martes, 27 de diciembre de 2011

No funcionará (relato navideño)

Enlatados. Recuperación navideña de cuando este blog era un sitio con elegancia, clase, buen gusto, todavía no mediatizado por la prostitución comercial y el éxito mediático...

Hace tres años que no nos reunimos por Navidad. En parte, fue por la que se montó la última vez con lo del “amigo invisible”; alguien se equivocó y me quedé sin regalo mientras que mi cuñada antillana (Larilys, de Camagüey) se llevaba el GPS y una Jeta de última generación. A mi mujer le endosaron un pseudo Lladró que ella juraba haber visto en la casa de la playa de mi hermana mayor, la rica, un verano que nos invitaron.

Tras un año de guerra fría, mamá inició una compleja operación multibanda entre los cuatro hermanos y otros tantos cuñados. Las negociaciones para volvernos a reunir se dilataron varios meses, pero al final quedamos en reunirnos donde los viejos por Nochebuena. Esta vez sin amigo invisible; mi hermana la de la Junta traería las bebidas, yo el cordero, el pequeño un jamón y mi hermana mayor –muy sibarita- cotizaba el marisco. Todo iba bien hasta que a mamá, que le gusta mucho disfrazar a los nietos, le dio por organizar un belén viviente con los peques, dos por familia.

La verdad es que quizá no debí reaccionar como lo hice cuando conocí los detalles del casting. Nada que objetar a que Andreita, con dos meses, hiciera de niño Jesús, tampoco a que la mayor de mi hermano se disfrazara de angelito; sin problemas con que mi hijo y Samu fueran de pastores, ni tampoco con lo que los dos sobrinos mayores representaran al asno y la mula (aunque barrunté problemas con su madre, mi hermana sibarita). El lío se montó con mi hija Leonor y mi sobrina Zulemita. Me tocó los cojones que a mi hija la endosaran de San José y a Zulemita, el ojito derecho de mi padre y que, al parecer, ha heredado la “gracia tropical” de mi cuñada cubana, de Virgen María.

Una mierda, les dije. Mi hija no se iba calzar la barba de hippy, que por una vez se jodiera Zulemita y cediera protagonismo a mi hija, que a ver si por ser 100% del país va a ser menos que nadie. A mi hermano aquello le supo a cuerno quemado, pero quedó en hablarlo con Larilys. Y sí que debió hablarlo porque al día siguiente, mi madre, llorando, me dijo que Larilys no venía a la cena, mi hermano dormía en la oficina y la pelotera pintaba pero que mala. Durante unos segundos me ablandé y estuve a un tris de ceder pero, en esto, a mi madre no se le ocurre otra que decir que, después de todo, “Leonor, como está más fuerte, queda bien de San José”.
“Mamá –repliqué muy serio- ¿qué quieres decir con que mi hija está más fuerte? Lo que pasa es que la tenéis envidia porque es la más alta de su clase y no una canija retrasada como…” (no terminé la frase).
“No te pongas así”
“¿Qué no me ponga cómo?... Mamá, voy a colgar…”

Esa noche se lo comenté a mi mujer, que me alabó la decisión: “Tenemos que defender lo nuestro, ya está bien de aguantárselo todo a tu cuñada cubana… Además siempre va hecha un putón”. No obstante, dos días después –se conoce que alguien le pasó recado- mi mujer abogó por una solución intermedia, dos Vírgenes Marías y a tomar viento con San José. “Vale –dije- pero el traje de Leonor lo elijo yo, que ya sé cómo van estas cosas.”

No contábamos con la mayor, que es muy de misa. A 24 horas de la cena va y se entera de la movida y con un gran disgusto me llama al móvil. “Vale que yo pongo el marisco y otros traen congelados, vale que lo montó todo para que mamá no se pegue la gran paliza y que mis hijos hagan de burro en el puto Belén… Pero esto de dos vírgenes marías como que no… Hasta ahí podríamos llegar… Un Belén de boyeras para que los sociatas de la familia estéis contentos… Sí hombre, y qué más…”

Conozco a mi hermana y sé que cuándo le tocan la cosa política, salta…

En un intento a la desesperada mi hermano y la otra hermana, la que trabaja en la Junta quedaron en echarlo a suertes. Samu de virgen María, mi hija de San José (hay que joderse, sí, pero mira por donde a Zulemita le ha tocado de mula), a los mayores, uno de ángel y otro de pastor, en tanto, Andreita, el bebé, de pastor y a mi hijo de once años de Niño Jesús.
Hemos quedado que se monta el teatro, se saca una foto y ni comentario. El niño que se queje sin juguetes. Ahora, Larilys va llorando y malmetiendo con las tías diciendo que por mi culpa Zulemita hará de burro. Mi hermana amaga con lo del marisco e insiste en que mi cordero huele; harta, mi mujer amaga con gastarse 40 euros en chuletas congeladas del Eroski y a tomar por culo. No sé yo… No pinta bien, nada bien.

3 comentarios:

creativa en proceso dijo...

Joder, es el mejor post que he leído en mi vida. Me duele el costillar derecho de reirme, sólo espero que esté basado en hechos reales y que una brecha en el espacio tiempo impida que tu familia pueda conectarse a internet

Sr. IA dijo...

Gracias Beatriz. Muchas gracias. Bueno, es una distorsión sobre sucesos reales... En la realidad hubo problemas, mi hijo no quería hacer de pastor (no hubo forma) y se supone que yo hacía de San José, me negué, y fue mi mujer que, para contentar a la suegra, se puso del dichoso San José... Las razones de mi negativa es que mi madre vive en un bloque extraño, una suerte de club para viejos... y habia que desfilar piso por piso (poco más)... En suma, los notas del bloque es lo que somos.... jaja

Anónimo dijo...

Doy absoluta fe de que está basado en hechos reales, que por algo soy su hermano. Algún detalle como el de las boyeras y los sociatas es original del autor, pero más o menos se armó el belen.
Anónimo 3