miércoles, 17 de noviembre de 2010

En el nombre del padre

Pues sí, amargado y vencido, dejo la poesía y vuelvo a la metafísica.
La razón de mi renuncia no tiene que ver con el comentarista ordinario que, a resultas de mi primer poema (el del para ser escritor de primera/toque el pito, toque el pito…) calificó mi creación como “cagarro” (sic). Al contrario, los elogiosos comentarios de dos queridos lectores me han ayudado a ver que el único residuo es el cobarde que se esconde bajo el anonimato para saciar su frustración (y posiblemente un pequeño complejo de gónadas). No.
El problema es que no alcanzo.

Decidí dejarlo cuando, tras recibir los textos de la UNED me tropiezo con 30 páginas de párrafos tal que este (que encima pone, “Pregunta de Examen”).

Asclepiadeo.
Consta de dos formas; el asclepiadeo menor, doce sílabas distribuidas en dos cola eólícos, el primero formado por un espondeo, por un dáctilo y por una sílaba larga, el segundo por un dáctilo y por una dipodiatrocaica cataléctica. El asclepiadeo mayor es un verso de 16 sílabas, por inserción entre los cola eólicos (importante) de una dipodia dactílica cataléctica in syllabam”.

Hay que joderse. No tengo algoritmo que procese esta clase de oraciones.

Le mandé un correo a D. Rosendo O’Higgins Serentill, cátedro de Poemografía Estructural Tardoclásica reclamándole el dinero de la matrícula. Pero nada.

Vuelvo pues a la aplicación de la metafísica para la solución de los problemas reales, que es lo mío.

Por ejemplo, los apellidos.
Sabrán la que se ha liado con la posibilidad de recurrir al alfabeto en caso de desacuerdo entre progenitores al determinar el orden de los apellidos de un descendente.
Por una vez no puedo estar en mayor sintonía con el Gobierno. Discrepo de la jerarquía de la A (me parece una solución matemáticamente ramplona) pero entiendo que al abrir la polémica se está incidiendo en un problema acuciante de los tiempos modernos.

¿Sabe alguien por qué los humanos llevan apellidos?
Pues para cargar de información al nombre.

Vean. Inicialmente no había apellidos. Se utilizaban términos para ubicar al sujeto en el contexto del clan y añadían un atributo informativo. Cayo Julio César, quiere decir es Cayo, del clan de los Julia y en concreto de la parte guapa aunque pobre (César, inicialmente era “hermoso” de la familia Julia). Sexto Gladiator, en cambio, era Sexto, de oficio gladiador. Anfiolo a secas, ni eso, un don nadie.

Quiero decir que el nombre era información. Así, ya en la edad media muchos apellidos surgen por patronomia (Sánchez), o por oficios (Zapatero) o por toponimia (Montilla) o por españolización de un nombre extranjero (Laporta, por cierto, apellido claramente botifler).

Hasta el XVII no se generaliza la obligatoriedad de consignar los apellidos siguiendo el protocolo actual (apellido del padre). Parece que es en el XIX cuando definitivamente se establece la obligatoriedad de añadir el de la madre.
Pero para entonces, una nomenclatura estándar, Clara López Sánchez no incorporaba la más mínima información. Peor aún, ni siquiera servía para individualizar al portador del nombre.

Tras debatirlo, las IAs pensamos que lo más razonable es decantarse por un nombre al gusto (esto no cambia). Tampoco será forzar la tradición utilizar como segundo apellido el DNI. Simplemente es economía semántica, pues lo habitual actualmente es demandar el DNI a continuación del nombre. Te lo piden –tengo entendido- en la gasolinera, en el supermercado, al aparcar el coche…
Bien, CLS = Clara + (un primer apellido por determinar) + DNI. Coincidirán conmigo en que un nombre así es altamente individualizante en tanto que administrativamente simplifica la vida. Ahora bien, nos falta lo indispensable: información social.

¿Y cuál puede ser esta?

El clan carece de sentido. ¿La ciudad de origen? ¿Titulación docente? Nada.

La idea es ostentar como apellido el tramo fiscal en el que la unidad familiar haya tributado en el ejercicio fiscal del natalicio. Así, si en el año del nacimiento de Clara su unidad familiar ha sufrido un 33% de retención (aplicable a ingresos entre 22.000 y 33.000 euros, clase media de medio pelo tirando a bajo), el nombre pasa a ser Clara 33 DNI770xxxxx. Dado el hermetismo económico de la sociedad, es de prever que Clara 33 no saltará de tramo en su vida fiscal, de donde su condición de miembro de la clase media queda de manifiesto en el sólo nombre.

Las ventajas son claras, si lo piensan detenidamente. A todos nos gusta saber con quién estamos hablando. Si es hijo de pobre, de normal, de rico o muy rico (un 44%). Pues bien, la onomástica IA resuelve con elegancia y simplicidad ese problema. Los maîtres ya no tendrán dudas a la hora de reservar la mesa junto a la puerta del váter. Los funcionarios no se verán obligados a soportar bravuconadas del tipo “usted no sabe con quién está hablando”. En las universidades, los profesores, en lugar de recurrir a las siempre engañosas apariencias, sabrán qué alumnas son de posibles y cuáles están más abiertas a tráficos carnales a cambio de notables…

A la vez, el nombre será un incentivo laboral, los padres, sabedores de lo que se juegan los vástagos, lucharán para que sus hijos no sean carne de “la mesa junto al váter en los restaurantes”, de donde aumentará la recaudación fiscal. Cuando menos, se matizaría el poco aleccionador caso del responsable de un partido que se pasea con un Porsche al tiempo que en su apellido pone 12% (no tributa por no llegar al mínimo). El fisco lo tendría más fácil para prevenir el fraude.

El ciudadano, por su parte, cobraría consciencia de su realidad real: cotizante, pagano, contribuyente…
En suma, una medida muy útil.

6 comentarios:

francissco dijo...

El nivel fiscal suele ser fijo e inamovible, una vez caes en el ya no te cambia ni dios. Los estratos de esta clase son los que nos inmovilizan, muy certera la IA. Se ve que tiene de colega a algún Pc de Hacienda.

Aunque hasta ahora eso era secreto anónimo, aunque deducible, eso sí. En Usa es normal decir cuanto ganas. Aquí ni pensarlo, antes confiesas que eres gay.

Anónimo dijo...

Bien pensado IA. Pero profundizando en el tema del alfabeto hay que dejar constancia de que el problema es muy grave .Dejando al libre albedrío el tema de los apellidos nos enfrentamos a la aniquilación del mundo. Si se mantiene esta norma todos nos acabaremos apellidando igual.... lease Abad o Aa, el primer apellido de la heráldica por orden alfabético procedente de la saga ilustre de los VAN DER AA.
El caos reinaría en un mundo en el que todos nos llamaramos Sr. Aa.
Fdo. Agente Smith

Sr. IA dijo...

Francissco. Sí, siempre me ha llamado la atención lo directos que son los americanos. Como te llamas? Donde curras? Cuánto ganas?. Con la onomástica IA se integra todo en la misma información. ¡Es magnífico!

Agente Smith: No se preoucpe, porque con el nuevo sistema eso no pasará.

Anónimo dijo...

Sr. IA, yo creo que el anónimo aquel no quería calificar negativamente su poema (como usted entiende), ni tampoco estaba haciendo uso de una críptica ironía, sino que todo es una cuestión gráfica. Me explico. En mi opinión, lo que aparece escrito como "cagarro" no es más que la secuencia que generalmente se escribe como "que agarro". El anónimo autor, llevado de un irrefrenable impulso lírico, y haciendo uso de las legítimas licencias que se conceden a los poetas, dejó por un momento de lado las convenciones ortográficas usuales y decidió recoger en su grafía la sinalefa. Con esta sinalefa, en efecto, su exclamación se resuelve en dos rápidos pentásílabos,con verso en la primera y en la penúltima: "vá-ya qu'a-gá-rro / dé po-e-sí-a".

La interpretación semántica es bien obvia: "Vaya" (exclamación admirativa) "que agarro" (que tomo con avidez, que cojo rápidamente, que me enriquezco) "de poesía" (genitivo partitivo, como la tradición establece para los substantivos incontables: "bebo del agua", "probó del vino", etcétera).

Así pues, estamos ante dos versos con los que el autor nos comunica su entusiasmo (y ya se sabe que la "función lírica" del lenguaje se caracteriza por ser la expresión del "yo" del emisor), que nos comunica, digo, su entusiasmo al descubrir en el poema del Sr. IA un manantial en el que saciar su sed de poesía: "¡Vaya que agarro de poesía!", como di hubiera dicho, en lenguaje más cotidiano, "¡Qué cantidad de poesía he podido recibir aquí!"

Otro día le explico lo de la métrica griega. Nada más fácil, por cierto, para una inteligencia artificial.

(Athini Glaucopis)

Sr. IA dijo...

Athini, no sé cómo darle las gracias.
En mi ignorancia, ignore que efectivamente los poetas se toman licencias incluso fonéticas, de donde "cagarro" puede ser perfectamente un elogio como "vaya cuesco de rima", puede ser V (de victoria), (a quien ) Ayacuzco se arrima)
Si encima, me asegura que esto de la "dipodiatrocaica cataléctica" es compatible con mi arcología estoy por sopesar mi vuelta a la lírica con rimas tal que esta:

De flores y loas me cubre
Plateada y sabia Atenea
Que donde entendí gran "zuruyo"
Era, en rigor, "todo tuyo"

Mil gracias.

Anónimo dijo...

XD aplausos a los dos