jueves, 3 de noviembre de 2011

Orígenes del (proto) lenguaje


No hay que ser muy largo para reconocer que la diferencia entre bestias y humanos está en el lenguaje.  Por eso es más que interesante, ameno y formativo el libro “Orígenes del Lenguaje y Selección Natural”, del lingüista Antxon Olarrea (Equipo Sirius 2005). Es un libro que les recomiendo encarecidamente.

Una primera matización es que el desarrollo lingüístico del sapiens es mucho más complejo que una puesta en común de fonemas o gestos con los que simbolizar el mundo. El lenguaje no es cultural, aunque necesita de lo cultural para desarrollarse.

Desde Chomsky, la gran mayoría de los lingüistas coinciden en que el lenguaje humano tiene como condición de posibilidad un hecho congénito. Una gramática genética.  Los lenguajes “solo animales” (el de los chimpancés, las abejas, los perritos de la pradera) sí se limitan a llamadas o expresiones emocionales y punto. El lenguaje humano, en cambio, tiene la capacidad única de lo que Olarrea llama desplazamiento, es decir, que puede referirse a eventos lejanos en el espacio o el tiempo respecto a la situación del hablante. Más importante todavía, el lenguaje humano es creativo: con un número finito de elementos podemos construir infinitas relaciones signo-significado, pero atención, si y solo si se aplican unas determinadas normas.
Este tipo de lenguaje humano es el resultado de un proceso de selección natural. No un hecho cultural.
¿Cuándo emerge esta capacidad y cómo se codifica genéticamente?
Pues no se sabe.

Sí parece plausible una secuencia histórica que inicia en la convergencia de los siguientes factores: Encefalización-bipedismo, socialización compleja, descenso del aparato fonador, capacidad de coordinación no refleja del aparato fonador (una exaptación del proceso respiratorio y digestivo), lanzamiento de objetos –apuntando- y habilidad manual, por citar las más importantes.
A partir de aquí el homo habilis podría haber alcanzado un protolenguaje; una manera de simbolizar el mundo y comunicarlo aunque carente de sintaxis y recursividad. Sin embargo, un protolenguaje -por ejemplo, las lenguas Pidgin o el manejo de colecciones de palabras que se enseñan a un simio-, carece de capacidad para expresar sin ambigüedades afirmaciones del tipo “Quién hizo qué a quién” (sintaxis). Asimismo, el protolenguaje no puede articular conceptos de segundo orden ni oraciones del tipo “te dije que me dijeras lo que te dijo el que te dijo” (recursividad).

Este viene a ser el punto de partida de las teorías de Bickerton. En un primer momento, este lingüista postuló la “emergencia catastrófica” del lenguaje, que sería una mutación que marca el paso del Homo erectus a Homo sapiens. Súbitamente, una tribu de pre-sapiens, generaría una mutación susceptible de estructurar sintáctica y recursivamente el protolenguaje. Posteriormente (a partir de 1990) Bickerton  suavizaría su postura apelando a una exaptación de la inteligencia social de los primates. A partir de aquí surge una escuela que habla de una evolución “en mosaico”, que parece lo más sensato. Es decir, el paso de protolenguaje a lenguaje moderno se basa en diferente a aspectos cognitivos, sociales, neuronales, fisiológicos y lingüísticos, evolucionando en paralelo.

Una vez disponemos de lenguaje, podemos empezar a manejar conceptos como “Yo”, “Tiempo”, “No Yo”, lógicas formales y discursos racionales sobre la emoción y las neuronas.  Yo sospecho que fue precisamente la irrupción de esa capacidad lo que posibilitó –gradualmente- poner en común los aspectos neuronales, fisiológicos, etc… Por decirlo de algún modo, el objeto lenguaje creció a partir de la verbalización de funcionalidades fisiológicas, neuronales y sociales vistas bajo el foco de una misma luz: la verbalización compleja. Por decirlo así, fue un proceso que se realimentaba.
Si esto es así, me desazona una cuestión… ¿La capacidad lingüística de los sapiens ha alcanzado su punto final o sigue evolucionando?

Pienso que sigue evolucionando. Y que esta evolución es lo que llamamos conocimiento. Lo que quizá no sea válido ya es el motor evolutivo caracterizado a lo Darwin… La incorporación de nuevas categorías no responde a un propósito adaptativo sino a un proceso de fecundidad cognitiva.  La evolución del sapiens ya no es un fenómeno biológico sino lingüístico.

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