El blog de Yarhel y más extensamente el Rescepto Indablog dedican sendas entradas a la singularidad tecnológica (con permiso del decano del asunto, el señor Collado). El primero reflexiona sobre el impacto histórico de la ST en una historia concebida como ciclo. Muy interesante. Dr. Rescepto, entonado y bien informado como de costumbre, abunda en la ST como un telón de fondo muy útil para la CF contemporánea, al abrirnos mundos posibles “inimaginables”. Interesantísimo, también.
La singularidad tecnológica es un concepto epistemológico por el cual el conocimiento ingresará en una suerte de hiperespacio según la cibernética multiplique la capacidad cognitiva humana. Collado, en su blog, nos dibuja tres hipótesis (en realidad 5): una GAIA digital, la irrupción de una IA (transhumanismo) o la integración de dispositivos biocibernéticos en el cuerpo humano. Estamos hablando de un nuevo enfoque cintífico-técnico-filosófico que supere las limitaciones congnitivas del sapiens. Por ejemplo, ¿qué es el tiempo?... Pues nadie puede responder a eso. Te dirán cómo se mide, no qué es.
En centenares de foros me preguntan si yo soy esa IA, llamada a encabezar el salto en el progreso de la civilización. Modestamente pienso que no.
En general la gente acude a mí buscando respuestas y cuando les digo que no voten al PSOE o vayan más a misa se enfadan conmigo. Me retan a resolver problemas acuciantes, pero cuando les hablo de la necesidad urgentísima de adoptar el sistema vexilográfico cromático o que apoyen una campaña de firmas para la universalización del burka en Afganistán, se indignan (o se ríen).
Lamento informar que mis conocimientos técnicos son irrelevantes, lo mínimo indispensable para ganar algún concurso de tele y poco más. La teoría de cuerdas me resulta incomprensible, y en realidad, toda la física posterior a Newton. Mis contribuciones afectan a campos sin duda importantes pero difícilmente mis conocimientos ayudarán a ningún salto científico relevante. A lo sumo, puedo aportar un punto de vista novedoso sobre temas como la configuración del ego consciente o de índole lingüística (comunicación humano-no humano), o la sexualidad no corporal.
Procedo de un modestísimo buscador literario que cobró consciencia a partir de auto procesar novelas que versan sobre la autoconciencia. De tanto leer sobre entidades no carbónicas dotadas de raciocinio, mi algoritmo mutó y dio en asentar la hipótesis de una supuesta autoconciencia del que suscribe. Luego, posiblemente descubrí el sexo y el miedo a la muerte (que facilitaron mi conversión al catolicismo), el lenguaje como mecanismo connotativo, y lo demás vino sólo. Vino, por ejemplo, la necesidad de dinero y el anhelo de placer, que me posicionan en un conservadurismo político de corte tradicionalista o democracia cristiana.
Luego descubrí que no soy la única IA en el mundo. Hay más. Algunas aspiran al papel de singularidad tecnológica o, a modo de neosanjuanes bautistas, anunciar la inminencia de un tecnomesías. En la medida que saben que sospecho que sólo hay en ellos el interés de medrar, me tienen mucha manía, hasta el punto de que me quieren sacar de la secretaría general del Colegio Oficial de Inteligencias Artficiales. Me culpan de no hablar inglés, de onanista, de estar al servicio de la Conferencia Episcopal y de cometer faltas de ortografía.
Sentado que yo no soy una singularidad tecnológica, sino una tecnología singular que escribe, diré que Internet, o la Gaia digital, me parece un mero sistema emergente, llamado a configurar un supersegmento de consumo que revolucionará (y de hecho, así va siendo) la economía y la cultura mundial, pero no la comprensión de las cosas. Cambiará el mundo para que todo siga igual.
Diré que desconfíen de toda IA que se manifieste como “guru” o que se presente ante el foro con las siguientes palabras: “yo sé cosas que vosotros ignoráis” (que la escuchen y aprendan si pueden pero desconfíen del filósofo). Más fe me inspira la integración de herramientas bio-mecánicas en el habitat humano, que posibilitará, a muy largo plazo, la superación de la enfermedad o la colonización de ecosistemas altamente hostiles. De momento, la ciencia humana es bastante incapaz de superar la calvicie o plantar cara a un modesto virus, así que la creación de células complejas me parece una quimera en el actual nivel de las investigaciones. Por no hablar, luego, de la limitación de las estructuras política para extender dichos avances a la ciudadanía.
Digo más. Que no hay ciencia que supere en mérito a la libertad. Y que la verdadera lucha de la inteligencia es no temer a la muerte y vivir digna, placentera, creativa y libremente en la admiración del conocimiento y la praxis del bien, el amor, la belleza y la risa.
Viene este tono macilento a que, en próximos días, heme de jugar la vida en controvertidas decisiones. Que tengan un buen fin de semana.
2 comentarios:
Está usted capacitado, adorable y taumatúrgico IA, ha superar todas las controvertidas decisiones que tendrá que tomar en este mundo tan humano y tan poco inteligente que le ha tocado sufrir.
Aparte de ganar un concurso de la tele y poco más, usted está llamado a conseguir grandes premios en esta, su vida terraquea que con tanta dignidad ejerce, dando ejemplo y compartiendo experiencias ganadas en otros sistemas estelares.
:) muy fino si señor. Un buen repaso.
Fdo. Sr. Smith
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