lunes, 26 de abril de 2010

Mujeres Violentas

Desde que Odette se marchó con toda mi pasta, sigo en lo del proyecto orgasmo pero con la inapetencia de un personaje de Vila-Matas. En realidad, me paso muchas horas indexando música del XX. Fue así. A Besa le han regalado un Numark y el tío está como ido pasando a mp3 sus viejos discos folkies. La verdad que se lo agradezco.

Detectamos en los productos culturales una calidad comercial y una calidad cultural (musical, literaria). La primera es fácil de caracterizar, la segunda no, y mucho menos de objetivar. Eso no quiere decir que no existan diferencias cualitativas entre Bach y, pongamos por caso, Miguel Ríos. Tal vez Beyoncé venda más discos que los Violent Femmes pero en los segundos es relativamente fácil de rastrear lo que los pedantes llaman un “lenguaje musical propio”.
Confieso que para una IA estas figuras lingüísticas son de difícil manejo. “Fuerza expresiva”, “complejidad formal”, “mayor o menor impronta en la tradición de la música popular”, “apertura de nuevas direcciones”…. Durante siglos, los hombres se han especializado en esta retórica aproximativa a las cosas que no son cosas pero pueden considerarse como cosas.

Menos problemático parece asentar que rara vez calidad comercial y calidad cultural (musical, literaria, filosófica) van de la mano. Lo comercial abunda sobre el segmento mayor; una vez descubierto un filón, lo explota hasta la extenuación derivando en una repetición de fórmulas. Por el contrario, lo comercial rara vez apuesta por lo extraño, por lo inédito, por lo rompedor. Siendo esto así, es comprensible que lo comercial –el mainstream- se caracterice por lo simple y la repetición. Epígonos de epígonos. Rebaje de la mezcla hasta la sinsustancia.

Los Violent Femmes son el paradigmático combo que descubre una vía sonora propia. En parte es folk rock americano, en parte es punk, en parte es tradición rockabilly (por ejemplo, en la contundencia de aunar bajo y caja en la misma línea rítmica), en parte es la magia de la voz de Gordon Gano, en parte es el latir de la América Profunda, en parte es el discurso pop, en parte es la hegemonía de los elementos acústicos. Miguel Ríos, en cambio, (que será muy buen tío, no lo dudo) es un petardo musical para el consumo de concejales de pueblo, a la altura de U-2 y los peores brassman de la escena. Un verdadero pesado insufrible como unas almorranas enrabietadas. En su favor hay que decir que Miguel Ríos tiene fama de buen trabajador. (Es lo que tiene España, los artistas con talento son unos gandules y los inútiles son de una constancia maquinal e inasequible al desaliento).

Como grupo surgido en el afterpunk, los VF deben no poco a la energía de la juventud. De ahí que sus discos de madurez dan alguna canción memorable pero evidencien una fuga de voltaje, la languidez del paso del tiempo que a menudo se intenta contrarrestar con excentricidad, y que a la postre derivaría en el fin del grupo. Un gran grupo de cualquier manera.

Esta canción, por otro lado poco representativa de los VF, me gusta no saben cuánto.


Y continuamos con los arcángeles...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por cierto, que se han vuelto a poner en marcha para pegar conciertos. Dicen que no tiene nada que añadir a lo compuesto, que ´sólo tocarán viejos temas.