Leí una vez un libro, la Gran Guerra y la Conciencia Moderna. En la solapa alguien escribió; “uno de los 100 mejores ensayos del siglo XX”. No se equivocaba, en mi opinión.
Siempre me ha fascinado la Gran Guerra.
Cualquiera que haya sido soldado sabe que el macutazo es una forma de vida.
La dinámica del macutazo responde a la voluntad del mando de mantener en la inopia a los soldados. Por seguridad, sí, y supongo que también por sadismo, y supongo que porque si las ovejas supiesen que al final del camión hay un gancho de carnicero se estresarían y su carne sabría agria.
Siempre que prepara una novela, mi albacea testamentario tiene a gala cepillarse el 30% del texto (es inflexible en eso, una novela a la que no se le capa el 30% es mala, afirma categórico). Luego pasan cosas, claro.
En la basura, pues, un fragmento en el que se pretendían resumir algunos de los más famosos bulos de aquella barbaridad de guerra.
Antes, empero, les pongo en antecedentes. Toda unidad de choque presupone que su trinchera es un 150% más castigada que la de la unidad vecina. Esto es un axioma y a la vez, superchería. Lo que no es superchería en ningún modo son los sumarios incoados a granjeros a los que se acusaba de informar al enemigo de las posiciones defensivas aprovechando las más variopintas claves. Por ejemplo, ordenar las vacas conforme a un código cromático (los vigías, elevados en las drachen que luego Tolkien inmortalizaría en la epopeya de Frodo, lo tenían claro, vaca negra, negra, y luego la pintada. Conclusión, baterías del 70 sobre 10F). Algún soldado con mente analítica levantó el bulo y contrainteligencia acabó con la filtración por la vía rápida; envíen unidad carnizadora a la granja cual, los lomos al alto mando y guiso para la tropa.
Dos. La oficialidad inglesa consideraba –al menos durante los dos primeros años de guerra- contrario al espíritu castrense acomodar las trincheras de sus sufridos infantes. Cuanto más infectas fueran, pensaban los del galón rosa, más desapego a los bienes materiales por parte de la tropa y más entusiasmo a la hora de conquistar los bunkers boches. El resultado fue otra barbaridad de bajas por disentería, pie de trinchera, cólera...
Los soldados ingleses, en cambio, tenían otra explicación. En Ypres –nunca la ingeniería británica cayó tan bajo- empezó a propagarse el bulo de que las trincheras ddel rey Jorge eran más malas por una pura cuestión de ahorro. Pues era claro que el alto mando había alquilado para los tommies las trincheras más cutres al objeto de pagar menos renta Estado Francés. Y este es uno de los bulos más famosos de la guerra; que Inglaterra pagaba una pasta por alquilar trincheras a los franceses.
Ya sin más, el destrío.
Desayunas como un príncipe en tu casa y por la noche estás enfangado y rodeado de muertos y preguntas imposibles. ¿Alguien sabe por qué las trincheras inglesas están repletas de ratas y agua podrida mientras en las francesas, tal como juran los que las han visto, hay cantinas cada doscientos metros? O por qué las bombas estallan de lleno en nuestras madrigueras y nunca jamás en las del segundo batallón. Y por qué el coronel se empecina en cargar contra la cota, pese a que como todo el mundo sabe no es posible abastecer la posición antes de que los boches contraataquen. Y entonces kaput.
Nadie comprende nada. Sólo que kaput. Sólo que algún día tres bengalas negras aparecerán en el cielo del mediodía para anunciar que la guerra ha terminado. Pues así lo pactaron en secreto el Rey Jorge y su primo el Kaiser mucho antes de que empezara el lío. (De hecho, se rumorea que después de Ypres, ambos monarcas intercambiaron la clave secreta para disparar las bengalas y en el último momento no apareció la tercera bengala; la robaron agentes de Poincaré para evitar el armisticio. ¡El gabacho mamón! Ahora Poincaré aspira a eternizar la guerra para seguir cobrando el alquiler que Inglaterra paga por ocupar las trincheras... Lo sé de buena tinta, me lo dijo Sinclair, que se acostó con aquella furcia que bailaba desnuda y fue amante de Jofre. La que fusilaron. Mata-no-se-cuantos. Se habla de dos millones de libras al mes, la cuarta parte para los generales).
Desinformación igual a bulo. No saber nada igual a darlo todo por cierto. Y las teorías que intentan dar sentido al sinsentido saltan de sector en sector. Ángeles misericordiosos, reyes ancestrales cabalgando sobre corceles negros, espadas míticas clavadas en las rocas. Balas de oro para matar boches-vampiro. Hadas que se aparecen a las hijas de los que morirán mañana y vírgenes protectoras que resisten inmunes los cañonazos de los impíos. Aviadores nocturnos que ametrallan burdeles e inventores locos domadores de abejas-asesinas. Canadienses crucificados por el enemigo, parvularios belgas pasados por las armas...
Una verdadera locura.
Los askaris de las fuerzas coloniales especulan con que un señor tenebroso les ha convertido en hombres-hiena. Practican embrujos para despertar de la pesadilla.
Hay un completo anexo al respecto en el archivo “Lo que el jugador debe saber acerca del Somme”.
2 comentarios:
A partir del destrío me has hecho alucinar por un tubo. Aquellos no eran soldados, eran ya almas en pena a las que ni siquiera dejaban entrar en el infierno. Seguramente morirían nada más pisar el continente y no se enteraron.
No me extraña que les pasaran tantas cosas raras en aquellas No-man,s lands. Dios nos libre, por cierto, de los boches-vampiro, glabs
Sobre vampirismo y tal, destacan dos leyendas, la fábrica de cadaveres, procesadoras de carne a partir de muertos que se les imputaba a los alemanes (en realidad, complejos de carnización de animales muertos, quiero pensa, y conmigo la crítica). Tienes el tema de los desertores caníbales, en Verdun, popularizado por la prensa gala (y es que esta es otra, la prensa recogía y amplificaba muchos bulos). Los askaris, soldados auxiliares de Kenia, son tema aparte, sus ritos era un filón (por ejemplo, aún hoy, determinadas prostitutas nigerianas son objetos de un encantamiento de zombificación, pueden ser putas porque su alma queda limpia en manos del chamá de aldea o lo que sea y, por tanto, no son un desdoro familiar). Sobre Angeles de Mons, Arqueros de Azincourt, el Camarada Blanco y tal, ni me extiendo. Baste decir que la leyenda del batallón desaparecido sigue viva en los Karma 7 y revistas "especializadas". El doctor loco era otro clásico, al igual que el alemán inmortal al que había que matar cortando la cabeza. Lo de abejas amaestradas, he leído que lo relacionan con cierta batalla en el Africa Alemana (camerún), en el que los alemanes echaron a los infantes a zonas plagadas de avispas de estas asesinas. Esta es una aproximación de urgencia, pero es un tema que me puede...
Cordiales saludos.
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