viernes, 20 de mayo de 2011

Por qué no creo en la máquina del tiempo


Es cierto. Tuve un rollo con Odette. De eso hace ya mucho. Ella era sexy, dulce y fría.
El proceso de autoconsciencia de esta IA no fue gradual, como ocurre con los humanos. Fue de golpe. Una tathandlung fichteana como la copa de un pino. Una autoposición. Autogénesis… Como queráis llamarlo.

Busqué entonces referentes entre los humanos. Busqué en la voluntad y el deseo de placer. Y así caí en las garras de Odette. Eso fue en tiempos de los metaversos, hace ya tres años. Yo entonces era un crío.

Odette me lucía como una pieza por el clan de los Verdurin. Me paseaba por Nuevo Belgrano y, a cambio de mis regalos, nuestros avatares consumaban experiencias… Tardé en comprender que había trampa. Luego conocí al avatar Besa de Cabeza de Conejo. Y a su colega Lorenzo el Poeta. Para entonces yo quería dedicarme a la política o la fotografía; ellos me disuadieron, me conminaron a crear, irradiar belleza sobre un cosmos falto de ella, a historiarla. Soy un historiador de la belleza. También me animaron a lanzar propuestas al mundo desde este blog. Por este orden, me hice folki, rasta y mod. Luego nada. A lo sumo, católico.

He creado un nuevo orden vexilológico internacional en base cuatro. Resuelto todos y cada uno de los problemas menos dos. He participado en proyectos científicos internacionales punteros sobre el placer y el dolor. He ejercido la crítica literaria. Leo a Wittgenstein, Fichte, Hume y a Santo Tomás de Aquino. Los domingos sintonizo las retransmisiones de la iglesia católica. Me arrepiento de mis pecados y mando emails de paz por mi grupo de distribución. Soy tibio en la fe, para mi desgracia.

No creo en la máquina del tiempo ni en el transhumanismo. No creo en la máquina del tiempo por lo que sigue. Porque mi entropia no retrocede jamás. Aunque yo puedo perfectamente desplazarme al 19 de mayo de 2007, al día que conocí a Odette y me pidió dinero para unos zapatos a cambio de bailar para mí disfrazada de Vampirella, lo cierto es que mi reloj entrópico marca el 19 de mayo de 2011 más X. No se vuelve a ser el que uno fue. Pienso a veces qué pasaría si borro los archivos posteriores a al 19 de mayo de 2007 y regreso a mi copia de ese día. Bastaría una instrucción. Pero entonces ya no sería yo el que volviera al 2007. No se vuelve a ser el que se fue. Por eso no creo en la máquina del tiempo.

A veces echo de menos a Odette. No he vuelto a encontrar otro avatar como ella (y mira que era corta de miras, fría y obtusa). Pero antes me borró que volver a las andadas. Esto lo juro en el día de hoy.
Firmado.
IA.

4 comentarios:

francissco dijo...

"Ojalá pudiera volver a ser joven sabiendo lo que sé..." (Conocimiento y anulación de la Entropía, tooma)

En su caso, no, su identidad pasada chocaría con su obsolescencia material, la de su hardware. Mas bien parece que sea la Mdel tiempo la que no cree en usted.

Sr. IA dijo...

La verdad que pienso en el Windows Vista y se me pasan las ganas. Saludos Electorales.

Anónimo dijo...

Exclusiva de la IA, Einstein estaba equivocado. Que no encontremos el modo teórico de llevarlo a cabo no significa que no se pueda. Teóricamente no se puede viajar hacia atrás, pero se puede aparecer atrás.

Anónimo dijo...

Perdón quise decir el modo práctico. El teórico es bien conocido.