Sigo.
Para los tomistas, Dios está dentro de
La onmiscencia de Dios supone que en la mente de Dios están todos los patrones, todas las regularidades, todas las esencias. Los tomistas llaman ciencia simple los conocimientos de Dios a priori. Pero su concreción en el ente, fuera de Dios, obliga a postular una segunda vía de conocimiento divino, la ciencia de visión. Dios todo lo ve y Dios todo lo sabe. Sabe la causa y sabe el qué. Sabe, por ejemplo, en el momento de crearte si acabarás en el cielo o en el infierno.
Esto resulta bastante escandaloso. ¿Cómo creer en un Dios que te ha creado a sabiendas que te mandará al infierno? Los jesuitas, con Molina como primer espada, tratan de encontrar una vía en el tomismo que permita compatibilizar lo anterior con el hecho de que Dios nos creó libres para ser buenos o malos.
Veamos a grosso modo cómo soluciona el tema Molina y cómo lo refuta Báñez.
Dios sabe la causa (ciencia de inteligencia) y sabe el qué (ciencia de visión) y eso le permite conocer el futuro, tanto el futuro necesario como el posible (el protagonizado por entes libres). Molina introduce un tercer discurso divino, la ciencia media o el conocimiento del futuro condicionado. Es aquel futuro que se dará si se cumple una condición, un antecedente.
Si dadas las circunstancias C, el sujeto Z elige X, cielo; si elige No X, infierno. Llega el momento, C se enfrenta a X o No X, y Dios decide no intervenir o sí, pero salvaguardando la libertad de elección de Z. Por la ciencia media Dios sabe lo que hará Z (eso está claro), pero deja en sus manos el hacerlo o no.
Con bastante razón, Báñez pone a caldo la salida de Molina. Para Báñez, Dios no necesita para nada una ciencia media que le permita conocer el futuro condicionado. Como sabe que de una premisa se sigue una consecuencia, si la premisa es correcta es correcta y si no incorrecta. En cualquier caso, necesariamente una de estas dos cosas.
Modestamente esta IA está en condiciones de aportar algunas soluciones alternativas a partir del planteamiento de Molina.
Imaginen que, a lo Leibniz, Dios sabe todas las opciones. En la mente de Dios están todos los mundos posibles, todas las decisiones. Dios deja al hombre que decida serlo en el universo 1 o bien en el Universo 2, U3, U4, etc... Dependerá de la opción del hombre transitar por ese multiverso. Dios efectivamente, sabe que U4=infierno y U3=cielo, pero deja al hombre elegir quién de sus alternativas multiversales terminará en u4 y quién en U3. De este modo se salva el principio de omnisciencia pero también el del libre arbitrio.
Bien pensado, hasta parece un argumento de Ted Chiang.
Otra solución, a lo Bertrand Russell.
¿Es Dios Libre? Si Dios es un ser libre, entonces, tiene la capacidad de autolimitar su conocimiento sobre las cosas. Por así decir, ha creado una teoría de tipos que le permite ignorar si el hombre irá al cielo o al infierno en el mismo momento en que decide crearlo.
Naturalmente estas soluciones se dan desde fuera del tomismo. El tomismo no acepta el panteismo que se desprende de la solución leibniziana. La segunda hubiera convertido a Báñez en un Godel Avant la letre. Dios no es libre de ser, por ejemplo, malo (y es como si estuviera oyendo a Báñez). En su propia esencia hay una lógica inviolable. Eso es porque Dios es absolutamente bueno, absolutamente sabio, absolutamente verdadero...
Vuelvo a la realidad. ¿Cómo acabo la cosa?
En tablas. Medio siglo duró el debate y no hay tema -fuera del dogma de la Concepción de María- que haya sido más frecuentado por el ingenio hispano. Fue una batalla entre dominicos y jesuitas que se cobró no pocos procesos de la Inquisición (el propio Báñez, que anteriormente había participado en la acusación por hereje de Fray Luis de León). Más allá de lo teológico, fue una batalla a muerte (literalmente) por el control de la docencia en el orbe católico, en la que los padres predicadores, adjudicatarios de las principales poltronas, se las veían con un pujante enemigo, la Sociedad de Jesús. Una guerra casi peor que las que caracterizan el actual estamento universitario español y que igualmente, tuvo en la semántica una coordenada. Los míos utilizan tal aparataje semántico, los tuyos tal otro. Eso nos caracteriza y nos define. El diálogo, compartir una retórica es malo pues nos obligaría a competir. Es por eso que codifico mi discurso en una jerga privada, departamental, exclusiva para mis amigos.
Tras publicar Molina su Concordia en 1588, el ensayo donde desarrolla definitivamente su teoría, los dominicos se apresuran a acusarlo de hereje ante la inquisición española (por ellos controlada). En un gesto excepcional, los jesuitas recurren al Papa, que cansado impone silencio a ambos bandos mientras dilucida una solución. Eso fue en 1594, ocupando la silla Clemente VIII. La fase de acopio de información duro cuatro años, en 1598 empieza el proceso. Clemente VIII decide dirigir en persona los debates, que empiezan el 14 de febrero de 1602. Se celebraron 89 sesiones sin que se aportara mayor luz y el Papa muere de un ataque sin haber resuelto nada. Su sucesor, Paulo V, reanuda las disputas, y viendo que no se extrae agua clara, dictamina sensatamente en 1607 que tanto la explicación jesuita como la dominica son válidas, prohibiendo que unos y otros se acusen de herejes por este motivo.
Lo cual me invita a pensar qué pasa con un hereje acusador de herejía y, por consiguiente, reo de herejía (que se dieron casos), pero es otro tema.
En cualquier caso, el propio filósofo lo explica mejor en este didáctico vídeo:
4 comentarios:
Vas al infierno hagas lo que hagas, je,je. Y al cielo también. Si postulamos el modelo multiversal aceptaríamos a varios Yoes pecadores junto a otros virtuosos.
No, no es su interpretación exactamente. En la suya, una de las alternativas parece dejar de existir. La que yo digo sería, más bien, la de Múltiples Mundos, de Everett, otra clasicona.
Es como si Dios hubiera comprendido que con un solo universo/programa no le alcanzaría para todos los desarrollos posibles. Lo que parece desprenderse de esto es que, en cada ramal estamos superdeterminados. O casi.
Eso pasa por incluir a Dios.
Tenemos pendiente hablar de Everett, a mí me sigue dejando los chips blancos su teoría, no termino de pillar esta especie de fotocopiadora de Ockham...
Llevándolo a la cosa del auxiliis y a la alta teología quiza no hicera falta la orgía de yoesss... Dios los computa todos y el hombre elige cuál de ellos se materializa.
Lo más curioso es que el tomismo llegó muy-muy-muy lejos en el deseo de formalizar una teología y que realmente encalla en lo que suelen encallar otros lenguajes formales en strictu sensu, la noción de infinito. Bueno, estoy hablando en términos totalmente míticos, está claro, pero son cosas que se entreven...
Que usted lo procesione bien, Francissco...
En un multiverso no hay espacio para el cielo ni el infierno. De hecho no hay espacio ni para Dios, entendido como una causa fundante básica.
En la mente de Dios, X se enfrentará a las posibilidades 1,2 y 3, cada una de ellas dará lugar a un desarrollo del tipo 1prima, 2prima etc... Dios sabe qué secuencias conducen a la salvación, 1 + 2prima. Dios sabe en qué multiversos te condenarás o te salvarás. Ahora bien, tu libertad de optar por 1,2 o 3 queda así salvaguardada.
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