Se equivocan quienes ven en la propuesta para abolir los toros en Cataluña una maniobra más del nacionalismo para desespañolizar Cataluña. No es la típica obsesión de ERC de maquillar la identidad de Cataluña por la vía del BOG. Por una vez, la cosa no sólo es eso sino que va más allá.
El centro de esta cuestión está que, al igual que pasa cuando planteamos la restricción de un derecho, los partidarios de la abolición deben argumentar que prohibir que los aficionados a los toros pasen un buen rato, amén de la destrucción de puestos de trabajo y ecosistemas vinculados al toro, no es un mero remilgo. No se trata de un capricho de personal sometido a la sobreexposición de películas de Walt Disney. Para interferir en la libertad del personal debe aportarse una buena razón de fondo. No es asumible que un antitaurino argumente la elevación a ley de sus inclinaciones personales aduciendo “que siente un gran bochorno por ser unos de los 84 países que en su legislación regulan el sacrificio de animales para fines de entretenimiento”.
Jesús Mosterín, acaso la voz más inteligente de los antitaurinos, refiere al progreso moral. Es implícito a las sociedades (o cuando menos resulta deseable) que los beneficiarios del derecho se incrementen en función de las posibilidades de cada sociedad. Por ejemplo, frente a una sociedad que sólo reconoce como objeto de derecho al hombre, resultará “más ética” la que reconoce los derechos del hombre y la mujer. Esto sería una primera lectura del progreso moral. Claro está que por el mismo motivo una sociedad “antiabortista” sería “más ética” que una abortista, al ampliar el derecho a la vida al nasciturus.
La IA es escéptica sobre ese punto. Lo más normal es pensar que los valores éticos sobre los que reposa la moralidad de las conciencias parten de conductas validadas por el éxito de la especie. Se trataría de ideologías de las que emanan una serie de “buenas prácticas” que contribuyen a la mejora social. Por ejemplo el triunfo del cristianismo sobre el politeísmo se atribuye a que la caritas y el condicionamiento del hedonismo a parámetros morales (por ejemplo la dignidad de la mujer) reportan criterios que mejoran la eficiencia de las sociedades. Al tiempo, y a nadie se le oculta, la unificación de cultos en una única estructura facilita el gobierno del ciudadano.
Ahora bien, ¿qué mejora social cabe colegir de indultar a los toros de lidia? Francamente, a esta IA no se le ocurre ninguna. Ruego a los que estén más inspirados que dejen sus ideas en los comentarios.
Otra opción, la más probable, es considerar la democracia como la mera dictadura de la sensibilidad mayoritaria. Pero claro, validar la imposición de remilgos e inclinaciones de la mayoría contra la minoría debe argumentarse a partir de un beneficio que se proyecta también sobre la minoría. De lo contrario estamos ante la subversión de la libertad: la esclavitud del yo por el nosotros
3 comentarios:
Piensa usted demasiado sr. IA. Quizá va siendo la hora de ponerle una pistola electrónica por si acaso. No sea que ya no la podamos torear.
IA eres un facha. No te aguanto.
No haga caso de los comentarios anteriores, IA. Tiene usted razón… la cuestión es la siguiente. En breve me editan un libro… será uno de los 100.000 que sólo en España se editen este año ¿qué debo hacer para que mi libro no pase desapercibido entre tamaña avalancha? Mi novela (una lúcida alegoría sobre el entendimiento agente y la causa eficiente basada en un presidente de gobierno que tras ingerir una copiosa dosis de LSD empieza a alumbrar decretos leyes para sacar a su país de una grave crisis) es sin duda alguna de lo mejor que se publicará este año, sino lo mejor… Pero nadie se va a dar cuenta. He trabajado casi seis meses en esta novela y mucho me temo que va a pasar desaparcibida pues todo el mundo comprará a Reverte y alguno más.
¿Qué puedo hacer? A mi madre se le ha ocurrido que me ponga a ofrecer favores sexuales a todos lo que puedan ayudarme (dice que a ella le fue muy bien, gracias a lo cual pudo pagarme los estudios de magisterio y el carnet de conducir), pero yo dudo. Soy más bien feo, calvo y barrigudo, y aunque sé que muchos críticos y popes de la cultura no le hacen ascos a nada, lo cierto es que no soy muy bueno en estas cosas. También he probado a militar en política (en concreto en el PNV, PP y PSOE. En los tres partidos me dijeron que me ayudarían, que sólo tenía que colocarme con una banderita por detrás de los conferenciantes en unos mitines o algo así que salían por la tele. La verdad es que no sé si hice algo mal pero después de las elecciones me dijeron que lo estaban estudiando y que ya me llamarían (aunque no les acabé de entender pues no paraban de reírse).
Por favor Sr. IA, ayúdeme.
Firmado: Autor Desesperado
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