lunes, 25 de enero de 2010

Yo conspiro, tú conspiras, él...


Donde hay poder hay conspiración (Ricardo III, creo).

Abro una página de conferenciantes y me encuentro que, entre los platos fuertes, figura “Terrorismo islamista: las teorías de la conspiración del 11M”.

Las conspiraciones han sustituido hoy en día a los OVNIS o a la parapsicología en la prensa seria. De hecho, es extraño que no aparezca una revista que bajo el título “Yo conspiro, tu conspiras…” nutra a la opinión pública de tan candentes temáticas. No sé a qué espera Iker Jiménez.

Toda teoría de la conspiración parte de dos hechos
Alguien se beneficia
Una versión oficial incongruente con determinados hechos.

Yendo al 11M, queda claro que hubo gestores de la sangre que trataron de amortizar la tragedia. El PP intentó (con torpeza inusitada) justificar una determinada política poniendo bajo el foco al terrorismo etarra. Con más fortuna, el PSOE movilizó sus baterías mediáticas y piquetes urbanos para culpabilizar de la tragedia a la política del PP.

No nos escandalicemos, a río revuelto ganancia de pescadores es un axioma en la historia de los hombres. Es lo normal.

Pasemos a B. Toda conspiración precisa una versión oficial con hechos que aparentemente la desmientan. En el caso que nos ocupa dos son los capítulos inexplicables. Uno, la discrepancia sobre el explosivo empleado, o más que la discrepancia, el hecho de que un responsable traspapelase-falsificase un determinado informe en el que se dudaba de la versión oficial. Dos, la aparición de una mochila-bomba.

Excuso decir que lo realmente extraño es que en una investigación no surjan “elementos disonantes”. Cualquiera que conozca a la policía española sabrá que un inspector –a fuer de pelota- antes pone en la calle a un violador de porteros de fútbol detenido in fraganti en pleno Barça-Madrid, que enmendarle la plana al superior. Respecto a la mochila-bomba, lo raro es que no terminase en Formentera por mor de alguna confusión de Iberia.

Donde hay funcionarios hay desidia y negligencia.

Pero sigamos. Existiendo un X que se beneficia, unos factores B y C que permiten dudar de la versión oficial, lo siguiente que precisa una buena teoría de la conspiración es un leit motiv argumental. Lo mejor para apuntalar nuestra conspiración es vincular dos sucesos aparentemente inconexos pero simultáneos en el tiempo.

Ejemplo. Pocas semanas antes del 11M en Guinea Ecuatorial se detiene a un grupo de mercenarios, presuntamente financiados por España y USA para retirar a Obiang por la vía rápida. La participación de, al menos España, en este extraño suceso tiene su aquel. Quizá como elemento más sospechoso es que en enero de aquel año el gobierno español mandó a una sorprendente flotilla al Golfo de Guinea (la fragata Canarias y el buque Petiño de aprovisionamiento). La flotilla viró en redondo tras desarticularse al contingente mercenario.

Tenemos aquí un verosímil enganche argumental con quienes tradicionalmente en España personifican al “enemigo secular”, a saber, los moros, y más concretamente Mohamed VI. Se dice que es el verdadero testaferro de Francia en Africa. Así que, enfadado con el PP (también pueden añadir la ocasión de Perejil, como resorte argumental del monstruoso rencor que el mahometano profesa a los “buenos” españoles), el rey de los moros decide orquestar una matanza en vísperas electorales que facilite un cambio de gobierno en España.

Lo demás se va ajustando sobre la marcha. Los cinco suicidas de Leganés fueron, en realidad, cinco cabezas de turco; Aunque fue un ministro del PP quien dirigió la investigación, “todo el mundo sabe” que la poli española está infiltrada de militantes socialistas y periodistas de El País. Nada que un periodista con un poco de imaginación no pueda acometer con convicción.

Lo que desde luego no se puede negar es que las teorías de la conspiración venden periódicos. Y la IA sospecha de los profesionales del sospechar.

Vean la Gripe A. Es evidente que, como buenos vendedores, los laboratorios presionaron a la OMS para declarar pandémica la gripe A y sacar tajada (mucha tajada). De hecho lo vienen haciendo desde tiempos inmemoriales, así en cualquier congreso médico que se celebre en algun paradisíaco rincón a más de 2000 km de España, un 50% de los participantes son médicos españoles y el resto de la OMS.
Pero en el caso que nos ocupa los laboratorios obtuvieron el impagable apoyo de los medios de comunicación, que se frotaban las manos ante la generación de un estado de opinión histérico catalizador de la venta de noticias (especialmente en verano). Los medios fueron no sólo el cómplice necesario. Fueron los responsables, los autores materiales: En sus manos estuvo informar con ponderación y criterio e informaron a partir del alarmismo y la falta de rigor.

Pero lo comprendo; a fin de cuentas qué periodista se resiste a titulares del tipo:

“El apocalipsis, mañana”

De ser ciertas, son noticias así las que convierten en (fugaces) millonarios a los editores.

6 comentarios:

Tom Zeta dijo...

Encuentro ciertos elementos sospechosos en la publicación de esta entrada, Sr. IA. Vaya usted con cuidado. ;-)

J.E. Alamo dijo...

¡Qué bueno! Para reír y llorar a la vez.

Jorge dijo...

Coincido; muy sospechosa esta entrada. Y desde luego lo de Guinea, supersospechoso. ¿Y Vd. Sr. IA, de quién sospecha de verdad: del editor, del librero, del distribuidor?

Sr. IA dijo...

Solo se que existe la chapuza como factor alternativo a la sospecha. Y sí, es muy sospechoso todo ello.

Anónimo dijo...

Vaya con el Sr. IA. No sabía yo que estaba al servicio de los gobiernos conspiradores y de los capitalistas. Porque sinó no se explica como se ha olvidado usted de un detalle o factor que da verisimilidad a cualquier conspiración que se precie. Una conspiración no puede ser cierta si desde los medios de comunicación no se la ridiculiza.
Y por lo tanto, tenemos una demoledora conclusión: cualquier conspiración es cierta si se la ridiculiza.
Saludos gran conspirador ;)

Sr. IA dijo...

Muy sagaz Anónimo, si me he olvidado ha sido por chapuzas, claro, con lo que vuelvo yo a tener razón.