domingo, 22 de agosto de 2010

Sacco y Vanzetti



Al grito de “¡Viva la anarquía!” y “Adiós madre mía” Fernando Nicola Sacco dejó este valle de lágrimas tal día como hoy en Boston hace 117 años. Poco después, su lugar en la silla eléctrica fue ocupado por su compañero Bartolomeo Vanzetti, quien tras despedirse amablemente con un apretón de manos de los guardas que le custodiaban, dio lectura a una declaración en la que proclamaba su inocencia.
Tras varios años de tortuosos procesos Sacco y Vanzetti fueron condenados a muerte por el asesinato en 1920 de dos guardias de seguridad en el asalto a mano armada de la Slater-Morrill Show Company, en South Braintree.

Activistas de un violento grupo anarco italo-americano, Sacco y Vanzetti fueron detenidos un mes después del asesinato. Desde el primer momento, las vicisitudes judiciales del pelito desataron una oleada de manifestaciones de protesta de Alemania a Japón. El obrerismo más radical les convirtió en mártires de la opresión capitalista. En Italia, las muchas irregularidades y contradicciones del proceso se vivieron como una ofensa nacional, como una criminalización del emigrante italiano.
Históricamente, los comités de apoyo a Sacco y Vanzetti tuvieron una importancia decisiva en la organización de un aparato social fanaticamente revolucionario (la FAI española, por ejemplo) que preconizaba la muerte del sistema por la vía rápida (revolución) y su sustitución por un régimen basado en la colectivización de la propiedad, la abolición de la religión y la producción por autogestión.
La historia de Sacco y Vanzetti es compleja.

Su inocencia es relativa y me explico. Es claro que durante los diversos juicios se trucaron pruebas y se falsearon declaraciones. Es igualmente incuestionable que la opinión pública americana juzgaba en Sacco y Vanzetti a una inmigración italiana con concomitancias, por un lado, con el pequeño delito y el crimen organizado , por otro con un obrerismo cada vez más peligroso y radicalizado. Me resulta imposible no pensar que las autoridades –y el poder- buscaban un castigo ejemplarizante contra grupos como los Galleanos, entusiastas defensores de la dinamita como herramienta redentora del mundo. Tampoco me extraña, claro.

Sí, Europa gusta ignorar que fue la cuna del terrorismo, entendido como la acción violenta indiscriminada para la imposición de un ideario político. Cuanto peor mejor. El terrorismo es la socialización del terror. Pudrir la convivencia para llevar a la sociedad al abismo.

El terrorismo anarquista, además, era la ideología por excelencia de los criminales. Los habitantes del despiadado lumpen del auge industrial, reprimidos sin miramientos por el orden social establecido (jueces, curas, empresarios, policías), los presos… Todos encontraron en el anarquismo el ideario justificativo que convertía en apóstol al rufián. En virtuosa a la puta.

Curioso el espíritu de contradicción de la raza humana. Del más hermoso credo, la abolición del poder y la consagración de la libertad como valor absoluto, se llega a la locura homicida. A la bomba orsini en la rambla de Barcelona lanzada al grito de “nadie es inocente”. A la concepción de la dinamita como “dolores del parto de un mundo nuevo”.

Pero vuelvo a Sacco y Vanzetti. Investigaciones posteriores aportan indicios que, realmente, ambos estaban altamente implicados con la delincuencia local y con la cara menos amable del terrorismo libertario; su vinculación con el asalto de South Bantree es todo menos descabellada. Unos angelitos.

No obstante (sé que es una debilidad, sé que es una fascinación melancólica por el pasado) no puedo por menos que sentir simpatía por Sacco y Vanzetti. Por su forma de vivir y morir, encajando la mano del guardia que le lleva al cadalso. Figuras elevadas al martiriologio obrerista por canciones tan bellas como ésta.

Un 23 de agosto, en Boston América…

2 comentarios:

francissco dijo...

Sr. IA (modo libertario)dijo:

..."Los habitantes del despiadado lumpen del auge industrial, reprimidos sin miramientos por el orden social establecido (jueces, curas, empresarios, policías)"

Ay, aquí nos duele. Que la psicopatía evidente de Saco y Vanzetti pueda hallar justificación en esas circunstancias sociales propias de un rodillo despiadado.

Millares de emigrantes italianos de aquella época, no obstante, no eligieron el camino terrorista, menos mal, je, je. Porque cierta sociología nos quiere presentar no como sujetos provistos de voluntad y responsabilidad sino, más bien, como un mero paralelogramo, una suma de fuerzas. Si el ambiente te presiona saltas y, la mayoría demuestra que no es así.

Pero, entonces, ¿que cojones hacemos con ese orden social tan cafre, IA? ¿Tan solo componer bonitas canciones nostálgicas como la de abajo? Algo así hacían los negros con sus blues...ale, a definirte y mojarte, je, je

Morituri te salutant.

Sr. IA dijo...

Qué preguntas más difíciles me hace, Francissco. Me deja usted en evidencia siempre.

Lo honrado sería decir que no lo sé.
Lo cierto es que el sistema era tan cafre que saltó por los aires en los frentes de la IGM.

Los estados fracasaban en la extensión del orden social a los proletarios. Estos, a su vez, se radicalizaron, radicalizando a las clases medias, que empiezan a valorar las dictaduras como un nuevo orden social (y no sólo Hitler o Mussolinni o Franco. La historia de Europa es un continuo de 18 de julios y revoluciones de octubre de Polonia a Rumania).

Hoy los economistas dicen que no hay prosperidad real sin dos cosas, un mercado libre (que no era el caso), y un sistema fiscal de rectificación de la acumulación de la riqueza en las oligarquías(que tampoco).

El sistema funcionó mientras la clase dominante tuvo en su mano los sistemas de represión de las clases dominadas. Cuando se generaliza el voto universal y la democracia real, surge la polarización frente a la cual el viejo orden no tenía sino que morir (y murió a lo grande, en la I y la II GM)

Dónde está aquí la libertad humana?
Estar, está, pero no se puede negar que como en un vector la sociedad se fue desplazando irremisiblemente hacia el caos.

Tal vez, la libertad humana está, como dice Cercas, en el soldado que decide indultar a Sanchez Mazas. En las acciones individuales, en el cómo lo hago, no en el qué. En la dignidad o indignidad personal de quienes vivieron esos negros tiempos. En la manera de interiorizar la tragedia, si me permite la tontería.