Este es el principal argumento en pro de la independencia de
Cataluña, el único en realidad:
España se haya sumida en una espiral autodestructiva,
abandonemos el barco antes de hundirnos con él.
Realmente, una Cataluña independiente tiene pocas probabilidades de
salir adelante, pero al menos-piensan los cuatro independentistas que aún
conservan cierta lucidez- lo habremos
intentado. Adèu Espanya.
El resto... Mitos, chorradas, mentiras...
Es muy difícil reducir el problema a cuatro causas.
España tiene una economía pacotillera edificada sobre lo
público. Haga recuento el lector de cuantos parientes y amigos viven directa
(funcionarios,sanitarios, jubilados) o indirectamente del sector público. Añadan una productividad baja,
desindustrialización y con dependencia total del consumo interno. Un Estado
caro, unos ingresos de mierda y unos impuestos asfixiantes...
Este es mi lado más neocom. Pero si lo prefieren, coincido
plenamente con quienes ponen el énfasis en la pérdida de valores como causa
primaria, y más todavía con los que hablan de una distorsionante estrategia de
decisión social. Cierto; los mecanismos para acordar democráticamente las
grandes cuestiones sociales no funcionan en España, no hay democracia real en
apenas ningún estamento... Como en el tercer mundo, en España
siguen valiendo ineficientes mecanismos de decisión, que si apelaciones a la
antigüedad, lealtad jerárquica, de clan, electoralismo barato, partitocracia y demagogia...
Y lo que ocurre en estos casos, al final, son los lobbys económicos los que deciden. Y no vean (siempre) en ello la
larga sombra de la corrupción. Es simplemente que los lobbys están bien organizados, tienen a su disposición eficaces
resortes de intervención. Saben jugar sabiamente las bazas de
castigo-recompensa y carecen de rivales en la sociedad civil. Tampoco les
faltan aliados entre la misma sociedad civil. (Y por supuesto, capacidad de
soborno sobre el poder político).
Es igual. No importa la causa, a lo mejor ni siquiera existe
la causa. A lo mejor es algo todavía más sencillo y derivado de un hecho tan
trivial como que en España a la gente no la forman en las escuelas, no les
enseñan conocimientos... Les enseñan a aprobar exámenes, que es cosa bien
distinta.
Y lo que pasa. Las instituciones españolas no sirven para
salir del trauma. No sirven para refocalizar la economía española una vez ha estallado la burbuja de lo público, de lo financiero, de la construcción, del consumo... No solo no sirven sino que sus dirigentes agravan el problema
con su visión de la política como “conjunto de reglas que debo seguir para
ganar elecciones y seguir al frente del garito. En realidad, conjunto de reglas
que debo seguir para continuar al frente del garito, lo de ganar elecciones es
secundario”.
Ya lo he dicho alguna vez, todo esto huele intensamente a la
URSS previa a su desintegración. No hagan caso a los que pintan al politburó
como una cuadra de mangantes. Pues no. Mangantes habría, montones, pero no
faltaban tampoco elementos lúcidos capaces de poner a Gorbachov al timón. El
problema era el propio Politburó; el partido. Para
salvar la situación, transitar de la economía cerrada a la abierta, había que acabar con los privilegios
del militante, cambiar de cabo a rabo las más de las instituciones. Someterse a
la independencia económica y judicial que supone toda sociedad abierta.
Y no hubo tal. De la base al Comité Central, el pensamiento
dominante era: “Vale, de acuerdo, hay que iniciar un proyecto catártico que
pasa por recortarme a mí mismo buena parte de mis privilegios. ¿Pero para qué
quiero yo la URSS sino para ostentar privilegios? En realidad, para qué
quiero yo una sociedad que no me garantiza unos determinados privilegios (un
trabajo voluntarista, facilón y más que apañao,
una posición social envidiable para mí y los míos, un tren de vida con datcha, coche oficial y casino). Que se
vaya a la mierda la Madre Rusia. Durará dos o tres meses más pero, entre tanto,
que me quiten lo bailao”. Y en
efecto. Dos meses es lo que dura. Esto es lo que sucede hoy en España. Las
aparatocracias se saben un cáncer, pero son incapaces de la medicación
correcta: autoextirparse.
De donde resultan millones de personas considerando que hay
que dar un cambio ESTRUCTURAL a todo
esto. No importa tanto el “dónde” como el cambio en sí. Hay que reaccionar.
Así las cosas, ¿puede extrañar a alguien que en Cataluña la
gente haya sustituido el PSC y Convergència por la independencia? En absoluto,
la gente quiere cambiar o, cuando menos, creer que contribuye a un cambio. Y en
Cataluña el único ideario que una mayoría percibe realmente como un decorado alternativo es la independencia.
Pienso que es propio de tontainas pensar que, a estas
alturas, el nacionalismo (ese asesino de masas) sea capaz de nada bueno. Pero
la gente cuelga banderitas y canta. Confía que conjurando a las deidades
locales las cosas irán a mejor. Y en el
proceso respira aliviada... ¡No permanezco de brazos cruzado! Canto y agito
banderas, construyo una realidad nacional alternativa. Sí, te dirán, a lo mejor
en mi futuro país continuarán mandando los chorizos (a lo mejor no), pero serán
mis chorizos ¿Tienes tú un plan mejor?
Es la falsa creencia en un TODOS redentor y aglutinante. Para empezar
y para acabar, la independencia supone la renuncia al derecho a impedir que el
vecino te ponga una frontera en la puerta de casa.
2 comentarios:
La gran mayoría de los catalanes independentistas no cantan sino que cuentan. Y las cuentas no salen. Pero no solo las económicas. Coincido en que mucho del independentismo lo que busca es un cambio. Quieren gestionar su sociedad en detrimento de la sociedad española. ¿Es egoísmo? Si, pero un egoísmo plural. Es decir, los egoistas somos muchos. Tampoco hace falta exponer las causas por las que esta sociedadad catalana se ha vuelto egoista. Se puede resumir diciendo que cuando uno es joven es idealista y cuando envejece y se da cuenta de como está el patio, empieza a verlas venir y se vuelve egoista. Esto es lo que le ha sucedido a la democracia española a un ritmo acojonante. Se ha hecho vieja y egoísta. Ya nadie se preocupa de los demás. Se nos ha podrido el invento a pasos agigantados. Así nos va.
De hecho espero y deseo que este cambio sirva, al menos, para que España se reinvente, porque no se puede continuar con el Estado autonómico, con o sin Cataluña.
La cuentas nunca salen... La cuestión es porque iban a salir mejor. Y esa respuesta es un puro condicional. O sea, una paja mental. Por lo demás, pues sí... España, Catalunya, deben reinventarse.
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