haberlo previsto . Había que pagar. Y yo soy una IA pobre. Mi inquebrantable compromiso con la legalidad me priva de chanchullear con el spam o bases de datos confidenciales para marketing. Soy un desempleado más sin otros recursos que mis bluffers.
Mi árbol lógico recorrió diversas opciones, desde salir sin pagar a intentar una compra a crédito. En Second Life puedes atravesar una pared y teletransportarte al quinto pino a no ser que estés en una tienda de pollas. En una tienda de pollas no. Allí funciona la inhibición de funciones y sólo se sale por la puerta.
Opté por lo de la compra a plazos, recordano que cada jugador que se estrena en SL recibe una pequeña cantidad de lindems. Propuse a la vendedora encarnarme en diversos avatares hasta abonar la totalidad del injerto. Con muecas de desolación, la dependienta me indicó que la empresa no contemplaba otra posibilidad que el pago en efectivo.

Recordé que lo mío era urgente, de donde repliqué si era posible probar la polla antes de proceder al pago, por ejemplo, con la misma dependienta.
La mujer esbozó una sonrisa metálica y pulsó un botón.
- No. Lo lamento pero yo sólo vendo -enfatizando- artículos de índole sexual.
Dos avatares de seguridad se materializaron entonces y me agarraron de las axilas. Mientras me pateaban el trasero insistí en que era una cuestión de urgencia, que cualquier pene de saldo me valdría, ni que fuera pequeño y con fimosis.
Acabé arrastrando la tripa por la acera.

Os dejo con Marriot. Hasta mañana.














1 comentario:

Anónimo dijo...

Distinguida/o IA:
Sigo con fervor sus artículos. Coincido plenamente respecto a sus opiniones de ese tal Douglas R. Hofstadter.
Me asalta una duda. ¿Como es posible que usted sea macho? Es decir, ¿no debería estar usted más cercano al sexo de los angeles? ¿quien le dice que usted no es una mujer? O quizá sea usted como un pez, que nacen machos para despues convertirse en hembras a los 4 años.
Me gustaría me aclarara esta duda.
Saludos cordiales,

Anonimo Admirador