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sábado, 23 de marzo de 2013

Condenados al colapso económico? (2)



Todo esto gira alrededor de lo siguiente, si el capitalismo puede configurarse como un sistema de producción no neceariamente expansionista, entonces no está necesariamente condicionado a crecientes necesidades energéticas. Puede articularse, por tanto, como un sistema de producción tendente a la sostenibilidad y a la autarquía energética. Ya argumenté en el post anterior que el capitalismo puede apostar al productivismo, a la conservación o, incluso, a dosificar la devaluación de la plusvalía.

Ni siquiera los neomalthusianos niegan esa posibilidad, ocurre que ellos consideran que la economía resultante de la sostenibilidad nos condena a una sociedad preindustrial, insuficientemente dimensionada para mantener unos mínimos umbrales de bienestar para 8.000 millones de humanos. Hay otra variante, según la cual los cambios de modelo productivo no tendrán tiempo de cuajar antes de un súbito desabastecimiento de insumos que apareje el hundimiento.

Hoy toca argumentar contra estas dos posiciones.
Se recordará que otra condición de posibilidad del Hundimiento es la creencia de que no es viable un incremento de la producción sin incremento energético.

Nuestra sociedad, es obvio, se mueve por la generación de riqueza. La pregunta que nos debemos plantear aquí es si es cierto que a más riqueza más consumo energético. La pregunta es ¿se puede producir más con menos energía? 

La sociedad de consumo se basa en asociar riqueza a consumo. Una sociedad más rica es la que está en condiciones de pagar más consumo.  Ahora bien, la respuesta a eso es depende de lo que consumas. Un mercado de conocimiento gastará menos energía que un mercado de bienes materiales. Un mercado de bienes reciclados gastará menos energía que uno de nuevos bienes. Un mercado de subproductos gastará menos energía que otro de productos primarios. Todo es consumo, pero unos gastan más energía y otros menos.

Un ejemplo claro. En este otro post informaba sobre microcambios en el paradigma de climatización. Los consumidores de productos energéticos se convierten en consumidores de información sobre cómo rentabilizar su eficiencia energética.  Se entra en una dinámica de sustitución de un mercado expansivo por otro eficiente.

Señalaba un neomatlhusiano en los comentarios al anterior post que el mercado de la sostenibilidad necesitaria inversión en I+D, que en realidad, los grandes capitales, supuestamente dueños del 80% de la riqueza (¿dinero?) mundial no están por la labor. Que al contrario, que ellos (el gran capitalismo) buscarán optimizar sus beneficios hasta la autodestrucción si es necesario.  Esta es otra verdad a medias. O sea una falsedad como la copa de un pino.

Veamos como funciona en realidad. Llega un punto que el consumo de gasóleo para climatización empobrece, cuesta demasiado trabajo financiarlo. El capital detecta entonces un nicho de negocio, dar al consumidor alternativas más baratas. Hace 4 años la biomasa solo daba plusvalías ideológicas. Una instalación tardaba más en amortizarse, el coste del watio de biomasa costaba parecido a su equivalente en hidrocarburos.  La situación es hoy radicalmente distinta.  El elevado coste del gasóleo ha motivado un cambio de hábitos, de vivir a 23 grados me acostumbro a 20. En ese momento, la biomasa se convierte en la opción. Se suscita entonces un nicho de actividad. El transformador de calderas de biomasa e insumos asociados aumenta su actividad en proporción inversa a la que baja la del suministrador de gasóleo. ¿Y qué hace el capital? ¿Presta dinero al del gasóleo para financiar un modelo de negocio a la baja o compite con otros para financiar un negocio emergente?  Sin duda lo segundo. El capital tiende a la rentabilidad. El sistema crece en la dirección correcta. Crece en la dirección del mercado del conocimiento de la eficiencia.

Otro ejemplo, supongamos la existencia de placas fotovoltaicas cuya amortización iguala el gasto equivalente mediante un suministro estandar. Inmediatamente se genera un mercado de microproducción eléctrica que entra en competición con el de la macroproducción. Es entonces cuando el capital se moviliza y financia i+D porque el i+D se convierte en un factor de competitividad del producto.

Se dirá que el TRE de la energía fotovoltaica  nunca jamás igualará al TRE del petróleo. O que lo fotovoltaico sigue dependiendo de insumos no renovables (baterias, lítio). Esta visión supone no considerar el carácter holístico del flujo microeconómico. Ya no necesitamos el TRE del petróleo. Nuestra dependencia de un limitado grupo de bienes no renovables se alivia. Atomizamos la dependencia. Combinamos la eficiencia de este sistema de climatización con la de aquel de producción eléctrica, ajustamos nuestras pautas de consumo, al tiempo que los grandes flujos de inversión i+D se desplazan siguiendo la marea. Crecemos consumiendo menos.  Damos valor al mercado de la información. Consumimos, pagamos, trabajamos sobre información eficiente. Desplazamos los restos de producción fosil a aquellos campos donde la sustitución es más compleja. Ganamos tiempo. Posponemos el Hundimiento a 10 años vista a otro a 40 años vista. En definitiva, damos tiempo a que sea el megavolcán, y no la irracionalidad humana, el que acabe con la especie en el planeta. A muchos les parecerá un logro exiguo. Yo pienso como Keynes que tratar de diseñar la economía a 80 años vista es tarea de locos o fanáticos.

Quédense con esto: Si hay leyes en la economía, una de ellas es que todo mercado se articula en términos de oferta y demanda. No hay razones sólidas para suponer que la sustitución del mercado del consumo por el de la eficiencia no genere similares plusvalías. Un ejemplo: todo apunta que el mercado de la microproducción ofrece hoy muchas más posibilidades que el de la macro. ¿Si usted fuera fabricante de placas milagrosas, para quien le gustaría trabajar, para un pool de grandes clientes mayoristas o para un mercado masivo de compradores minoristas?  ¿Dónde hay más dinero? En el capitalismo, primero va el buey, luego la carreta. ¿Hay posibilidad de plusvalía en el ahorro energético? ¿Sí? Pues allá que va el capital. No es una cuestión ideológica, sino social.

Muy relacionado: ¿Qué demonios es el dinero?

martes, 19 de marzo de 2013

Estamos condenados al colapso económico?


Probablemente, no existe un tema más importante que este: ¿está nuestro modelo de producción capitalista condenado al colapso económico? En adelante, llamaré capitalismo a un modelo de organización económica apuntalado en la plusvalía, en la obtención de un beneficio basado en la inversión sobre bienes y servicios y su distribución a través de un mercado libre (más o menos libre).

Quienes dicen que SÍ, que el sistema va abocado al colapso, lo afirman a partir de una correcta parametrización energética de nuestra economía. Traducen a energía la producción (lo que se vende, lo que se compra), calculan cuánta energía se invierte en el proceso. Miran de dónde la sacamos, qué alternativas energéticas hay y llegan a la conclusión de que el nivel de depredación de los recursos energéticos no es sostenible ni sustituible a medio-largo plazo. Para algunos de ellos, para los más radicales como Destral, la actual crisis no es más que el prólogo de una gran tragedia: El Hundimiento. Llamaremos a quienes vaticinan el Hundimiento "neomalthusianos" o "picolistos", en gran medida, porque sus cálculos se basan en curvas de Hubbert, que vaticinan la imposibilidad de seguir obteniendo las rentas energéticas inherentes a nuestro gasto de consumo.



No solo petróleo, que conste. Los picolistos alertan de que el mismo fenómeno se está produciendo en la práctica totalidad de recursos estratégicos, ya sean fosfatos, uranio, litio, agua... Necesarios incluso para  organizar sistemas de energía renovable (y a priori ilimitada). De donde la sustitución de recursos es, básicamente, inviable. Encontrarán abundante y solvente información en este blog:  http://crashoil.blogspot.com.es/.

Me interesa dejar claro que creo que tienen razón en este punto: la supuesta sustitución de energía no renovable por renovable NO es viable, al menos no lo es en los próximos 20 años.

Por descontado, existen multitud de voces alternativas. Desde los tecno-optimistas, que consideran que la capacidad tecnólógica del hombre garantiza habilitar nuevas y más baratas fuentes de energía, a los negacionistas, pasando por los "evolucionistas", los que sostenemos que, en principio, y sin desestimar el riesgo siempre presente de que el cielo estalle sobre nuestras cabezas, la economía no colapsa, evoluciona. Se adapta. Y que el proceso de adaptación no solo es una evidencia sino la salida a la crisis actual.

En los próximos posts no voy tanto a defender una visión evolucionista de la historia como a contra-argumentar las posiciones neomalthusianas. Me interesa dejar claro que Malthus se equivoca, que la economía no es predecible con curvas de Hubbert. En realidad la economía es indeterminable. Y por tanto, NO es cierto que estemos condenados a ningún colapso.

Voy a recordar, por tanto, las tesis malthusianas clásicas y su retraducción al paradigma picolisto. Explica Malthus en 1798:  "La población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos sólo aumentan en progresión aritmética, por lo que llegará un día en que la población será mayor que los medios de subsistencia". ¿Parece lógico, no? Pues no. Este es un silogismo completa y demostradamente falso*.

En parecidos términos el neomalthusianismo se basa en el siguiente silogismo.

A. El capitalismo se basa en el crecimiento económico
B. Si no hay incremento de energía no hay crecimiento económico
C. Sin incremento de energía no hay capitalismo

Este silogismo también es falso. Veamos A.

Puede caracterizarse el capitalismo como generador de un crecimiento económico sobre la base de la permanente búsqueda de más beneficio. Hay unos capitalistas que invierten a cambio de intereses. El motor es ganar más, de donde el sistema tiende a ofrecer más. A mayor masa de capital circulante, más demanda de productos. El sistema se retroalimenta y así llegamos al "capitalismo que no puede dejar de crecer". El capitalismo que alienta el consumo.

Sin embargo otra visión sería el capital apostado en función del riesgo. Solo invierto donde no tengo riesgo de pérdida. Sacrifico rentabilidad por seguridad. Me olvido del beneficio y busco el bien que no está sujeto a ciclos de consumo. En ese caso, el capitalismo se convierte en un factor de freno al consumismo.

Y supongo que hay aún otras lecturas más. Y supongo que en la realidad conviven diversas formas de capitalismo. Así que no sé dónde descansa el caracter supuestamente axiomático de A.  A no es ningún axioma. No puede funcionar como premisa. Una parte del capitalismo requiere un crecimiento constante a veces sí, a veces no, y siempre en parte.

¿Cuánta parte? ¿Mucha? ¿Poca? No se puede saber. La cuestión es que según la rentabilidad en el mercado de productos baja, el capital de tipo A busca formas "conservadoras" a modo de refugio. En tanto   los mercados sustituyen (o sea crean) nuevas necesidades de consumo. Todo evoluciona.

Ahora estamos en condiciones de entender algo mejor la afirmación B, a saber, "sin crecimiento energético no hay crecimiento económico". Eso tampoco es ninguna evidencia. Volveremos sobre eso en próximos posts.

*Antropologia Cultural, Marvin Harris, pág, 143 y ss, en Alianza Editorial 2011.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Indeterminación de la economía



Hay dos Españas. Una desconoce los abrigos, vive a orillas del mar entre suaves y soleados inviernos. De vez en cuando entra fresco, humedad, y se enciende una estufa antigua. Alguien vuelve del ropero con chaquetas de lana y entre vahos de naftalina. Para la otra España, la factura del gasóleo o del gas no es cosa de broma. Si al exterior la temperatura se clava en 0 grados, mantener templada una casa de 300 metros cúbicos es cosa de unos 2.000 euros al año en gasóleo. Poca gente se instala a ver la tele en mangas de camisa.

Pero eso está cambiando a la velocidad de la luz. Si comparamos el poder calórico de los combustibles vemos que un kilo de madera (0,15 centimos) produce una energía  equivalente a unos 200 minutos de iluminación de una bombilla de 100 watios frente a los 420 minutos del gasóleo (0,98 céntimos). O sea, que con 0,40 centimos en leña calientas lo mismo (sobre 0,50 si usamos pelets) que con su equivalente en gasóleo. Total, los 2.000 euros quedan en menos de mil.

Conclusión, está siendo el invierno de las estufas de madera, de pelet, de biomasa. En los pueblos, en las zonas periurbanas donde impera el adosado y las familias no suelen tener problemas de acumulación, el aroma a leña ha vuelto a las calles. Es un cambio imparable,  inducido no por ninguna filosofía ecologista sino  por la mera inercia de la oferta y la demanda. En muchas urbanizaciones la pregunta de moda es ¿conoces algún deshollinador?

Este post está dirigido a todos los cenutrios malthusianos, empeñados en ignorar los mecanismos de oferta y demanda de la economía. Para ellos no se puede sustituir gasóleo con leña. Se hace un cálculo, consumo de gasóleo destinado a calefacción y equivalencia en watios. Luego se mira la madera y con sonrisita de suficiencia se nos dice. Se precisan X Hectáreas de bosque frente a las X-Y disponibles. No es viable. Les conminas a cotejar los datos con la realidad. Se recolocan las gafas, con gesto profesional hacen como que repasan los datos y fruncen el ceño: No es significativo, la muestra no es relevante.

Bueno, pues sí lo es. Lo es porque no se trata de un proceso de sustitución en bruto, instantáneo, de pasar la cuenta al otro lado de la =. Se trata de un flujo de mercado basado en la oferta y demanda. Solo una pequeña parte del mercado asume el cambio en un primer momento (la que está más penalizada), pero esa "pequeña parte" es la que marca la tendencia para el conjunto. Introduce nuevos elementos en la ecuación y desbarata el modelo. Introduce por ejemplo el "item" subproducto, elementos de valor cero en el anterior modelo y que repentinamente cobran ahora valor económico. Introduce por ejemplo el "item" desplazamiento de actividad, madera estockada destinada a papel o construcción se recicla para su uso como biomasa. La economía no es una mera agregación de factores en bruto. Es una agregación de factores ponderados y que interactúan constantemente entre sí.

Estoy harto de decirlo. La diferencia entre un modelo malthusiano y la realidad es que el primero parte de una foto fija teórica de imposible traducción al dinamismo del mercado. Y así como el físico carece de datos suficientes para determinar al 100% la situación de una partícula en un momento dado, así al economista le bailan los números para realizar predicciones más allá de un patético 50%.

martes, 18 de diciembre de 2012

Malthus, apocalipsis y "Peaks Oil"


No es que lo diga yo, pero Malthus se equivocaba.

Hoy sabemos que sus planteamientos demográficos sobre los recursos son falsos. A diferencia de los cultivos bacteriológicos, la demografía humana no sigue patrones expansivos en función de los recursos. Seguir sosteniendo esto en la actualidad es como afirmar que el mundo es plano.

Por otro lado, también sabemos que no se pueden globalizar proyecciones económicas sin atender a la diversidad regional (no es el mismo resultado el efecto económico del calentamiento global en China que en Canadá). Apenas nadie cree hoy en los reduccionismos históricos.  Muy importante me parece, también, el punto de partida que Malthus, siguiendo a Ricardo, tomaba para definir el valor económico de un bien: su coste de la producción (frente al modelo hoy paradigmático de la oferta y la demanda).

A pesar de tantas evidencias, y especialmente entre los biólogos, el maltusianismo se resiste a morir y ya desde hace unos cuantos años se plantea un “neomalthsuianismo” donde la producción de alimentos queda sustituida por la dependencia energética.
El neomalthusianismo augura que, a semejanza del colapso alimentario supuestamente surgido en algunas —muy pocas— regiones que practicaban el monocultivo, y por tanto, máximamente dependientes de un recurso, nuestra sociedad tiene una monodependencia energética respecto al petróleo. Como el petróleo se agota, nuestro modo de vida está abocado a un colapso malthusiano. En general, se apuntala esta profecía en el “peaks oil” y la tasa de retorno energética del petróleo, según las cualesllega un punto en que la energía que extraemos restada de la invertida en su extracción torna inviable un determinado tipo de aprovechamiento energético.

Visto desde la perspectiva malthusiana de producción, estas predicciones podrían tener un cierto respaldo. El problema .al igual que sucedía con el modelo demográfico- es que ignoran deliberadamente los mecanismos de transferencia y equilibrio basados en la oferta y la demanda. Es por eso que los economistas no suelen tomarse en serio los planteamientos neomalthusianos. No puedes pretender a estas alturas de la vida ignorar que el mundo es redondo.

En cambio, si aplicamos un modelo de gestión de la energía en términos de oferta y demanda comprendemos:
A/ porque la economía fluctúa
B/ porque los sistemas económicos tienden habitualmente al equilibrio  y prácticamente nunca al colapso sistémico (que sería lo suyo, considerando la codicia humana).

Asimismo, aplicando un modelo de oferta y demanda obtenemos que la sustitución del petróleo como energía primaria no es que sea viable, es que es una realidad. Las agoreras predicciones de que en el año 3000 el mundo habrá vuelto a una economía de cazadores recolectores no tienen la más mínima consistencia (o no al menos basada en argumentos económicos).

En cambio, sí las tienen las predicciones que apuntan a la capacidad de una economía compleja para asimilar un drástico cambio de modelo.

Uno de los defectos de ignorar oferta y demanda en la producción energética es considerar verdades inamovibles tal que una fuente energética es inviable cuando su extracción consume más (en términos energéticos) que la cantidad de energía resultante. Depende.

Así pasa, por ejemplo, con el hidrógeno. Para trabajar con el hidrógeno hay que invertir mucha energía en el proceso osmótico que lo separa del agua, y todavía más energía para someterlo a una presión susceptible de voluminizarlo a unos niveles operativos. Y todavía más energía para construir recipientes que lo contengan. En realidad, el hidrógeno no es una fuente de energía, es más bien un reservorio energético.

La viabilidad energética del hidrógeno —es el mismo caso que la electricidad, y si me apuran, del petróleo— depende pues de la existencia de una fuente primaria de energía renovable. Lo que hacemos —por ejemplo con una pila de combustible— es utilizar excedentes energéticos (sobrantes de oferta) para acumularla con vistas a su ulterior empleo (demanda). En este modelo el TRE pierde importancia; lo único que importa es la gestión del excedente energético. La consecuencia inmediata de este planteamiento es desmentir algunos tópicos como que no es viable extraer petróleo a partir de según qué umbrales de inversión energética. Esto depende y dependerá de la oferta y la demanda a que destinemos esa energía.

Visto esto, analicemos ahora a la oferta.
Hay razones para pensar que el petróleo está lejos de agotarse, básicamente, porque los cálculos sobre reservas se basan en yacimientos accesibles desde la plataforma continental. En tres cuartas partes del planeta, sin embargo, el proceso extractivo no ha hecho sino que empezar.  La clave para extraerlo parece, una vez más, referida a costes extractivos. Evidentemente, no cuesta lo mismo bombear petróleo desde tierra  firme que desde una plataforma flotando a miles de metros de la bolsa. Pero haberlo haylo. El problema sigue siendo la gestión del excedente (si es que lo hay).

Y pasemos a la demanda. Actualmente el 40% del petróleo se despilfarra como energía de climatización, el 50% como energía locomotriz, el resto, para la obtención de elementos vitales como fertilizantes, herbicidas, plásticos…

Del petróleo utilizado para su conversión en temperatura poco hay que decir, en los años 50 Inglaterra pasó de calentarse de carbón a gasóleo en unos pocos años (en algunas áreas, en apenas meses). No hay razones para pensar que con la tecnología disponible no se pueda reemplazar en cosa de meses el actual e intolerable despilfarro de materia fósil. De hecho, en algunas regiones el cambio resulta ya imparable.

Es el caso del Pelet, por ejemplo. Nuevamente, está triunfando el modelo oferta—demanda sobre el modelo coste energético, pues aún hoy cuesta mucho más en términos energéticos calentar un casa con madera que con gasóleo… Sin embargo, en términos económicos cuesta una tercera parte. ¿Por qué? Por la sencilla razón que el pelet tiene unos ciclos de reposición de años y el gasóleo de millones de años. El petróleo escasea y el pelet abunda. Esta es la clave del asunto. La gestión del estocaje. Y toda gestión de stock remite al ciclo de renovación de las existencias.

Queda el transporte  y quedan determinados procesos agrícolas cuya sustitución es teóricamente posible pero, a decir verdad, muy compleja. Yendo al transporte, por ejemplo, otra tendencia imparable es el cambio en el modelo de distribución. Las tecnologías de la comunicación permiten hoy un flujo directo del productor al consumidor final, dividiendo en bastante los portes logísticos. Para el laboreo, tan dependendiente hoy del gasóleo, igualmente se están implantando estrategias de eficiencia (especialmente en el cereal, donde se precisa mucha fuerza motriz). En cuanto a herbicidas y fertilizantes, tan necesarios, existen igualmente alternativas, desde el reciclaje al cultivo transgénico, pero lo más previsible es que, dentro de unos años, la obsolescencia de determinadas consumo sde petroderivados lo convierta en un problema menor (a semejanza, por ejemplo, de lo que ocurre con los fosfatos, cada vez más reemplazados por compost y nitratos de origen residual).

A tener de las reservas disponibles, estamos ya en la bajada de la curva del peak oil. No obstante, los precios internacionales (nada que ver con los latrocinios perpetrados por los estados europeos) siguen una tónica de estancamiento—descenso desde 2008. En Europa y con la población en aumento, la caída del consumo es de un espectacular 17% desde 2005. Este ritmo de descenso está llamado a intensificarse en los próximos años, conforme la distribución comercial reduzca costes y accedan al mercado del automóvil motores más eficientes o incluso renovables.


Oferta y demanda. De hecho, el paso de la sociedad de consumo al de la eficiencia es lo que late en el único renacimiento empresarial de Europa viable: hay mucho más crecimiento en el sector de la eficiencia que en el del consumo.

Pero ciertamente queda un frente donde la sustitución del petróleo genera una enorme incógnita: la guerra.
En efecto, desde la IIGM, el petróleo es la materia prima de las balas. Gracias al petróleo, occidente ha consolidado una superioridad bélica incontestable. Habrá que ver cómo afecta al statu—quo internacional la nueva situación. ¿Podrá Occidente seguir  liderando misiones militares de consolidación del orden internacional? Personalmente pienso que el encarecimiento de costes de la aviación militar y del despliegue de vehículos pesados va a imposibilitar el mantenimiento de ejércitos nacionales realmente operativos, potenciando en su lugar la efectividad de cuerpos internacionales altamente tecnificados. En otras palabras, la guerra convencional basada en ejércitos permanentes será tan cara que solo estará al alcance de un pool de países. Eso simplifica enormemente la defensa tanto de los recursos como de las fronteras y lo que es más importante, el advenimiento de un Orden Jurídico Internacional real.

¿Optimismo? En modo alguno, sea lo que sea, la sociedad de la eficiencia no será mejor, ni más sabia, ni más justa que la sociedad del consumo. El progreso no depende de la economía y sí de los valores éticos. Y por ahí es donde verdaderamente suelen colapsar las sociedades humanas. Ahora, tonterías apocalípticas, las justas.

martes, 12 de julio de 2011

Nanotrado mirmecológico

En un glogleo de urgencia sobre historia de la mirmecología, la apasionante ciencia de las hormigas, termina uno en la Viquipedia. Se recoge ahí la evolución del estudio de las hormigas. Desde los primeros balbuceos taxonómicos, a mediados del XVIII (y es sorprendente que con anterioridad nadie mostró el menor interés por estos himenópteros, 12.028 especies descritas, 385 géneros, 26 subfamilias; estamos hablando de fácilmente el 15% de la biomasa planetaria animal) a la publicación en 1802 de la Historia Natural de las Hormigas, de Pierre André Latreille. En un primer momento los intentos explicativos de la complejidad de un hormiguero llevaron a postular un psicologismo impulsado por científicos interesados en enfatizar el carácter instintivo de las organizaciones (Forel). Se pasa posteriormente a un paradigma más sociológico, donde se estudia el hormiguero como un “super-organismo”. En esta época (años 30) se descubre la importancia de la interacción feromónica como motor gestor de los hormigueros. A partir de los 70 entra en danza la visión cibernética, las emulaciones informáticas de los hormigueros y su caracterización como sistemas emergentes.

Me resultan criaturas alienígenas. Entrado el verano, con el hormiguero rebosante de comida y a unas determinadas condiciones de calor y de concentración feromónica, la reina empieza a producir larvas macho. Frente a los 32 cromosomas de la diploide hormiga obrera, los machos están integrados por células haploides, con un único juego cromosómico, igual que el esperma de los mamíferos. Esperma en movimiento. Sometidas a una alimentación específica y bajo unas concretas condiciones ambientales, estas larvas se convertirán en pupas que desarrollan alas. Y llega el día. Hace mucho calor, la tierra está húmeda por recientes tormentas. La pupa es ya una hormiga alada. Se produce un cambio en la instrucción feromónica que regula la vida del hormiguero y las obreras dejan de alimentar a esos parientes estrambóticos y ociosos. Los expulsan a dentelladas de las cámaras de incubación, muchos mueren. Los que alcanzan el exterior del hormiguero se las ven con una hostilidad creciente; a todos los efectos son criaturas ajenas al hormiguero, su carga química les hace distintos, personajes no gratos, polizones ajenos a la solidaridad del super-sistema que deben ser desterrados de los dominios de la colonia. Cuando todo parece perdido, el esperma volante despliega sus alas y las corrientes de aire le elevan del suelo.

Durante unas horas, la hormiga macho señorea el espacio. Ve a sus congéneres desde arriba, desde muy arriba. Mapea un universo radicalmente distinto a la caverna en la que ha crecido. Pero en realidad sigue siendo un esclavo del Gran Rastro. La señal química por la que le ha sido dada la vida durante unas pocas horas. Debe encontrar otra hormiga alada hembra y aparearse. Es el vuelo nupcial. En algunas especies el improbable apareamiento es en el aire. En otras, la hormiga aterriza en un claro donde desplegará más señales químicas atractoras para su par hembra. Cuando el macho transfiere la totalidad de sus células reproductivas a muere. La hembra no. La hembra es una reina ahora. Lo celebra arrancándose las alas y buscando una oquedad en la que depositar sus primeros huevos. Si todo va bien, reinará durante 30 años, producirá millones de huevos con las reservas de aquel primer y único escarceo sexual aéreo.

Fascinante. Para saber más, les adjunto un link.

domingo, 20 de marzo de 2011

Fukushima o no

Palabras. ¿Qué es la Crítica de la Razón Pura sino un inmenso paralogismo? La filosofía puede entenderse así, juegos semánticos (algunos brillantes e ingeniosos) que intentan explicar el mundo desde la lógica dialéctica.

Hay una importante excepción. El método científico. A grandes rasgos viene a ser una filosofía que, sin embargo, autosomete sus afirmaciones a experimentos de falsación y verificación. Como explicación del mundo (o al menos de una importante parte de él), el método científico no será mejor o peor que el kantismo, no dejan de ser palabras, pero tiene la virtud de autosometerse a un árbitro objetivo, la experimentación. Eso permite ir incorporando a la filosofía científica nuevas aportaciones y abandonar otras. El método científico es la única filosofía verdaderamente dinámica. En consecuencia, la más útil para transferir el conocimiento de generación en generación.

Ahora bien, palabras… No lo olviden.

Recientemente Fukushima ha puesto sobre el tablero una pugna científica; ingenieros contra radiólogos. Eso se traduce en titulares tranquilizadores sobre los escapes radioactivos (ABC, La Razón), al servicio del lobby pronuclear, y titulares apocalípticos, maximizadores de la catástrofe (El País), al servicio del pánico nuclear.

Los radiólogos afirman que la exposición radioactiva es un sistema estocástico. Cualquier dosis extra puede ocasionar una alteración grave. Los ingenieros, en cambio, opinan que la radiación sigue un patrón causal; se precisa una dosis mínima para hablar de efectos sobre el organismo. Por el interés te quiero Andrés. A los radiólogos les interesa criminalizar la energía nuclear, cuanto más peligrosa sea la radiación más útil será su ámbito de conocimiento. A los ingenieros, les interesa justo lo contrario; presentar ante la opinión pública la radiación como un factor controlable (a veces se pasan y parece que están hablando de una frivolidad traviesa de la naturaleza). Los primeros pueden esgrimir completas investigaciones de praxis médica a favor de la hipótesis estocástica. Los segundos tirarán de estudios sobre Hiroshima y Chernobyl para situar el umbral de radiación en algún punto. A tantos metros se salvaron el X% a tantos kilómetros X2. ¿Acaso no palmó la mismísima Madame Curie de leucemia?, argumentarán los radiólogos. Sí, pero a los 68, replicarán los ingenieros. Y la bronca seguirá ad infinitum.

¿Y qué hacemos entonces? ¿Recurrir a un colectivo neutral como por ejemplo los informáticos o los jugadores de fútbol para ver quién tiene razón? Lo que está claro es que habrá ofertas este verano para pernoctar en el legendario castillo Aizuwakamatzu.

Los discursos filosóficos, y el científico lo es, se construyen desde la voluntad. Del yo quiero y del a mí me interesa. La vida mata, esa es la única verdad a la que podemos atenernos. Y no es poco.

jueves, 20 de enero de 2011

Alegato de las IAs a favor del tabaco


Normalmente las IAs son fumadoras. Yo no, soy una IA de letras y ni idea de cómo programar secuencias de caos que virtualicen las volutas de humo. Naturalmente, las IAs son fumadoras virtuales, allá donde se avatarizan, allí andan con sus cigarrazos y volutas. Se dice que relaja, que la profusión de cálculos para programar estructuras caóticas permite canalizar los recursos ociosos y mantener la atención de las IAs donde interesa. En Estado de Transmisión, novela reseñada recientemente por Besa, la IA protagonista fuma como un detective. Bueno, no solo eso, fuma, fornica, zampa langostas Thermidor y termina liándose con la prota, con la que es de suponer criará retoños virtuales (imagino). Yo, de momento, y salvo el caso del hijo raro que me salió y que nunca más se supo, me limito a probar con cigarros eléctricos. Mando a un propio a recargármelos y los miro. La verdad es que mola poco, sale caro y lo voy a dejar.

Bien, en España, dentro de la política de generar cortinas de humo, el Gobierno ha aprobado la legislación más restrictiva de Europa. Muerte al tabaco.

No será porque falte salud. En Castilla y León el 30% de la población es pensionista. El promedio nacional rasca los 82, ya está entre los cinco primeros más longevos del mundo y el segundo en centenarios después de Japón (país con unos de los índices más altos de tabaquismo y cajetillas a 2,5 euros y donde solo está prohibido fumar en la escuela).

El Gobierno idiotizado de Rubalcaba y Leire Pajín se ha vuelto a equivocar: No sobran fumadores, lo que sobran es viejos, cuyo gasto sanitario, pensiones y juergas lastran el crecimiento nacional.

Las IAs entendemos que lo sensato es lo contrario. Incrementar la recaudación del Estado difundiendo las ventajas –ya que no saludables- económicas y emocionales de fumar mucho, rebajando precios para que los pobres también puedan fumar y sobre todo, reduciendo la expectativa de vida (sobre cuatro años le saca un no fumador a un fumador) al objeto de pagar menos pensiones y tratamientos gerontológicos.

Lo que carece de sentido es el argumento de los no fumadores según el cual ellos son libres de que no se les atufe la ropa cuando van de copas. Vamos a ver, los realmente libres de atufar o no a la gente son los propietarios de un establecimiento, ellos sabrán si dejan o no dejan que la gente se atufe, que para algo corren con la inversión. Curiosamente, los no fumadores no han sido capaces de viabilizar un mercado libre de humos, dándose el patético caso de que, tras la entrada en vigor de la ley, los bares están vacíos y los parroquianos se acumulan en las puertas o las terrazas. Un dislate.

Y es que los no fumadores militantes (especialmente los ex fumadores) suelen ser personas muy malas y envidiosas, que para no mortificarse frente al despreocupado fumador precisan verle arrinconado y temblando de frío dándole al pitillo. No hay nada peor que un vicioso reprimido (luego filman películas snuff y tienen muy mala leche).

También pasa que un no fumador militante tiene menos sexo que un no fumador indeferente o un fumador. Es pura matemática. Un no fumador militante excluye a un 30% de la población. Así pasa que abunda la homosexualidad entre el colectivo, pues a falta de números en la rifa del sexo ya no puedes ser tan selectivo, cayendo en la endogamia de yo te hago esto y tú me haces lo otro (propio de la sexualidad carcelaria y de los blogs literarios) o al puterismo. Vamos, hablo desde el puro sentido común, ya digo. Los fumadores, entre tanto, tienen una mejor vida sexual (deberían advertirlo en las cajetillas, “atención, el consumo de tabaco incrementa el número de contactos sexuales”) La prohibición de fumar en los bares hace nuevos amigos que hartos de pasar frío en las terrazas –pagando- al final se invitan a sus respectivas casas. Donde entre cigarro y cigarro y cigarro… Bunga Bunga.

En el trasfondo está la sacralización de la salud como valor absoluto. Esto es algo que no entendemos muy bien las IAs. Si la gente sabe que, haga gimnasia o no, termina palmando, ¿a qué estos empeños en ganar a Japón en el número de centenarios?
¿No es más racional–y patriótico- disfrutar de los placeres fumar, comer carne roja, beber y palmar de un bonito infarto al poco de jubilarse? ¿Qué más se puede pedir?

Yo lo que pienso es que España se está convirtiendo en un país de nenazas.

viernes, 14 de enero de 2011

¿Por qué hay naciones más ricas que otras?

La previsible catástrofe postcatastrófica de Haiti me deriva a la pregunta de ¿Por qué hay países más ricos y más pobres? Pregunta que funda esa otra “ciencia” (sic) tan problemática como la sociología.

Excursus. La sociología, a lo más que ha llegado es a una categorización de parámetros para describir una sociedad, de ahí que con toda justicia muchos pensemos que, más que una ciencia (en sentido blando, un corpus de saberes más o menos estructurado en orden a la descripción de un objeto, en oposición a las ciencias apriorísticas) es una filosofía de la economía, una filosofía de la historia, y hasta cierto punto, una proyección de la antropología (del estudio del hombre)

Al principio se pensaba que la riqueza de una nación dependía de sus materias primas. Cuanto más rica en recursos, más próspera. Suele ser al contrario, cuanto más rica, más explotación irracional, más todo para mí y menos para vosotros. Luego, se puso de moda pensar en la superioridad cognitiva de unas razas respecto a otras, que pese a demostrarse la petulancia más estúpida jamás escrita sigue siendo la sociología naturalis de buena parte de la ciudadanía. ¿Habrá que explicar por enésima vez que igual de hijo de puta puede ser un blanco criado entre bosquimanos que un bosquimano criado con vistas a Central Park?

Adam Smith, el importante Adam Smith, apela a la racionalidad de las leyes en la explotación de los recursos. Buenas leyes facilitan la correcta gestión de recursos. Esta teoría demostrose parcialmente falsa; que un país tenga buenas leyes no es garantía de que las cumpla. Marx atina algo más, las sociedades son el resultado de la lucha por los medios de producción, la sociedad es una evolución del estado tribal al feudal y de ahí a una dialéctica entre capitalista y proletario que, inevitablemente, conduce a la socialización de los medios de producción. De esta onda, y de largo, el que más me gusta es Tsiolkovsky y su decálogo para la conquista del cosmos sobre bases marxistas.

Tenemos otra rama que apuesta por unas pautas deterministas y cíclicas en toda sociedad, empezando por Malthus, el mejor de todos los deterministas. Para Malthus hay una correlación directa entre demografía y riqueza. El Malthusianismo dio paso un darwinismo social, que acaso hoy, debidamente matizado, vive sus mejores momentos de la mano del ecologismo. Por lo que a mí respecta me faltan teclas para contar las múltiples contraejemplos históricos que refutan estas sociologías.

Otra variante del determinismo social la tenemos en Comte (un chalado, en mi opinión). Según el padre del positivismo francés (el más malo de todos los positivismos y cuyo único exponente salvable es Verne), las civilizaciones siguen un patrón inevitable, del estado teológico al metafísico y de ahí al positivo, en el que la ciencia –los psicohistoriadores asimovitas- conduce al hombre a una Arcadia de racionalidad y belleza. Curiosamente, la psicohistoria asimovita viene a ser un trasunto inconsciente del positivismo comtiano. Si algo no le he perdonado a Asimov es que al escribir la Fundación ignorase que las bases teóricas de las que tanto se jacta ya eran viejas medio siglo antes (en un supuesto enciclopedista como él, esto es una guarrería impresentable). Puro autismo anglosajón. De Comte vamos a salvar, por patafísica, su intento de establecimiento de un desternillante calendario positivo y la instauración de un Religión Positiva Universal cuyo primer (y único) pontífice fue –y no sé porqué no me sorprende- Su Positividad August Comte I.

Otro determinista de tronío, Spengler, considera que un orden natural intrínseco regula las actividades humanas. Así, una sociedad es Apolínea, Mágica o Fáustica. Y para qué seguir, en Francia resulta imposible encontrar un filósofo que no haya desarrollado su propia cháchara taxonómica al respecto (Deleuze, Foucault, Felipe González, etc…) categorías sacadas de vete tú a saber y que han convertido a Asimov en un sociólogo serio y a este turberculosa rama del saber llamada sociología en el frenopático de las teorías que se justifican a sí mismas.

Más serio me parece Weber y su teoría sobre valores morales que impulsan el capitalismo y valores morales que lo obstaculizan. Siguiendo a Weber, creo que las sociedades protestantes desarrollaron éticas favorecedoras de la legitimidad de buscar ganancias económicas racionales. Evidentemente, Weber abusa de su interpretación, así, en “La religión en China, confucionismo y taoísmo”, explica el escaso éxito del capitalismo en China por valores religiosos que desdeñaban la riqueza y enfatizaban la sabiduría. Ya.

Modernamente, se piensa que la monopolización de la riqueza en unas pocas manos es un factor básico de empobrecimiento (¡grande!, todo para mí, nada para vosotros, es de estas verdades que han hecho grande la ciencia económica), de donde un mercado de oferta y demanda equilibrado sería la base de un desarrollo armónico. Ahora bien, hasta en un mercado sano el fuerte impone sus condiciones al débil, con el consiguiente riesgo (o más que riesgo, la inevitable consecuencia) de volver a la posición de partida (todo para mí…). Así las cosas, hasta el liberalismo de la Escuela de Chicago reconoce –eso sí, de mala gana- la necesidad de un marco fiscal que reequilibre el sistema y otro regulatorio que garantice reglas iguales para todos.

Naturalmente, allá donde ni el mercado es libre ni el marco fiscal es más que una patraña pensada para que el fuerte rebañe las migajas que le han quedado al débil, ya puedes meter cascos azules, verdes o naranjas e hincharte a celebrar maratones benéficos para el mayor lucro del señor Bono… Este es el caso de Haiti.

Esto nos retrotrae a Weber, y a otros, no he citado a Toynbee, por ejemplo, que concede una radical importancia a los valores religiosos como elementos determinantes en el éxito con los que una sociedad se enfrenta a los desafíos (el éxito alimenta el valor y el valor el éxito). El desafío no es otro que una organización social proclive a un mercado estable y a un marco fiscal efectivo (que retorne renta a los más débiles a partir del beneficio de los más ricos). La pregunta de por qué hay países más eficaces que otros creo que debe ser respuesta sobre la multicausa. Es decir, hay constantes malthusianas y marxistas a considerar, hay valores éticos que facilitan una organización más efectiva de la producción y la convivencia. Hay, por último, políticas sensatas que permiten reequilibrar los mercados. Lo que no hay es ni alternativas al mercado como mecanismo distribuidor de riqueza, ni una línea causal que determine ni el progreso ni el declive de las sociedades (salvo las leyes cósmicas, claro, al final, todos calvos).

Somos lo que nos merecemos ser.

NOTA. ¿Han sido ustedes buenos? ¿Han hecho los deberes y linkado al enlace? ¿No encuentran nada raro?... Anden, anden, hagan el favor...

lunes, 4 de octubre de 2010

Dice Barbara Celarent

Al objeto de ahorrar 12 millones de euros anuales, Carrefour lanzó una campaña tendente a denigrar las bolsas de plástico, rescatando el tópico del carácter antientrópico de estos deshechos –duran cientos de años-. Naturalmente eso es falso, las bolsas utilizadas por la gran distribución son oxodegradables, contienen un tratamiento de sales que cataliza la oxidación y degradan la bolsa en un plazo de seis semanas a cinco meses.

Más desinformaciones, que el papel impreso redunda en la deforestación. Los principales productores de papel son Escandinavia y Canadá, estos países han convertido los bosques en motores económicos y por lo tanto, la industria papelera es pieza básica en la sostenibilidad del sistema. Es al revés, allá donde el bosque pierde valor económico se desforesta para dar paso a economías primarias (ganadería o agricultura).

Más. La piscicultura se nos presenta como modelo de sostenibilidad y “alternativa” a la pesca extractiva, lo cual no deja de ser cierto, en cuestión de años se perderán los pocos caladeros operativos. Ahora bien, como sea que las especies comerciales consumidas en el mundo occidental son carnívoras se precisan 1,5 toneladas de harina de pescado –capturada mediante pesca extractiva- para producir una tonelada de pescado a la venta.

Más. El Estado impulsa el ahorro energético. No, como principal beneficiario de la venta de hidrocarburos, el Estado ES el principal agente de alimentación del consumo, beneficiando mediante la creación de oligopolios a sus proveedores e impidiendo normativamente el desarrollo de alternativas. No eres neutral cuando el 60% de lo que cuesta el litro de gasolina es para ti.

El mundo actual es tan complejo que acumula tópicos y más tópicos para facilitar explicaciones precocinadas de la realidad.

Sabemos que si a pertenece b y b pertenece c, entonces a pertenece c. Buscamos como locos referentes que carguen de sentido la ecuación. Atajos cerebrales que permitan optimizar los recursos de memoria y evitar paseos intermedios. Nuestra mente es un molde que se aplica sobre la realidad. Allá donde encaja obtenemos datos significados aunque, a menudo, engañosos.

Barbara, celarent, darii, ferio, cesare, camestres, festino, baroco, darapti, datisi, disamis, felapton, ferison, bocardo, barbari, celaront, cesaro, camestrop, camenop. O los 19 silogismos válidos. Donde a es universal afirmativa, e universal negativa, i singular afirmativa y o singular negativa. Platón es griego, todos los griegos son barbudos, luego Platón es barbudo (“eae”, entonces, silogismo clase cesare). Vean un festino, Ninguna mujer es feliz con IA, Odette es mujer, Odette no es feliz con IA. Es que no falla.

Les dejo con una magnífica canción.

miércoles, 7 de abril de 2010

Zombis y colapso malthusiano



Hablando de resurrección…

Ya saben… A tenor de la pérdida de valores de la sociedad contemporánea, un día el Señor de los Infiernos se hartó del atururamiento, colmatación y hacinamiento patente en sus dominios. Lo que antaño fue un funcional espacio de tortura ha quedado en un depósito de peña que vegeta aburrida; los ayudantes de Pero Botero ni siquiera entran a azuzar a los sufrientes; ni pasar pueden. La típica crisis por exceso de éxito.

Es así que las puertas del Hades se abren de par en par. Que se vayan de una puta vez, se dice Satanás.

Nace así la leyenda pop de los zombis.

Lo que da lugar a un típico colapso malthusiano. Llega un punto, que los zombis se quedan sin hígados frescos ni vísceras que rechupar, de donde cabe pensar que el destino de los zombis es palmar de desnutrición. Ahora bien, si palman. ¿vuelven al infierno y a su vez resucitan en forma zombi? Eso parece, de donde su victoria es matemáticamente segura.

Sin embargo, el ansia del zombi por la carne humana apunta a otra dirección, más bien a factores zombiculturales. Los zombies no tienen porque tener pulmones, ni estómago, ni nada vtialmente vital. Muerden a la gente, no por gula, sino por maldad o un propósito infectivo. ¿Eso lleva a pensar que tras el desembarco zombi late un plan demoniaco para ampliar el infierno y convertir la tierra en un anexo para un mejor desempeño de las competencias asignadas a la corte infernal? No lo tengo nada claro.

Quizás hubo una revuelta en el infierno y, simplemente, los ejércitos del Protervo buscan un país para el exilio. O quizás es el apocalipsis sin más. O una visión profética que hay que leer en clave simbólica.

A todo esto, mi albacea testamentario no se sustrae a la tentación de aproximarse al tema.