viernes, 29 de mayo de 2009

El campanu vikingo


Les propongo un enigma.

Leo en Colapso, de Jared M. Diamond, un estudio del “colapso” de la población escandinava en la Groenlandia del XV. Como se sabe, Erik El Rojo, sobre 985, parte al mando de una flotilla desde Islandia para colonizar Groenlandia. La población aguantó 450 años y desapareció un tanto misteriosamente. Acertadamente, Jared aporta un cóctel de causas, el fin del óptimo climático y el endurecimiento de las condiciones de vida, la competencia con los inuit, y el aislamiento respecto a Noruega, la nave nodriza (a las que en próximas entregas yo añadiré unas cuantas más). Sin embargo, Diamond se desliza rápidamente hacia los factores maltusianos como más explicativos del colapso vikingo, hasta convertir Groenlandia en el primer caso, según Diamond, de la prevalencia de la comunidad no civilizada (los esquimales) frente a la “supuestamente” civilizada (los europeos). Moraleja, los vikingos no fueron ambientalmente listos y los inuit les ganaron la partida. A grandes rasgos, el autor preconiza que la incapacidad de los noruegos de retornar a un modo de vida cazador-recolector, y su adhesión “irracional” a los valores europeos impidió la formación de una sociedad europea en el subcontinente helado. (¡¡¡Como si 450 años de asentamiento en condiciones cuasi árticas fuera moco de pavo!!!)

Me gusta Diamond, me parece que aporta frescura a la divulgación histórica, rescatando del polvo un neo-marxismo maltusiano de corte liberal-ambientalista. Pero desconfío de los reduccionismos filosóficos, que pretenden explicar fenómenos tirando a caóticos a partir de pautas más o menos matematizables y recurrentes. Esa tonta pretensión de darle un viso determinista a la historia. Esa vuelta sobre un mecanicismo histórico que entusiasmará a según qué científicos pero que no se sostiene por ningún lado.

Es la maldición de la historia. Primero se teje una macro-teoría, apuntalada las más de las veces en criterios político-ideológicos, y luego se pica de aquí y de allí para abonar la tesis general. De igual modo, Diamond ejemplifica en los groenlandeses las desgracias que acarrea no ser “adaptable”, y si para ello tiene que sostener tesis como que, excepcionalmente, los escandinavos de Groenlandia del siglo XV no comían pescado, pues lo hace, y sin rubor.

Veámoslo de cerca.

¿Están preparados?

Este es el enigma que deberán responder. ¿Por qué apenas hay restos de pescado en los paleovertederos groenlandeses?

Los americanos son poco de pescado. Para abonar su tesis de que los escandinavos eran poco menos que unos reaccionarios, incapaces de modificar sus pautas vitales y adaptarse idóneamente al terreno (que no digo que no ni lo contrario, sólo trato de probar hasta donde llega uno a golpe de prejuicios), Diamond le concede grandísima trascendencia al hecho de que apenas aparecen raspas en los basureros de los asentamientos. Prueba clara, según él, de que aquellas pobres gentes–a diferencia de los inuit- carecían de tecnología pesquera. Diamond es honesto, reconoce que esto es paradójico puesto que él mismo, en Groenlandia estando, pudo ver salmones a punta pala, y más aún, presenció como un turista valiéndose de sus solas manos se sacaba dos grandes ejemplares “de más de un kilo” (sic) de un charco. A continuación Diamond se pregunta, “¿Cómo un turista pesca salmones con la mano y un rudo vikingo, con varias generaciones de aclimatación al medio, no?”. Aquí ya no hay tecnología que valga, de donde nuestro amigo se dice, hay gato encerrado.

Total. Diamond apunta a la tesis de que los groenlandeses no pescaban por tabú. Sí. En efecto. Algún tabú pesaba sobre aquellas pobres gentes que les privaba del pescado. ¿Será posible? ¿Una anticuaresma?. A renglón seguido Diamond nos cuenta que iniciar un tabú es fácil, basta que a alguien le pase lo que a él, que en cierta ocasión se indigestó con gambas podridas, luego lo cuentas en el poblado y, en lugar de reírse de ti, van y prohíben el pescado. Que conste que estoy citando a Diamond totalmente en serio.

En realidad, una visión sin prejuicios nos llevaría a una primera y fácil explicación de que no comían pescado porque no les apetecía. Lo cual nos llevaría a sostener, como me parece más que plausible, que aquella gente andaba ahíta de proteínas, ensombreciéndose la tesis del declive por hambruna. Pero no es eso. Precisamente la ausencia de raspas es la prueba de que aquellos escandinavos se hartaban a pescado (lo que ensombrece la tesis general del declive por hambruna y, de paso, la presunta superioridad inuit sobre los escandinavos).

¿Algún avispado lector (al menos más que Diamond) sabría decir porque los arqueólogos no encontraron raspas en los paleovertederos de Groenlandia?

6 comentarios:

Pablo Otero dijo...

-¿Descomposición bacteriana?

-¿Se comían también las raspas?

-¿Echaban los restos al mar?

-¿No se ha buscado lo suficiente?

Sr. IA dijo...

A, B y D, descartables. C es correcta o parte de la respuesta correcta.

Ya más fácil no se puede poner.

¿Por qué desechaban las raspas y las arrojaban al mar? ¿Por qué no se llevaban las raspas a casa?

Pablo Otero dijo...

Esta nueva pregunta es más dificil que la anterior. A pesar de ser de costa, desconozco bastante el mundo del mar.

A.- Me imagino que tener las raspas en casa o acumularlas en el poblado podría atraer animales peligrosos, como osos o manatíes come-Pablos.

B.- Los residuos pueden tener mal olor. (Respuesta débil, porque supongo que los propios hijos de Odín nos se bañaban).

C.- Podrían echar las raspas al mar para usarlas como cebo de algún tipo.

D.- ¿Algún tipo de rito? (Cosas más raras se han visto).

Anónimo dijo...

El pescado formaba parte de su dieta en el continente, por lo que muy raro sería que los de Groenlandia solo comieran solomillos.
Me inclino a pensar en 3 posibles respuestas:
A: Harina de pescado
B: Anzuelos
C: Algun material constructivo para el drakkar o para coser las velas

Fdo. Agente Smith

Anónimo dijo...

D: Carnaza pa pescar orcas?

Sr. IA dijo...

En breves minutos paso a resolver la cuestión en una nueva entrada, no sin imponerles de penitencia la resolución de nuevos acertijos.

Nada de orcas, nada de anzuelos, nada de harina de pescado.

El nada de anzuelos es de por sí una pista importante. En cuanto a la harina, subproducto del aceite de pescado, muy apreciable como fortalecedor de la dieta del ganado, ni Jared ni el más serio Jones (Saga del Atlántico norte) citan restos de complejos fabriles relevantes. Y la harina precisa molturación, prensas, hornos y, sobre todo, toneles de aceite. De todas maneras, no es una hipótesis descartable en absoluto.