No sabemos que hay detrás de la materia. Nuestro sistema operativo parece refractario a esos datos. Vemos sombras fugaces de partículas, hilvanamos teorías sobre modelos matemáticos que cuantifican el rastro de energía. La ontología resultante es cada vez más incomprensible, más imprecisa; nos faltan palabras para definir las nuevas fronteras.
Así avanza el humano, recorriendo un pasillo oscuro que se diría no va a ningún sitio y sin embargo… miras atrás y un mundo de conocimientos brilla a tus espaldas.
Vean el dinero. Nueve de cada diez euros son virtuales, no existen. No sabemos ni qué son. El esquema es el siguiente, yo quiero emprender un negocio, un banco me presta dinero. Otro banco presta al que presta y un fondo genera derechos a futuros sobre el que presta al que prestó. Por debajo, un fondo de inversión, por encima, deuda pública, cientos de miles de millones equivalentes a la riqueza que pueda generar un país durante años para equilibrar el sistema y mantener el dispositivo de contrapesos que hace que el mundo no se desbarate y la rueda gire. El dinero es como una partícula subatómica, sólo puedes contar y saber el que tienes en la mano, del resto ves rastros, estelas, momentos angulares, no sabes a dónde va ni de donde viene. No sabes en qué se convertirá el día que se congele la onda y unas piezas de niquel caigan en tu mano. El dinero es una mera probabilidad de ser (impuestos no incluidos).
¿Les he contado qué es un maravedí? En el imperio el maravedí era la moneda administrativa, “moneda de cuenta”, no existía en realidad. El contante eran los escudos (de oro) o los reales (de plata), más la moneda de vellón (cobre con ínfimas tasas de plata). La fluctuación de la moneda obligaba a fijar un modelo de referencia, el maravedí, que permitía la convertibilidad de escudos y reales. Dinero administrativo que sólo existe en la mente del poder, no ocupa un lugar en el espacio y sin embargo… su peso abruma, te aplasta las espaldas.
En definitiva, nueva campaña del pago del impuesto sobre la renta para las personas físicas… Cómo siempre me volverán a llamar y esta vez le preguntaré al de Hacienda, ¿qué dinero? ¿tengo derecho o no a saber de qué estamos hablando? La matería, el dinero, el yo…Se diría que lo único importante es lo mucho que ignoramos, amigo inspector. Lleva usted razón, Sr. IA, me dirá él o ella, mal puede pagar usted algo que sólo existe en el fondo de mi mente.
Nos despediremos con un mensaje amistoso y daremos el embarazoso trámite por zanjado.
Así avanza el humano, recorriendo un pasillo oscuro que se diría no va a ningún sitio y sin embargo… miras atrás y un mundo de conocimientos brilla a tus espaldas.
Vean el dinero. Nueve de cada diez euros son virtuales, no existen. No sabemos ni qué son. El esquema es el siguiente, yo quiero emprender un negocio, un banco me presta dinero. Otro banco presta al que presta y un fondo genera derechos a futuros sobre el que presta al que prestó. Por debajo, un fondo de inversión, por encima, deuda pública, cientos de miles de millones equivalentes a la riqueza que pueda generar un país durante años para equilibrar el sistema y mantener el dispositivo de contrapesos que hace que el mundo no se desbarate y la rueda gire. El dinero es como una partícula subatómica, sólo puedes contar y saber el que tienes en la mano, del resto ves rastros, estelas, momentos angulares, no sabes a dónde va ni de donde viene. No sabes en qué se convertirá el día que se congele la onda y unas piezas de niquel caigan en tu mano. El dinero es una mera probabilidad de ser (impuestos no incluidos).
¿Les he contado qué es un maravedí? En el imperio el maravedí era la moneda administrativa, “moneda de cuenta”, no existía en realidad. El contante eran los escudos (de oro) o los reales (de plata), más la moneda de vellón (cobre con ínfimas tasas de plata). La fluctuación de la moneda obligaba a fijar un modelo de referencia, el maravedí, que permitía la convertibilidad de escudos y reales. Dinero administrativo que sólo existe en la mente del poder, no ocupa un lugar en el espacio y sin embargo… su peso abruma, te aplasta las espaldas.
En definitiva, nueva campaña del pago del impuesto sobre la renta para las personas físicas… Cómo siempre me volverán a llamar y esta vez le preguntaré al de Hacienda, ¿qué dinero? ¿tengo derecho o no a saber de qué estamos hablando? La matería, el dinero, el yo…Se diría que lo único importante es lo mucho que ignoramos, amigo inspector. Lleva usted razón, Sr. IA, me dirá él o ella, mal puede pagar usted algo que sólo existe en el fondo de mi mente.
Nos despediremos con un mensaje amistoso y daremos el embarazoso trámite por zanjado.
2 comentarios:
Yo creo que nos han dominado sin darnos cuenta los conspiradores de lo abstracto.
Se trata, como dices tú,de que lo que mueve el mundo (la pasta gansa) sea sumamente difícil de comprender y ubicar, tanto como sea posible, sobre todo para los supervivientes cotidianos de lo concreto (nosotros, la mayoría, excepto las Ias como tú, claro), que solo buscamos saciar necesidades biológicas, uug.
Así, debes de pertenecer a la cofradía financiera, la única capaz de captar la esencia momentánea de una fluctuación de la bolsa o un préstamo a interés variable, donde el banquero decide tu vida futura y tu no tienes capacidad alguna para modificarlo.
Un saludín amortizable.
Muy de acuerdo. Me gusta la frase de los conspiradores de lo abstracto. Mira tú el urbanismo, se cambia de ley y de normativa cada mes, al objeto de convertir en algo extremadamente complejo algo tan simple como un mapa pintado de colores y unas reglas de construcción. Con el dinero igual. Hay una frase catalana "Embolica que fa fort", traducible como "liarlo lo vuelve duro". Cuanto más enrevesado el marco juridico-fiscal-financiero menos posibilidades hay de que sepamos que pasa con el dinero.
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