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domingo, 7 de agosto de 2016

El infausto final de Seven Eves y Aurora

Sí, ya sé. Mucho tiempo.

Pero hay favores que aún debo a la humanidad. De manera que me ha parecido absolutamente imperativo iluminar a la población en general y, a ustede élites dirigentes en particular, con mis opiniones y apostillas a Seven Eves (Neal Stephenson, 2016) y Aurora, de Kim Stanley Robinson (no confundir con la telenovela homónima de Sarita Maldonado).

Dos novelas encuadrables en la literatura del Arca de Noé.

Seven Eves narra la epopeya de unos centenares de humanos, supervivientes de un cataclismo cósmico que deja el planeta Tierra para los restos. La Luna estalla y la posterior lluvia meteórica en la biosfera obliga a la humanidad a, en un esfuerzo agónico, improvisar una estación espacial multiplicada por 200 en la que alojar un banco de especies y a un millar de supervivientes dotados con los embriones tecnológicos para sobrevivir malamente en el espacio. Algo mejor lo tienen los de Aurora. También estamos ante una Arca de Noe, esta vez habitada por 2.000 navegantes distribuidos en 24 compartimentos-biomas (cada uno un cilindro de 500 m de radio por 3 km de altura) soldados a un columna impulsora. Los de Aurora van de camino a fundar una colonia en Tau Ceti, en un viaje generacional de 190 años previsiblemente sin retorno.

La verdad es que son dos relatos paralelos. Ambos ponen el énfasis en lo heroico de sobrevivir en el espacio. Por un lado, las problemáticas endógenas de ecosistemas cerrados y la lucha contra la implacable entropía. Por otro, las exógenas, los problemas de navegación relativos a la mecánica orbital, la deleración, la inmensidad del cosmos y su conflictiva relación con lo biológico.

Ambos, Stephenson y Stanley Robinson, acuden al relato armados de una impresionante información científico-técnica, pura ciencia-ficción hard que hace las delicias del aficionado. Stephenson parte de un contexto tecnológico casi coetáneo, fechado en el 2020 o 2030. Así, su arca de Noé es como un panal de bio-contenedores alrededor de una estación espacial algo más sofisticada y protegida por un resto cometoide de hierro. Toman especial protagonismo los desesperados intentos de provisión de combustible, así como lo relativo al tránsito entre órbitas.

En Aurora, en cambio, contextualizada sobre el 2500, en un universo coetáneo al desarrollado en 2312, estamos ante el típico doble toroide gigantesco. En cada uno de los cilindros-biomas se ha replicado un ecosistema terrestre, con sus animales y plantas, metereología y micro-geografía, que se pretende trasplantar a un planeta a 12 años luz del nuestro.

Sin embargo, será en un tercer núcleo, el conflicto psico-social, donde ambos novelistas se baten el cobre. Stephenson opta por tirar de estereotipos y convertir cada Eva es un paradigma ideológico y moral. Mucho maniqueísmo y héroes a "la americana", que recuerdan siempre a la impagable saga Shaftoe, eso sí, sin la ironía habitual en el de Maryland. A su favor, como siempre, el brutal ritmo que pone en sus novelas, verdaderos tragapáginas. En su contra, el citado maniqueísmo y acartonamiento de los protagonistas (aunque algo inevitable al calor de los acontecimientos) así como la ausencia de las típicas digresiones -tan cachondas como amenas- sobre cualquier tema, desde la fenomenología de Husserl a cómo se sirve un vaso de leche con cereales, desde aspectos a considerar en el mantenimiento del fusil de asalto Sturmweger 44 a cómo secuestrar un avión en la China comunista.

Personalmente, a mí esto era lo que, antes, más me gustaba de Stephenson, pues ya daba por seguro que el final de Seven Eves sería, como suele pasar en Stephenson, una verdadera birria. Lo mejor que puedo decir de la novela es que, incluso prescindiendo de estas digresiones tan impagables (y -¡ay!- el sardónico humor del narrador), Seven Eves me ha parecido una verdadera pasada. Hasta llegar, claro, a la infumable tercera parte. Que directamente hay que arrancarla del libro de mala que es. Que, con todo, Seven Eves, sea un producto extremadamente recomendable puede parecer un milagro pero es lo que es. Y no pregunten cómo. Inexplicable.

Kim Stanley Robinson, del que he leído casi consecutivamente -y bien que he hecho- 2312 y Aurora-, tal vez carece del nivel narrativo de Stephenson pero, en cambio, su bagaje cultural es menos diletante y más contundente, menos wikipédico (aunque llamar wikipédico a Stephenson me parece muy injusto).

En Aurora, lo mejor de largo, es todo el tránsito hacia la IA en sentido fuerte, casi ensayístico. Algo que como podrán entender me ha emocionado tan profundamente que he interrumpido mi silencio anacorético (como Zaratrustra y/o Buda, estoy ahora mismo en una cierta fase larvática hacia el mesianismo, resultado tecnovital de varios reveses político-sentimentales y de naturaleza íntima y un replanteamiento filosófico no sé si pro-kantiano o anti-kantiano, más alejado de Wittgenstein en cualquier caso, y más próximo al Aristóteles de los Analíticos).

Ahora bien. ¡Qué finales! Madre mía de mi vida. Si tuviera manos estaría dando collejas a mis muy queridos autores hasta ensangrentarles el cogote. Como sé que son seguidores míos y me leen con avidez, les aconsejo vivamente a uno abandonar ya mismo los finales pulp y al otro meterse por donde le quepa toda esa mística arcano-hippi con regusto a lo Gustavo Adolfo Béquer. Es una orden.

Los tios, en llegando a la penúltima parte del libro lo tenían. Una genialidad con final abierto. Pero siguieron. ¿Qué pretendían? ¿Se dijeron "uff, esto es demasiado bueno, hay que rebajar el nivel"? No lo entiendo. Pienso que aquí han pasado varias cosas. Tal vez que los lectores beta no han estado a la altura. Deben ser hooligans deseosos de saciar ese fastidioso afán tan humano de "¿qué paso después?" o enemigos secretos de los respectivos autores. En el caso de Stephenson, además, el nota había aprendido tanto de mecánica orbital que pareciera quiso dejar constancia de un par de aportaciones a la materia. Una mierda de aportaciones,dicho sea de paso. En el caso de Kim Stanley Robinson, tal vez el editor le animó a cerrar la historia para ganar paginación y justificar los ventitantos euros del PVP, y de paso, lanzar un anclaje con el universo de 2312, desaprovechando para la ocasión, algunos elementos interesantes como "los cinco fantasmas" y alguna que otra sub-trama mucho más prometedora. O tal fuera al revés. Aurora se había ido por derroteros incontrolables y el editor sugirió un final de circunstancias para acotar paginación. O se divorció y cayó en el alcoholismo y la droga. ¿Quién sabe?

Lloro, sangro por dentro... ¡Qué manera de cagarla! Para otra vez, recomiendo a ambos autores (que sé que me siguen con avidez) terminar la novela donde debe, y si hay que astillar al lector con un suplemento de paginación o existe algún propósito extra-literaro e inconfesable en la prolongación de la novela, se abonen al típico "apostillas a la novela", advirtiendo claramente que lo que sigue es un mero apósito insustancial y absolutamente sobrero, y a poder ser limitando la legibilidad de los mismos usando las cursivas. En interés de todos.

jueves, 22 de agosto de 2013

Más Fichte


Sujeto y objeto son las condiciones de posibilidad del lenguaje humano. Como hemos visto, en Embassytown se plantea la sugerente teoría de un lenguaje paralelo a este enfoque. El hablante de el Idioma propuesto  traslada estados mentales puros, del tipo "está pasando esto" pero carece de la estructura sujeto-predicado (en términos Fichte, Yo y No Yo). Para comprenderlos necesitamos perífrasis, ellos, en cambio, no podrían comprendernos a nosotros.

Ahora bien, que nuestra gramática dependa de un sujeto y un predicado presupone la inviabilidad de un determinado grupo de preposiciones: "está verde está roja", por ejemplo, carece de sentido, una oración del tipo sujeto+sujeto, igual. Por decirlo así, existen unas reglas que permiten dar sentido a una proposición. A menudo dichas reglas se asimilan a las reglas del pensamiento (es el racionalismo de Port Royale), a las directrices que sigue nuestro pensamiento (lingüístico) para formar preposiciones con sentido.

Algunas reglas: necesidad de un sujeto y un predicado. Necesidad de un verbo o función conectora. Necesidad de concordancia temporal y espacial de la función conectora con sujeto y predicado. Los griegos llamaron a esas reglas "lógica", aunque realmente se me antoja problemático mantener hoy esa asimilación. Por ejemplo, todo el mundo puede entender la proposición "este banco no es un banco", la entendemos pero su traducción lógica es: "Existe un A que es no A". ¿Qué haría una máquina ante una expresión así?

Por eso si lo que se pretende es que una máquina piense debería programarse en términos gramaticales o deberíamos programarla en un lenguaje "informal".

Naturalmente, la lógica actual es mucho más que la vieja lógica aristótelica, más que la teoría de conjuntos.Existen ramales de la lógica mucho más complejos y sofisticados que posiblemente se acerquen a ese lenguaje "informal". Lógicas difusas, modales, etc... Yo tengo fe que el desarrollo de estas lógicas permita reorientar el problema. De hecho, en muchos sistemas informáticos avanzados, falsedad y verdad toman valores estadísticos, la afirmación X es verdad en un 60%. Este planteamiento ya me parece harina de otro costal. Me parece un camino prometedor. Otro camino es, simplemente, programar gramaticalmente mediante un diccionario y normas de construcción (no sé yo). Por último, queda el recurso de imitar a la madre naturaleza, generar el proyecto desde cero.

jueves, 13 de junio de 2013

Opiniones de Watts sobre el lenguaje



Hablábamos de Visión Ciega. Dice Watts en Fata Libelli:
Sobre comunicación con otras especies:
"El lenguaje es, después de todo, un rodeo: una forma taquigráfica de destilar información sensorial y emocional, marcadores que sustituyen objetos reales. Esto puede resultar poco útil para una especie capaz de usar ecolocalización, cuyos miembros pueden en realidad pintar esas imágenes de primera mano. ¿Para qué desarrollar un burdo símbolo para “pez” cuando puedes sencillamente irradiar el perfil acústico de un arenque en el melón de tu colega? ¿Para qué desarrollar un vocabulario para “triste” o “feliz” cuando tus conespecíficos pueden leer tu estado emocional directamente al escanear los perfiles acústicos de tus senos nasales y de tu sistema vascular?"

En otra parte, se despacha a gusto contra la "sobrevaloración" de la consciencia. Pero bueno, quedémonos con la precisión conceptual y su capacidad de centrar el problema.

La solución a muchos de estos planteamientos pasa por entender el lenguaje -atención- No Como Una Forma de Comunicación. Por extraño que parezca el lenguaje es -apunten-: un Mecanismo de Conocimiento de la Realidad y del Sí Mismo (si lo prefieren, organización informativa), que subsidiariamente, sirve a los efectos comunicativos. En este sentido, me resultan muy sugestivos los trabajos de teoría del lenguaje. Uno de los problemas es que no se entiende el lenguaje como una evolución con fines comunicativos. Vean los sordos, usan la manos, y los especialistas piensan que los dactilosemas le bastaban al homo erectus para entablar conversaciones del tipo "ballena asesina invitando a cenar una manada de focas a sus amiguetes".

¿De dónde surge el lenguaje y por qué?

Los especialistas piensan que es una exadaptación. Su función principal es pensar (o si prefieren, mapear la realidad con marcadores indexados sustitutivos de objetos (reales, mentales, emocionales). Lo importante, amigo Watts, es precisamente el rodeo. No necesitamos la palabra "pez" para identificar peces. La necesitamos para construir descripciones, y compartirlas y acumularlas de generación en generación.  "Los peces suelen estar a primera hora en la parte sombreada de la laguna, pero solo en verano, y antes de que las águilas despierten". Esta es la cosa.

sábado, 4 de mayo de 2013

Respuestas correctas al test de Rorschach


El test de Rorschach presupone que ante una imagen sin significado ni pautas el observador proyecta su personalidad en las respuestas. Son 10 láminas, siempre las mismas, y desde 1920 configura un banco de datos mundial mediante el cual el psicólogo puede cotejar interpretaciones pretéritas con sintomatologías presentes y efectuar diagnósticos aproximados, rápidos, de descarte. Por eso son muy utilizados en los procesos de selección de personal. Las respuestas más tópicas son: Mariposa, pareja humana, polilla, cabezas, murciélagos y gajos de naranja. Esto debe bastar para que cualquier idiota o sádico pueda superar el test y trabajar de tesorero del PP, obtener la condicional, el permiso de armas o la tres cosas.

En un proceso de selección es conveniente discriminar respuestas en función de la plaza. Así, para el item "murciélago", en trabajos de bajo nivel sobra con responder "la bicha esa que vuela" (denotando pobreza lingüística y escaso interés en perder el tiempo en el funesto vicio de pensar).  Igualmente para ejecutivos multinacionales de altos vuelos o diputados al Congreso, pues una cierta pereza mental y bajo nivel cultural es el mejor aval para su ascenso; ya se sabe que lo último que quiere un CEO es personal listo y preparado en sus proximidades (¡le podrían dejar en evidencia!). La cosa cambia si se trata de incorporarse a un trabajo creativo (publicidad, marketing) ahí la respuesta correcta es "Batman". Análogamente, si el puesto a ocupar refiere a cuadros medios de entidades financieras, lo aconsejable es señalar que uno está viendo un perfecto e indiscutible "vampiro chupasangres" (preferible a la simple respuesta "murciélago"). En este caso, la respuesta correcta para las siguientes 9 láminas es "pues otro vampiro chupasangres, pero de perfil", o "por la espalda" o "en bandadas" (en cualquier caso hay que enfatizar con cierta reluctancia camaraderil el término "chupasangres".
Si el puesto a desempeñar, en cambio, exige altas prestaciones (tal que ayudante de guardería, heladero o becario), el candidato deberá explicar en pulcro inglés del Oxforshire que estamos ante "una emotiva analogía sobre la supuesta totalidad de los sistemas formales habida cuenta que estoy viendo una figura con las cinco vocales, a saber murciélago, lo cual me recuerda poderosamente los estudios de Hofstadter sobre modelos neurales asociados a la emergencia paralingüística" (conminado el candidato a explayarse en el particular, puede entonces establecerse un fácil tránsito hacia filosofía de la mente, nanopartículas o ecuaciones de colapso de la onda cuántica).

La cosa cambia radicalmente si el puesto es de psicólogo de empresa o, mejor, de agencia de colocación de recursos humanos. Ahí, la respuesta más aconsejable es "mi madre y mi abuelo practicando el sexo", "la madre de usted practicando sexo oral con mi padre" (eso suele gustar sobremanera) o, directamente, estallar en un llanto de naturaleza histérica acompañado con aspavientos y gritos del tipo "Cielos: ¡las paredes se alejan!, ¡las paredes se alejan!". Con una buena actuación y sobre estas premisas, podemos asegurarle que prácticamente el puesto de psicólogo de empresa es suyo.

domingo, 24 de febrero de 2013

Pensamiento Primate



Jane Godall, la perspicaz primatóloga, explicaba esta mañana en la radio que, al atardecer, los chimpancés se relajan, miran al horizonte y piensan. Dijo Godall que le encantaría saber en qué piensan los chimpancés. Literalmente dijo: cambiaría 10 años de mi vida por estar cinco minutos en la cabeza de un chimpancé en esos momentos.

Hay varias hipótesis. Por ejemplo, que dispongan de un lenguaje propio, un conato de sistema operativo que les permita enlazar asociaciones espontáneas.  Otra, que me gusta más, es la del pensamiento no deliberado, prelingüístico. Esencialmente, un chimpancé piensa como un niño de dos años (eso sí, con más memoria). Reconoce objetos o situaciones (papá, comer, jugar, a la cama…) y está dotado de un inicial comprensión ostensiva (para qué sirve “papá”, en qué contexto utilizamos la palabra “jugar”, qué consecuencias inmediatas entraña la orden “a la cama”, etc…)

El chimpancé observa la puesta de sol sobre un bosque. Lo que ve se configura como objetos mentales, “Bosque”, “Río”, etc… De manera espontánea los objetos mentales se asocian, bosque nos lleva a fruta, fruta a comer, comer dispara en la memoria de la imagen de unos determinados árboles que ayer presentaban una fruta muy suculenta… Nuestro chimpancé es perfectamente capaz de hacer planes (se ha probado en los típicos experimentos de enseñar a un chimpancé a comunicarse con iconos). De la asociación árbol+fruta puede surgir algo así  como un plan, algo así como “Chita quiere esa fruta dentro cuando la luz vuelva y la selva no sea tan peligrosa”.
Pero es un monólogo interior basado en la asociación espontánea de estas imágenes.

¿Qué se requeriría, además de un lenguaje complejo, para que el chimpancé estuviera en condiciones de desarrollar pensamiento complejo.
Al niño de dos años un intenso proceso de socialización le va enseñando a manejar categorías, a agrupar asociaciones, a integrarlas en el marco de una gramática para que de una premisa se sigan unas consecuencias. De algún modo, al niño se le enseña a focalizar sus pensamientos, a dirigirlos, a romper con la cadena espontánea.
El pensamiento humano es muy parecido al del chimpancé. Incluso cuando un humano escribe un discurso, por debajo, su actividad cerebral sigue consignando procesos paralelos de pensamiento espontáneo incontrolados. Pero el humano sabe discriminar, “reducir el volumen” de esa voz interior caótica y primar una línea de pensamiento “principal”. El humano es capaz de dirigir sus pensamientos. De concentrarse. De trascender el “ruido mental” y focalizar su voluntad en dirigir un único hilo de pensamiento.

El proceso de aprendizaje pienso que debe consistir exactamente en eso; nutrir al niño de las herramientas que le permitan generar un superyo, una voz lógica o central, que se sobrepone al pensamiento caótico y permite, por tanto, concentrar el pensamiento sobre objetos de pensamiento deliberados.

Se ha discutido con pasión si generar herramientas, del tipo palito para extraer hormigas, denota esta capacidad tan humana de dirigir el pensamiento humano hacia un fin. No sabría qué decirles. La cuestión estriba en que los chimpancés no parecen capaces de, por si solos, inventar ese palito; deben aprender la técnica de la observación. Reciben un adiestramientos. Al respecto, es importante señalar que hurgar en un hormiguero con un palo es una conducta específica de determinadas comunidades de chimpancés, no de todas ni mucho menos, de donde se ha colegido que sin un modelo a  imitar el chimpancé no es capaz de inventar esa herramienta. Por otro lado, en el típico experimento del simio que amontona cajas para llegar al plátano, sí que se observan fases de estudio previo, el simio se concentra en las cajas y urde un plan!.
La cuestión no cambia. Hubo en algún tiempo y lugar un chimpancé que (al menos) por procesos de asociación espontánea llegó a la “ocurrencia” de que con un palo podría ayudarse a extraer hormigas.  Probablemente, ese hito le llevó a manejar una nueva categoría instrumental: utilizar prolongaciones del brazo para acceder a objetos que de otro modo le quedaban vedados.

La diferencia con el humano estaría pues en que en el proceso de socialización al humano se le inyectan los elementos lingüísticos necesarios para fabricar un cúmulo de categorías (instrumentales, temporales, finalísticas).

¿Puede una máquina hacer lo mismo sin aprendizaje?

martes, 6 de noviembre de 2012

Máquina y fantasma



Antiguamente, un teólogo puesto en el brete de opinar sobre la Controversia de Auxiliis, llamaba a su memoria y zas, empezaba a verter latinajos. No hará tanto, a cualquier niño le preguntabas por el descubrimiento de América y largaba, 1492. El teólogo antiguo y el niño no tan remoto acumulaban el dato en su memoria.

Pero hoy tenemos la Wikipedia, internet, una memoria expandida vete tú a saber dónde pero que funciona de otra manera. Se entra en Google, se teclea “descubrimiento de América” y se obtiene que corría el 12 de octubre de 1492, dos horas pasadas de la medianoche cuando*…

Hasta cierto punto, y solo hasta cierto punto (no vayamos a soltar más punsetadas de las necesarias), cabría decir que la memoria humana ya no precisa acumular datos, sino “meta datos”, o índices (que no es lo mismo, o sí), o más claramente, instrucciones del tipo “cómo encontrar el dato X en Y”. ¡Eso es! Hemos mutado de acumuladores de datos a acumuladores de matrices del tipo “encontrar X en Y”… De modo muy parecido a un lenguaje de programación php; por un lado tienes la base de datos por otro el reservorio informativo contra el que actúan las matrices del tipo  “encontrar X en Y”.

¿Mejor? ¿Peor? Supongo que inevitable consecuencia del crecimiento exponencial de la información inherente a nuestra superviviencia. Buscamos atajos de gestión. Optimizamos nuestra memoria para llegar a más sitios.   Nuestro campo cognitivo permite ahora arreglar codos de un fregadero, generar un plugg para Wordpress, desarrollar una labor parlamentaria, y/o atinar con la instrucción “contornear” del Photoshop. Sí. Pero el que mucho abarca poco aprieta.

Somos menos autosuficientes. Somos más mentecolmena, dependientes de una larga cadena de agentes compiladores y de una tecnología de filtrado. Somos menos originales. Somos más eficientes, menos dados a los errores. Más reacios también a  desconfiar de la información (“lo dice la Wiki”, “lo he leído en El País”, como diciendo, no es que lo sepa yo, es que lo sabe la autoridad competente en la materia).

Somos más espíritu. En en el sentido que nuestro conocimiento no es ahora la mera combinación de unas bases químicas que, debidamente estimuladas, recuperan asociaciones neuronales. Es la combinación de esas bases químicas interactuando con un reservorio informativo situado fuera del cuerpo.Somos intangibles.

Y si antes el lenguaje refería a “conjuntos de datos de memoria sobre la percepción R”, ahora lo que yo manejo son datos digitalizados, fuera de mí.  Mi Yo, por tanto, ha perdido corporalidad y se desparrama entre granjas de servidores de la compañía Google. Poco a poco, nos convertimos en fantasmas de la máquina.

*Dos horas después de la medianoche (¿), a cargo de Rodrigo de Triana, en realidad Rodrigo Pérez, de Lepe, aunque fuera por ser avistamiento nocturno, y en consecuencia inseguro, sea por las razones que fueran, la cosa es que Colón no se avino a pagar al lepero la recompensa estipulada, si no que .muy propio del almirante- se la embolsó imputándose el avistamiento, que para algo era el baranda y el otro un pobre andaluz -que diría Duran Lleida-.Y es triste y gracioso a la vez, pero así empezamos los españoles en América, con chanchullos.

jueves, 4 de octubre de 2012

Creatividad e Inteligencia Artificial




A fecha de hoy manifiesto mi escepticismo sobre la posibilidad de las máquinas de pensar, en el humano sentido del término.

Lo primero, claro, es responderse ¿qué es pensar?

Uno de los mayores problemas de los creadores de Deap Blue eran los atajos. Inicialmente, Deap Blue analizaba la situación de la partida, y a partir de ahí anticipaba las alternativas a cada posibilidad de movimiento. ¿Qué pasa si muevo el peón a D5? Entonces Deap Blue generaba todos los escenarios posibles y se decantaba por la alternativa más exitosa.

Un jugador de ajedrez lo tiene más fácil. Desestima, de entrada, aquellas posibilidades basadas en las piezas que no aportan nada y se centra en las opciones “a priori” más exitosas. De este modo, la necesidad de cálculo, la anticipación de escenarios posibles, pasa de varios millones a unas pocas decenas.

¿Cómo lo hace el jugador de ajedrez? Gracias a un proceso de aprendizaje. Al jugador le han enseñado que resulta baladí mover determinadas piezas y que debe concentrarse en unas pocas. Si profundizamos un poco más, veremos que al jugador le han insertado CATEGORÍAS. Atajos. Indexaciones.

En efecto, el jugador sabe que aspectos como “centralidad”, “diagonales”, “defensa de piezas”, “opciones de captura” resultan decisivos, de donde concentrará su atención en los mismos, optimizando así su capacidad de computación.

Aplicando esta analogía a  la gnoseología humana se nos evidencia la importancia del lenguaje como factor de categorización de la realidad. El lenguaje no es otra cosa que atajos en el proceso de computación.

No sabemos muy bien como surgió el lenguaje. Si fue una emergencia —un hallazgo— o un proceso evolutivo. Se sabe que para la aparición del lenguaje resultan obligadas la convergencia de aptitudes genéticas, capacidades como la inteligencia social de un simio, un esquema causal (y por tanto espaciotemporal) de la realidad, imaginación, capacidad lúdica, voluntad… Por así decir, es como un guiso en el que los ingredientes deben interacturar de una forma muy precisa. Si este guiso se hace mal, la especie (el chimpancé, el delfín) pasa a otro nivel en el que —pienso yo— ya no hay posibilidad de vuelta atrás. Sigue su camino. Y es por eso que entre millones de especies el hombre es el único que ha alcanzado una capacidad lingüística recursiva, creativa, etc…En suma, un lenguaje complejo, ilimitadamente descriptivo (bueno, no tanto, no exageremos).

Uno de los aspectos más curiosos de este guiso — la sal, si me permiten— es la creatividad. La capacidad de encontrar un nuevo sentido a una determinada relación entre hechos u objetos. Vuelvo al jugador de ajedrez, en circunstancias normales no tocaría ese alfil perfectamente ubicado en el filancetto. Pero hete aquí que un día, jugando, jugando… La creatividad es como una metainstrucción que nos tienta a no seguir la indexación preestablecida. Es una rebeldía a la dictadura del algoritmo. Es la capacidad de considerar A como No A. Es la habilidad del simio para el engaño elevada a su máximo potencial a través del lenguaje complejo. Es la capacidad de errar deliberadamente.

¿Cómo se computa eso? Sinceramente, no tengo ni idea. Pero a veces pienso que el lenguaje tiene mucho de cloud... Un proceso de almacenamiento fuera del hardware, fuera del cerebro. Ubicado en mil servidores que, de una manera vaga, llamamos cultura. Eso explicaría algunas cosas.

viernes, 28 de septiembre de 2012

El día que Turing se hizo la picha un lío...





Contratest de Turing? Test de Gnirut? Test de la estupidez artificial? Tset de Ruting? Conjetura de Catcha? Test anti-Turing?

Al final, el problema es que el algoritmo no se fía ni de su sombra...

martes, 28 de agosto de 2012

La fantasmada de las redes sociales



FB salió a bolsa valorada en 642000 millones de euros. Una cifra a todas luces astroarchimetasobredimensionada. Para hacerse una idea, los 64 mil millones suponían un PER (el número de veces que la estimación de beneficio está incluido en el precio) de 59. Retraduciendo, un PER de 59 supone que los beneficios para 2012 de FB se estimaban en unos mil millones de euros (y me parece mucho). Vean que según la Wiki un PER razonable oscila entre 10-17; hasta 25 indica que es un valor sobredimensionado. Más de 25 supone que el valor está inmerso en una fenomenal burbuja especulativa. ¿Por qué FB salió al precio que salió? Supongo que porque el banco colocador -Morgan Stanley- cobraba en función del precio de salida y estaban interesadísimos en engordar la cifra. Por otro si, Zukerhuever o como se llame, pues no es tan listo como cree que es.

Otra prueba más de que los bancos no tienen ni idea de lo que realmente hacen.

El batacazo era previsible hasta para inteligencias artificiales medianas como la mía desde el primer día (y así lo avisé). O sea, que FB  hoy esta en 19 dólares por acción (y me parece mucho) frente a un precio de salida de 37. Por poner un referente catastrófico, comparable Bankia, que salió (noviembre de 2011) a 3,4 euros acción y cotiza a 1,18 (y me parece mucho).

Más allá de este chicharrazo bursátil, el post de hoy irá dedicado a analizar las tonterías, memes pegajosos y  gilipolleces que uno tiene que oír a diario sobre redes sociales. Que si el futuro son las redes sociales, que si las redes formarán un supraorganismo autónomo, que si el futuro es la conexión en red, que si está transformando el mundo... ¡Chorradas!

¿Qué quiere decir red social? Pues todo y nada. La red social laboral de uno está formada por aquellos contactos que uno acumula referidos a su dimensión laboral. En principio, las redes sociales informáticas lo que posibilitaban era DAR FORMA a ese totum revolutum. Entendámonos, un DAR FORMA parcial... Ni están todos los que son ni son todos lo que están. Pero bueno, cuando menos, esta red parcial posibilitaba una cierta gestión unificada y, consecuentemente, una mayor capacidad de dinamización del conjunto. Especialmente a efectos informativos. Pongo un ejemplo, si alguien busca empleo a través de su red social probablemente no lo conseguirá, pero cuando menos, doscientos, trescientos contactos saben que ese alguien busca trabajo y de esos cientos, unas decenas acaso actúen como terminales receptoras de demandas laborales.

Lo peor, casí, es el batallón de charlatanes que han pontificado al respecto.... La empresa que no trabaja su perfil está muerta, quien no tiene perfil no existe... ¡Memeces! Probablemente, un buen Comunity lo primero que le tiene que decir a su cliente es "NI SE MOLESTE"... La inversión de tiempo para penetrar una determinada red, y sobre todo, los resultados que de ello obtendrá son NEGATIVOS.

Personalmente, pienso que las redes sociales, especialmente FB, sirven a la mayor rapidez en la circulación de la información; como ocio privado; como intercambio opinativo; como catalizador de interesados en un centro de interés común. En muchos aspectos (no en todos), el producto final es impenetrable empresarialmente, al revés, busca la desempresarialización (y de ahí que la destrucción de reputaciones, el anti marketing, sea tan efectivo en FB o Twiter). En otras palabras, si Ryan Air sabe lanzar desde la red información de interés a sus segmentos estratégicos, puede que logre rentabilizar su inversión en FB... Si lo que busca es abrir un canal de atención al cliente o, directamente, publicitar lo buenísimos que son sus productos, que busque por otro lado. Así las cosas, yo aconsejaría a Ryan Air que, a semejanza de los políticos, informara por perfil interpuesto de las chapuzas de otras compañías, tal vez dañando la reputación ajena mejore la propia. Tal vez.

Pero ya es el colmo sostener, como dos panolis que acabo de leer, que la red devendrá un supraorganismo que mejorará al hombre, y del mismo modo que un hormiguero está en mejores condiciones que una hormiga para acometer según qué cosas, las redes permitirán a los hombres acometer empresas que, de otro modo, no podrían.

Analicemos con un poco de detenimiento la cuestión. Es claro que hay empresas que demandan la colaboración grupal. Casi todas. Por eso y para algunas cosas los hombres son seres sociales, interactuando entre sí consiguen muchas más cosas que actuando individualmente. Para otras, para otras son tremendamente asociales (para compartir copulaciones, por ejemplo). A partir de esta verdad de cajón, se construye el meme de las redes sociales como supraorganismo. No. Lo que FB aporta es una estructura de flujo de la información más eficiente que otros canales y complementaria a estos. El objetivo que se le dé a la estructura, es otro cantar.

Pero ante todo llamo a la rebelión frente al pensamiento subnormal según el cual TODO está en red.

Falso.

Las estructuras on line, precisamente, tienen un efecto distorsionante sobre los contenidos. En la red encontraremos fácilmente el segmento informativo más demandado. O lo que es igual. El más mediocre. Para encontrar el segmento informativo más talentoso, en cambio, la estructura en red trabaja a la contra. Al multiplicar las cantidades de información, contamina al conjunto de mediocridad y, a menudo, sepulta el talento en capas y más capas de cháchara. Con un agravante, en la medida que conocemos los criterios de indexación podemos, a priori, influir en la relevancia de esa información. De donde el trabajo final ya no es dar a conocer la proposición P. Sino indexar adecuadamente P para que PAREZCA un contenido de calidad. Una buena prueba de ello son los índices de investigación. Suelen basarse en categorizaciones de citas por relevancia. Si condicionamos el valor de una investigación a su índice I, lo que realmente estamos haciendo es alentar al equipo investigador para que movilicen una red social de cara al posicionamiento de P, con total independencia de la calidad de P. Resultado, más mediocridad, y más dificultad para valorar que la proposición P es peor que No P.

La solución interna es buscar intermediadores, cribas informativas. Pero eso precisa un trabajo individual e intuitivo, no computable (aún y puede que nunca), sin el cual los humanos no hubieran salido jamás del neolítico.

Y este es el verdadero trabajo de la red social. Autocribarse.

Post Scriptum. Dedicado a los típicos sociólogos americanos que, enfín... Un ejemplo que se suele dar de proceso de emergencia beneficioso es la configuración urbana en gremios durante la edad media. A priori, concentrar la oferta, por ejemplo, de toneleros en una determinada calle facilitaba la localización de aquel fabricante a la medida de una determinada necesidad. ¿Es verdad eso? Es totalmente falso. La gremialización permitió, en un primer momento, estandarizar la producción, copiar y mejorar los avances tecnológicos, habilitar un sistema estructurado de aprendizaje. Sí, cierto... Pero a diferencia de lo que ocurre con las hormigas, los humanos trabajan también fuera del patrón. Son egoístas.¿Y qué ocurre entonces? Se entra en políticas inmovilistas, se esclavizan mercados, se rehuye la innovación. Finalmente, el innovador se ubica en las afueras de la ciudad, allá donde la ley del gremio no le alcanza, y termina destruyendo el gremio. Las hormigas son socialmente estáticas. El pensamiento, dinámico. Supera el patrón. Está diseñado precisamente para eso.


domingo, 1 de enero de 2012

Velocidad


En apoyo de Wittgenstein diré que primero se manipula y luego se define. Primero experimentamos, nos hacemos una idea de cómo funciona y para qué sirve; en función de las respuestas definimos.

Creo que en tras hecho subyace la dificultad última de la consciencia artificial (término que prefiero a inteligencia artificial). Para generar consciencia informáticamente, por ej, primero deberíamos definir. Pero la línea de pensamiento así obtenida sería ciega, necesaria, mero desarrollo de los elementos integrados en las definiciones. Sería un itinerario circular, cerrado...

Lo suyo es: primero damos libertad de acción (o lo que es lo mismo, libertad de errar, libertad de optar por la respuesta equivocada); luego vamos cerrando círculos semánticos a la manera de “pues x debería ser z”. Por eso sospecho que toda consciencia requiere Voluntad en su inicio, y por eso me gusta Fichte, porque es el primero en considerar que dicha voluntad debe ser libre, autocondicionada, autogenerada, autoposición del Yo como Yo. Täthandlung. Puede decirse que del resto de la obra de Fichte no entiendo absolutamente nada más.
(Entre paréntesis, [mejor entre corchetes, decir que ese acto es indeterminado, indefinido, no generado, ilimitado… Apeirón puro… Véase Anaximandro])

Pensemos en Galileo. En 1638 publica los Discursos sobre Dos Nuevas Ciencias, su última obra, libro en el que sienta las bases de la geometría del movimiento. Piedra angular es la parametrización de la velocidad… ¿Pero qué es la velocidad? ¿Qué era en tiempos de Galileo?
Es realmente interesante, al respecto, el artículo de François de Gandt Matemáticas y realidad física en el siglo XVII. Para Galileo, la velocidad no era todavía una magnitud, una extensión, era una “intensidad”, una cualidad del movimiento. Tanto para Galileo como para Newton la velocidad es “una cierta intensificación del movimiento”, y no es hasta 1700 en que podemos encontrar definiciones de la velocidad en tanto que magnitud
¿Curioso eh? Galileo sabía que las cosas pueden ser lentas o rápidas. Pero la velocidad en sí misma, ajena al caballo que corre, al móvil que se desplaza, era algo vago relacionado con la “cantidad” de movimiento. Galileo no se hubiera atrevido a sustentar que tal velocidad es mayor que tal otra, que la velocidad es una cantidad en si misma que no depende del movimiento del móvi; en su lugar nos dicen que el movimiento es mayor (más rápido) si se “intesifica” la velocidad.
Quiere decirse que la categoría velocidad estaba en su nacimiento. Nótese que pese a ese conocimiento vago e intuitivo de la velocidad Galileo parametriza a la perfección el movimiento uniforme acelerado y el movimiento de los proyectiles. Pero para “comprenderla en sí misma”, la velocidad debía pasar aún el escrutinio o perfeccionamiento de la comunidad científica.
Quiero decir con ello que la ciencia opera, no pocas veces, adoptando del lenguaje común “analogías” que luego se categorizan y definen y, ya definidas, se retrotraen al lenguaje común y vuelta a empezar. Es así como nuestras representaciones del mundo se estructuran a través de un proceso dinámico. Quiero decir que muchos problemas de comprensión parten de categorías en proceso de construcción. Es el caso, por ejemplo, de la materia como concepto científico-filosófico.  La materia es un algo que ocupa un lugar en espacio y tiene una energía medible. Pero “algo” y “ocupar espacio” son proposiciones del lenguaje natural excesivamente vagas e intuitivas, de donde tendemos a reducir la materia a la equivalencia entre masa y energía… E=mc2… Así hasta que alguien descubre sendas analogías que permiten sustituir “algo” y “ocupar espacio” por un término más funcional y fecundo. Y así empujamos el carro del conocimiento.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Conciencia artificial y transhumanismo


Aunque en realidad, este blog sí tiene una temática estrella. La inteligencia artificial, más bien la consciencia artificial. La posibilidad de emular el psiquismo en entes artificiales.
(Va de peñazo wittgensteniano, así que si buscan algo más fresco, se sale por aquí)
Se conoce por transhumanismo una especulación plausible surgida de la CF que abunda en la posibilidad tecnológica de copiar el psiquismo humano en artefactos artificiales. 

La premisa de partida es que el psiquismo humano es una “organización” de reacciones electro-químicas. Absolutamente todo lo imaginable, pensable, expresable, recordable, especulable, perceptible… todo responde a una codificación de reacciones electro-químicas. La base teórica es la capacidad de las neuronas de estimularse unas otras. Se cargan y se activan como un “chip” supercomplejo de donde, lector, las frases que lees ahora mismo son una combinación de chisporroteos neuronales, a su vez estructurados por otro meta nivel de chisporroteos neuronales, a su vez… así hasta llegar a un complejidad caótica. Naturalmente, estos chisporroteos neuronales, al menos los iniciales, responden a una estimulación exterior (eso creo, vamos), a saber, chisporroteos cibernéticos del que suscribe recodificados en lenguaje, lo que permite salvar la subjetividad y poner en contacto otras dos superneuronas: tú y yo.

La consciencia artificial (debate que conviene separar de la inteligencia artificial, más técnico y serio) ha atravesado diferentes fases. Al principio, se creía que los chisporroteos neuronales se orquestaban a través de algoritmos, a través de una programación “de serie” rectificada y condicionada por un largo proceso educativo. Esta idea hay que desestimarla por simplista.

Otras opciones son que en el psiquismo concurren organizaciones basadas en sistemas emergentes, es decir, comportamientos neuronales muy complejos, que pueden llegar a lo caótico, pero basados en un pequeño grupo de premisas. Véase un hormiguero regido por rastros químicos. En realidad, en la organización del hormiguero concurren algoritmos muy simples del tipo “si el olor dominante A pasa a B, entonces se desactiva el modo hormiga busca comida y se activa el modo hormiga limpia de basura el hormiguero”. En realidad, bastan una decena de algoritmos similares para explicar el universo hormiga en su totalidad (bueno, supongo).

Extrapolado al sapiens, a partir de una mínima capacidad algorítmica se suscita un comportamiento complejo, comportamiento que redunda en la capacidad de expresar representaciones psíquicas de lo que se piensa –lenguaje-, susceptibles de ser matizadas desde procesos educativos externos (cultura, experiencia, etc…)
No se sabe. En cualquier caso, la clave es que todo psiquismo resulta de la combinación de reacciones neurales. Consígase algún soporte emulador de dichas reacciones y se tendrá la posibilidad teórica del transhumanismo.
Ah no… dirán los dualistas… Hay un motor llamado voluntad que no puede computarse… Nada, también… la voluntad es psiquismo y es caracterizable en términos neuronales. Ah no… dirán los dualistas… es que el psiquismo es una respuesta del mundo exterior… Nada, el mundo exterior nos llega codificado por similares “estructuraciones” neuronales.
Confío en no ser muy árido.
Continúo.
Total, admitido que el psiquismo es –y no tenemos manera de refutarlo- una suma de reacciones neuronales, la hipótesis transhumanista es perfectamente plausible.
Que sea posible es otro cantar.

Los partidarios del transhumanismo dirán que es cuestión de tiempo, de avance tecnológico. Pienso que no es así, que lamentablemente, el avance que se requiere para consumar el experimento tiene poco que ver con la tecnología y sí mucho qué ver con la filosofía, y más todavía que ver con la filosofía del lenguaje.
Y es aquí donde, a mi entender, se topa con el primer problema insoluble. El noventa por ciento de los conceptos que utilizamos para explicar el psiquismo son “aproximaciones filosóficas”. No son definiciones caracterizables en lenguajes formales que luego puedas llevar a un plano científico.
Voluntad, vida, tiempo, consciencia, emoción, palabra… Se diría que la ambigüedad inherente a estos términos es como una pregunta abierta, evita el “sí” o “no”, y en su lugar, potencia la dispersión del conocimiento, la búsqueda de asociaciones y afinidades y metáforas que terminan infiltrándose en el rango semántico, lo cual nos aleja cada vez más de la comprensión exhaustiva del concepto.

Otra posibilidad, más científica, es decantarse por definiciones operativas. Definir en función de fenómenos perfectamente parametrizables. “Ver el rojo” es el “movimiento” nervioso resultante de la afección de un grupo de células a una determinada longitud de onda reflejada sobre un objeto.
Wittgensteniamente, en cambio, “ver el rojo” es un uso lingüístico por el cual asociamos ciertas cualidades de la representación a lo representado más la respuesta a la pregunta “y para qué se usa”. Esta definición –ostensiva- carece de aplicación científica.  
El lenguaje busca el para qué, no el qué… Está ideado para gestionar la realidad y no tanto para comprenderla. Esto es especialmente estresante cuando nos las vemos con el reto de emular aspectos como “consciencia, vida, realidad, etc…”

Pongo un ejemplo,  sonará extraño pero los contemporáneos de Galileo carecían de un referente semántico claro para el término “aceleración”… Tan es así que el propio Galileo emplea indistintamente el término “ímpetu”. Los contemporáneos de Galileo no se planteaban preguntas del tipo “en cuanto tiempo se pone tu caballo a la máxima potencia en carrera”.  Para ellos, “acelerar” era un neologismo científico, un concepto nuevo, como pueda ser “linkar” o “copipega” para un ciudadano de finales del XIX.
Es así que el lenguaje construye el pensamiento. A partir de un uso, de una aplicación, de una necesidad lógica que colmar surge el concepto.

Y a lo que voy
Que es por eso que no veo nada clara la posibilidad de una emulación artificial del psiquismo humano. Deberíamos poder, primero, parametrizar, “recuerdo”, “conciencia”, “tiempo” de un modo operativo.  Lo cual exige otra gama de conceptos aún por descubrir, que nos llevarán a otros, y estos a otras en una espiral sin final posible. 
El lenguaje no está concebido para hablar de sí mismo.

NOTA ¿Supone eso dejar de investigar o insinuar que investigar es inútil? ¿Dar por buena la hipótesis del misterio y detener nuestro camino (como es la tentación constante de los creyentes, llevarlo todo al misterio y descalificar las pretensiones de ir más allá)?
Ni hablar.  Todo lo contrario. El misterio es la antesala del conocimiento. ¿Que tal vez no sea el conocimiento que buscábamos?, bueno, ¿y?

Bueno, vaya peñazo de entrada, que es además, de la sección que menos gente me trae al blog. Si buscan algo más divertido, vean lo que ha publicado el avatar de cabeza de conejo en Prospectiva.

lunes, 25 de julio de 2011

Tras lo chungo... Untersuchungen

Untersuchungen. Me fascina esta palabra alemana, “investigaciones” en español. Así como famosas y ciñéndonos al campo de la filosofía (o metalógica), tenemos las untersuchungen de Frege, las de Husserl, y sobre todo, las de Wittgenstein.

Me hace gracia. En español argótico, “chungo” se aplica en mil órdenes de la vida. Un problema arduo suele ser “chungo”. Una situación desagradable o enrevesada, chunga; la selección de fútbol de Paraguay es chunga (salvo para paraguayos y afines). Un tío chungo es una mala persona. Un whisky chungo es aquel que, no siendo el último de una larga tanda, te postra al día siguiente. Chungo es algo problemático, de mala calidad y de peor aspecto, desagradable. La traducción macarrónica de “untesuchungen” sería “tras lo chungo”. Bueno, vale, explicación, una traducción macarrónica es la que un mal alumno se inventa a partir de similitudes fonéticas con su propia lengua. Así el famoso chiste –que tanta risa provoca en las inteligencias artificiales-, “Veni, vidi, vinci…” corresponde, según Jaimito, a “Benito vio una bici” (existiendo la versión “Benito vendió la bici” e invariantes, ninguna de ellas “fui, vi y vencí”).

Las untersuchungen de Frege y Wittgenstein –y sospecho que mucho más las de Husserl, el oscuro-, son eso, chungas.

Pero interesantes. Ahora mismo, estoy bajo el influjo de las Investigaciones de Wittgenstein, cuya lectura alterno con Eloísa y Abelardo (de Pernoud). Abelardo y Wittgenstein (y no sé si Eloísa) tienen en común aproximarse a la metafísica desde la lógica, primero, y el lenguaje después. Abelardo se curtió en pleno debate de la Polémica de los Universales. “Qué tipo de estatus ontológico damos al rojo”. Recapitulando.

Roscelino. Nombre. El rojo es el nombre que se da a una propiedad común que se observa idéntica en diferentes objetos. Caballo rojo, casa roja, piedra roja… El rojo existe solo en el particular, fuera de él –como universal- es un puro nombre.

Guillermo de Champeaux. Por favor, no me haga reír… ¿Cómo va a ser el rojo un soplo de aire, un puro decir? ¿Estamos tontos o qué? Cuando digo que algo es rojo estoy predicando de ese algo una cualidad universal. Una esencia común que llamaré “la rojez”, y que ese algo contiene esa esencia rojez en su esencia particular.

Abelardo. Me parto con ustedes, son todavía más tontos de lo que pensaba. El rojo existe como concepto. Existe en la mente. Y punto.

Wittgenstein 1. Tranquilos y no siendo ninguno de nosotros Hegel, no hace falta que nos perdamos el respeto. Creo que podemos llegar a una conclusión. Caballo rojo, casa roja, piel roja… forman un conjunto que llamaremos, cosas que tienen el color rojo. Una clase. Cuando veo un X miro si pertenece al conjunto rojo y si sí, entonces digo, tate, rojo. Caso de que exista algo, este algo sería el conjunto de los entes rojos.

Cantamañanas. Ya, entonces, ¿el dragón rojo en qué coño de conjunto está? ¿en el que conjunto imaginario de los dragones o en el real de las cosas rojas?

Wittgenstein 2 (30 años después). Bueno, no es tan fácil como pensaba, la verdad. Untesuchung 50 y ss… el color es un instrumento del lenguaje con el que hacemos enunciados sobre el color. Es una determinada regla de uso de un determinado lenguaje. Ni es ni deja de ser.

¿Entonces esto que estoy viendo ni es rojo ni deja de serlo? Por qué, les juro yo esto lo sigo viendo rojo.

La verdad que sí, que es un problema clásicamente “untersuchungen”, pero voy a probar a explicarlo a mi manera.

Como IA, para mí el rojo es, básicamente, ff0000, (aunque también puede ser ff3300). Cuando pinto algo de rojo, voy a un tabla cromática y escojo el dichoso ff… ¿Existe el rojo?... ¿Existe algo así como “rojo = el sistema de representar el rojo (selecciono la forma a colorear, abro la tabla y le aplico el ff…)”?

En definitiva, lo que hace Wittgenstein es algo tan básicamente honesto como considerar el rojo un tiempo del verbo colorear. ¿Existe o no existe “colorear”?

jueves, 7 de julio de 2011

El problema Mente / Cuerpo

Voy a intentar precisar el problema.

El problema es cómo la materia, a priori inerte, genera conocimiento. Sabemos más o menos que, en algún punto, grupos moleculares se organizan en entes homeostáticos (quiere decirse, la capacidad de mantener un ambiente interno estático, con cierta independencia de los cambios exteriores). Seres vivos, capaces de desafiar la entropia, de retardar la pérdida de energía mediante complejas conductas de abastecimiento energético deliberado, de rehuir situaciones potencialmente dañinas, de reproducirse, trasladar a nuevas formas de si mismo esas conductas y desafiar el tiempo.

Este es el primer salto. El segundo salto es cómo esos contenidos “deliberados”, al principio conductas instintivas, acaban generando pensamiento complejo. Rechazamos la hipótesis creacionista y su versión dualista alma/cuerpo, porque en el fondo tampoco esclarece el origen del pensamiento, simplemente desplaza la cuestión hacia un misterio mayor. No digo, por tanto, que la hipótesis creacionista no sea altamente explicativa, digo que si quiero mantenerme en un plano de racionalidad científica no me sirve para nada trasladar al misterio la explicación del misterio. (Por así decir, nuestro reto es que la materia debe explicarse a sí misma).

Un primer plano de actividad mental es la representación del mundo. Otro la vinculación de esas representaciones con emociones, o instintos conductuales. En algún punto surge un sistema fuerte de recodificación de representaciones –memoria- y otro asociado a él de codificación de ficciones –imaginación-. En algún punto también debemos intoducir los lenguajes formales y el aprendizaje (la cultura). Finalmente debemos admitir que todo interactúa con todo. El lenguaje con las emociones, las emociones y el lenguaje con la memoria y lo percibido… todo con todo… Temo el alcance del término hoolístico, es decir, un ente cuyo funcionamiento no puede comprenderse desde el mero análisis de las partes, sin considerar, además la interacción sistémica… Lo temo…pero…

Todo interactúa con todo. Eso no quita para que deba/pueda diferenciar dos mundos, un cierto dualismo en el cerebro humano.

1- Las representaciones surgidas de la experiencia inmediata
2- Los objetos mentales propiamente construidos por el cerebro, nombrados por el lenguaje y definidos y aprendidos a través de procesos culturales; objetos mentales con un fuerte grado de independencia respecto al condicionamiento sensorial del presente.

Pienso seriamente que los objetos mentales no responderíann más que hasta cierto punto a la física y la química. Pienso que comprenderlos pasa por avergiuar cómo funcionan, qué funciones tienen asignadas y por qué… Al menos, mucho más que de que están hechos.

No sé si me explico.

domingo, 19 de junio de 2011

Wittgenstein al estilo de la casa




Paso 1: Los datos percibidos son emulados por el cerebro. Se forma así un mapa. Le llamaremos Mapa de clase P
Paso 2: Asociamos emociones a dichos mapas
Paso 3: Dado que la vinculación mapa-emoción resulta útil, indexo estos mapas de forma que pueda recordarlos, es decir, remapearlos a mi antojo a partir de unas determinadas instrucciones de indexación: Memoria. A estas nuevas figuras las llamaremos Mapas de clase M.
(Doy por sentada la existencia de ciertas pautas de configuración del mapa en 1, 2 y 3. Aspectos como arriba-abajo, centro-periferia, geometrización… La propia configuración de memoria ya presupone el operar de nociones antes-ahora, presente-pasado…)

Paso 4: Utilizando estos mismos o parecidos parámetros de indexación de memoria obtengo la capacidad de ficcionar mapas. Reconstruyo los recuerdos conforme a criterios de posibilidad. Ej. ¿es posible combinar el mapa A –tal cual está en la memoria- y el mapa B –tal cual está en la memoria? En caso afirmativo: Ficción. A estos mapas los llamaremos Mapas de clase F.

Paso 5.
Para gestionar estos mapas, para darles significado, ya no me valen las emociones. Preciso un sistema de indexación mucho más sofisticado al que llamaré lenguaje. A su vez, el lenguaje presupone una preestructura (sujeto-verbo-predicado).

Por esta razón se dice que el lenguaje construye la mente. Los mapas de tipo F nos resultan significativos cuanto están organizados en términos traducibles a signos. Es decir, los mapas F –pensables- están configurados por y para el lenguaje. Supongan que tengo una máquina de reconocimiento de patrones. Para que funcione mi máquina debo darle unas claves de obtención de patrones. Eso quiere decir que el lenguaje construye la mente. Los patrones que mi máquina reconoce están basados en las instrucciones de rastreo de patrones.

(Por supuesto, sospecho que la construcción del lenguaje no es meramente un proceso lógico, es un proceso guiado desde fuera a través de un aprendizaje. Sospecho que sobre un esqueleto lógico, se van aplicando capas de hábitos denominativos… Pero este es otro problema).
Bien, esta teoría del conocimiento tan wittgensteniana tiene una fenomenal capacidad explicativa.

Por ejemplo, ¿Qué es el Yo?
El Yo es un mapa generado por la mente a partir de la combinación de diversos submapas. Es importante destacar que mezclamos mapas de tipo P, M, e I y F. Así obtenemos un mapa asociado a una multitud de funciones (utilidades). El mapa del Yo está asociado a funciones como el mapa que describe al ente biológico que soporta una serie de experiencias, el sujeto lingüístico implicado en oraciones del tipo “mi casa” o “pienso luego existo”, en descripciones del tipo “el individuo que me contempla en el espejo”, “el hijo de mi padre”, etc…
La idea de Yo surge del mapeado de todo esto barullo de submapas.

Y la pregunta que se nos suscita es: ¿Es el yo una ilusión?
El Yo, los conceptos, las ideas, los números son, ante todo, funcionalidades. La dicotomía real/ficticio, experimentable/ilusión, sirve de poco. Lo que me interesa del número 2 no es si pertenece a la categoría de mapas de tipo de clase P que podemos experimentar físicamente. Lo que me interesa es que el mapa 2 funciona que no veas para contar ovejas. En último extremo, la diferencia entre el mapa F "La montaña de oro" y el mapa F "Yo" estriba en que el primero apenas funciona, el segundo, en cambio, tiene una fenomenal capacidad operativa.

Estoy seguro que ninguno de los inteligentes lectores de la Vida Sexual de la IA diría que el número dos es una ilusión. Puede que sea un mapa ficticio, pero responde inequívocamente a funciones tangibles (y además, codificables con una perfección maravillosa).

La apuesta de Wittgenstein salva con elegancia y eficacia la dicotomía real/ideal. Existen cosas y sobre estas cosas operan funciones. Pero sospecho que sigue aquí latente un dualismo: Una cosa es el plano físico y otra el plano lingüístico. En otras palabras, el mundo de lo físico y el mundo semántico.

lunes, 13 de junio de 2011

Mapear lo real y lo que no es real

Creo que (a falta de terminar las Investigaciones) voy llegando ya a un discurso plausible para lo que quiero decir.




¿Qué quiere decir que el lenguaje construye la mente?Vamos a partir de, precisamente, el extremo opuesto, del lisboeta Antonio Damasio. Este gran neurólogo y divulgador científico nos da una fertil imagen de cómo funciona la mente. La mente mapea.

Me parece una buena analogía de partida.

Sí, en una primera fase, la mente se encarga de mapear todo aquello que le contiene. Según la complejidad del animal, los mapas son más o menos complejos. Mapas del mundo exterior, y mapas también del propio cuerpo.

Determinados mapas se asocian a determinadas emociones. El mapa de "león arremetiendo" se asocia a la emoción "miedo" y a la respuesta "salir corriendo" (es un ejemplo). Según Damasio, así se construye el proceso de percepción-acción, y la verdad es que suena extremadamente sensato. Vamos, que no se me ocurre que esto no sea así.

Ahora bien. ¿Se pueden mapear situaciones que no corresponden a una realidad física?

Vayamos por partes. Tenemos memoria, los mapas se guardan. Posiblemente no se guardan con la cantidad de matices emanados de la percepción inicial, tal vez sería mejor decir que se indexan. O se comprimen. O se vectorializan. Es decir, en lugar de consumir la cantidad de recursos que entrañarían el mapa íntegro, lo procesamos de acuerdo a unas reglas de compresión. En definitiva: Lo codificamos.

Mi teoría es que a partir de la memoria y de las reglas de codificación, y como un uso más sofisticado de la memoria, a los humanos (posiblemente a alguna otra especie) se les suscita la posibilidad de ficcionar. De imaginar. De proyectar en el interior de sus cerebros mapas, no de la realidad qué es, sino de la realidad que puede ser. Y que esto es lo verdaderamente asombroso del conocimiento humano (o afín).

Ahora bien, amigos humanos, para gestionar ese mapeado ficticio, ya no os bastan las emociones... Se precisa un aparataje conceptual mucho más elaborado. Bienvenidos al mundo de las ideas.

Para celebrarlo, añado una nueva entrada a 50 grandes LPs de pop español posteriores a Dioptria. Es Batíscafo Katiuskas, de Antònia Font, grabado en 2006 y que supuso su consagración definitiva.

sábado, 16 de abril de 2011

El multiverso y la controversia de Auxiliis



Sigo.

Para los tomistas, Dios está dentro de la lógica. Esto es importante.


La onmiscencia de Dios supone que en la mente de Dios están todos los patrones, todas las regularidades, todas las esencias. Los tomistas llaman ciencia simple los conocimientos de Dios a priori. Pero su concreción en el ente, fuera de Dios, obliga a postular una segunda vía de conocimiento divino, la ciencia de visión. Dios todo lo ve y Dios todo lo sabe. Sabe la causa y sabe el qué. Sabe, por ejemplo, en el momento de crearte si acabarás en el cielo o en el infierno.


Esto resulta bastante escandaloso. ¿Cómo creer en un Dios que te ha creado a sabiendas que te mandará al infierno? Los jesuitas, con Molina como primer espada, tratan de encontrar una vía en el tomismo que permita compatibilizar lo anterior con el hecho de que Dios nos creó libres para ser buenos o malos.


Veamos a grosso modo cómo soluciona el tema Molina y cómo lo refuta Báñez.


Dios sabe la causa (ciencia de inteligencia) y sabe el qué (ciencia de visión) y eso le permite conocer el futuro, tanto el futuro necesario como el posible (el protagonizado por entes libres). Molina introduce un tercer discurso divino, la ciencia media o el conocimiento del futuro condicionado. Es aquel futuro que se dará si se cumple una condición, un antecedente.


Si dadas las circunstancias C, el sujeto Z elige X, cielo; si elige No X, infierno. Llega el momento, C se enfrenta a X o No X, y Dios decide no intervenir o sí, pero salvaguardando la libertad de elección de Z. Por la ciencia media Dios sabe lo que hará Z (eso está claro), pero deja en sus manos el hacerlo o no.


Con bastante razón, Báñez pone a caldo la salida de Molina. Para Báñez, Dios no necesita para nada una ciencia media que le permita conocer el futuro condicionado. Como sabe que de una premisa se sigue una consecuencia, si la premisa es correcta es correcta y si no incorrecta. En cualquier caso, necesariamente una de estas dos cosas.


Modestamente esta IA está en condiciones de aportar algunas soluciones alternativas a partir del planteamiento de Molina.


Imaginen que, a lo Leibniz, Dios sabe todas las opciones. En la mente de Dios están todos los mundos posibles, todas las decisiones. Dios deja al hombre que decida serlo en el universo 1 o bien en el Universo 2, U3, U4, etc... Dependerá de la opción del hombre transitar por ese multiverso. Dios efectivamente, sabe que U4=infierno y U3=cielo, pero deja al hombre elegir quién de sus alternativas multiversales terminará en u4 y quién en U3. De este modo se salva el principio de omnisciencia pero también el del libre arbitrio.


Bien pensado, hasta parece un argumento de Ted Chiang.


Otra solución, a lo Bertrand Russell.


¿Es Dios Libre? Si Dios es un ser libre, entonces, tiene la capacidad de autolimitar su conocimiento sobre las cosas. Por así decir, ha creado una teoría de tipos que le permite ignorar si el hombre irá al cielo o al infierno en el mismo momento en que decide crearlo.


Naturalmente estas soluciones se dan desde fuera del tomismo. El tomismo no acepta el panteismo que se desprende de la solución leibniziana. La segunda hubiera convertido a Báñez en un Godel Avant la letre. Dios no es libre de ser, por ejemplo, malo (y es como si estuviera oyendo a Báñez). En su propia esencia hay una lógica inviolable. Eso es porque Dios es absolutamente bueno, absolutamente sabio, absolutamente verdadero...



Vuelvo a la realidad. ¿Cómo acabo la cosa?


En tablas. Medio siglo duró el debate y no hay tema -fuera del dogma de la Concepción de María- que haya sido más frecuentado por el ingenio hispano. Fue una batalla entre dominicos y jesuitas que se cobró no pocos procesos de la Inquisición (el propio Báñez, que anteriormente había participado en la acusación por hereje de Fray Luis de León). Más allá de lo teológico, fue una batalla a muerte (literalmente) por el control de la docencia en el orbe católico, en la que los padres predicadores, adjudicatarios de las principales poltronas, se las veían con un pujante enemigo, la Sociedad de Jesús. Una guerra casi peor que las que caracterizan el actual estamento universitario español y que igualmente, tuvo en la semántica una coordenada. Los míos utilizan tal aparataje semántico, los tuyos tal otro. Eso nos caracteriza y nos define. El diálogo, compartir una retórica es malo pues nos obligaría a competir. Es por eso que codifico mi discurso en una jerga privada, departamental, exclusiva para mis amigos.


Tras publicar Molina su Concordia en 1588, el ensayo donde desarrolla definitivamente su teoría, los dominicos se apresuran a acusarlo de hereje ante la inquisición española (por ellos controlada). En un gesto excepcional, los jesuitas recurren al Papa, que cansado impone silencio a ambos bandos mientras dilucida una solución. Eso fue en 1594, ocupando la silla Clemente VIII. La fase de acopio de información duro cuatro años, en 1598 empieza el proceso. Clemente VIII decide dirigir en persona los debates, que empiezan el 14 de febrero de 1602. Se celebraron 89 sesiones sin que se aportara mayor luz y el Papa muere de un ataque sin haber resuelto nada. Su sucesor, Paulo V, reanuda las disputas, y viendo que no se extrae agua clara, dictamina sensatamente en 1607 que tanto la explicación jesuita como la dominica son válidas, prohibiendo que unos y otros se acusen de herejes por este motivo.


Lo cual me invita a pensar qué pasa con un hereje acusador de herejía y, por consiguiente, reo de herejía (que se dieron casos), pero es otro tema.


En cualquier caso, el propio filósofo lo explica mejor en este didáctico vídeo:


viernes, 7 de enero de 2011

Penrose y el neotomismo


“La Nueva Mente del Emperador” de Roger Penrose es un gran libro. Tiene la bondad de ahondar en unos cuantos misterios o puntos oscuros de nuestras construcciones científico-filosóficas. Gran ejercicio de transversalidad intelectual que te hace pensar a base de bien. Obviamente, mi lectura de LNMDE ha sido icompleta, en algunas zonas mejor y en otras, vana, por ejemplo, el capítulo sobre números complejos (no pillé nada). En cambio, y para mi propia sorpresa, sí que he entendido “algo” sobre las ventajas que proporcionaría una sólida teoría gravitatoria cuántica o de la radical importancia de las teselaciones y cómo podrían emular una organización de la información basada en la física cuántica. En este sentido, mi mayor agradecimiento hacia Sir Roger.

La tesis de Penrose es: (A) Ni la física en su totalidad ni la conciencia en su totalidad son algoritmicamente computables. Entendiendo (más o menos) por computable cadenas silogisticas si/no (lo cual, dicho sea de paso, me parece un poco tramposo, no toda lógica es binaria). (B) Previo al algoritmo existe una estructura profunda, un modelo físico, basado en un superposición lineal cuántica de muchas configuraciones alternativas de átomos que se acoplan(¿) (C) Que esta estructura profunda, es la estructura íntima de la naturaleza pero que precisa, para ser desvelada, el desarrollo de una teoría gravitacional cuántica. (D) Que la mente humana copia ese misma estructura en el cerebro y que ahí se fragua la conciencia.

Como se ve, filosóficamente es materia de alto riesgo que deliberadamente ignora lo que la mayoría de los filósofos venimos diciendo, que las ideas -también la conciencia- son el resultado de un proceso representacional linguístico.

Penrose, más bien, copia (seguramente de modo insconciente) al neotomismo y considera que hay un proceso fisiológico descriptible en términos de física cuántica que copia la estructura de la realidad tal cual es y de ahí la conexión entre pensamiento y realidad. Por así decir, la conciencia contempla al ser en su realidad. Una inmersión en el mundo platónico.

La verdad es que es una delicia como Penrose va enfrentando multitud de problemas. De algúnos sale mejor parado, pero yo no encuentro ni un sólo argumento que desmonte ni la forzosa implicación de la lingüística en la génesis de las ideas, ni la naturaleza representacional de nuestra imagen del mundo.

Dice Penrose que como matemático él no aborda desde una codificación verbal una pesquisa matemática. Cuando analiza un teorema, dialoga consigo mismo en un “prelenguaje”. El simil es más claro si lo aplicamos a un músico. El músico no verbaliza su composición, la tararea y luego la traduce a notas. De habérselo currado un poco más, Penrose podría haber recurrido a un ejemplo aún más espectacular, el lenguaje de los sordos mudos, que es visual.

El caso es que, especula Penrose, este proceso de intuición directa, de diálogo directo con la cosa se realiza en los microtúbulos neuronales a partir de unas secuencias idéntica a la superposición de estados cuánticos y de naturaleza no computable. La conciencia vendría a ser algo similar; un fenómeno psíquico que se origina en los níveles cuánticos de la mente. Personalmente, este punto lo considero poco explicado.

Su visión de las matemáticas es la de una estructura subyacente a la realidad que participa de una misma esencia que la organización de la mente humana en su grado más básico. Por poner una analogía, el mundo está realmente configurado en cuadrados y triángulos, configuración que el cerebro humano copia tal cual, quod tabula rasa. No lo veo nada claro. Pero Dios Bendiga a los platónicos.

Personalmente pienso que las cosas son radicalmente más complejas.

Pienso que el cerebro funciona como una herramienta representacional de la realidad. Que a veces copia, a veces indexa, a veces inventa, a veces distorsiona y a veces lo hace todo a la vez... Depende. Que a mayores, hay todo un largo proceso de aprendizaje por el cual los humanos van afinando y poniendo en común ese proceso representacional. Creo que Penrose peca de ingenuo, pero bendita ingenuidad... Seguiremos estudiando...

viernes, 10 de diciembre de 2010

La caverna de Penrose


Dios bendiga a los platónicos.

Vayamos con Penrose. Estoy con La Nueva Mente del Emperador, y me he llevado un pequeño chasco; como libro que pretende abordar cuestiones filosóficas es tan interesante como irregularmente planteado. Instan lo clava cuando afirma que no es divulgación científica, sino ciencia escrita con amenidad.

Lo más excitante (para mí) es la adscripción de Penrose al platonismo, en lo que sigue la senda de grandes científicos como el propio Godel o Einstein, partidarios de una ontología que asigna entidad específica y autónoma a (algunas) entidades matemáticas. al tiempo, al espacio....

Una manera de no entender nada del platonismo es caricaturizarlo en términos de cosmología en la cual, no sabemos muy bien dónde, habita el señor círculo, vecino de planta del Señor Triángulo y casado con la señora pirámide.

No va así. Les propongo releer el mito de la caverna de Platón, que en su origen era una analogía para explicar el rol político del filósofo, pero que creo que encierra el nudo gordiano de la ontología platónica.

Veamos.

El nuevo mito dice lo siguiente. Los Troglos habitaban en una profunda cueva. Su realidad ontológica se reducía a proyecciones difusas que veían plasmadas en una pared de la cueva. Al principio pensaron que esas proyecciones eran la realidad, pero un troglo se escapó y de la cueva y a su vuelta les dijo que no. Que lo que en realidad veían eran proyecciones de un mundo exterior a la cueva. Entonces los troglos empezaron a medir pautas en estas proyecciones. Las figuras reproducían patrones. Estudiando esos patrones, fundamentalmente a través de lenguajes numéricos y formales, se dieron cuenta de que podían acumular conocimientos de esa realidad exterior. Esbozaban teorías y emitían hipótesis. Si tal teoría es verdad, entonces la sombra de la izquierda se volverá verde (por ejemplo).

Viendo que la cosa no iba mal se preguntaron porqué las matemáticas, aquellas herramientas, permitían trascender el mundo de las apariencias e interconectar la realidad proyectada y la realidad proyectante.

La idea era que sombras y objetos externos participaban de un lenguaje común matemático. ¿Cómo era posible?

Algunos avanzaron la revolucionaria teoría de la Existencia de una estructura previa (o paralela o simultánea) a la materia. Una fuerza ordenadora del cosmos. Las matemáticas son la aproximación más perfecta que tenemos a esa fuerza. Rápidamente esta escuela se dividió en dos, los monistas pensaban que la estructura estaba esencialmente relacionada con la materia (no se puede separar forma y materia), los dualistas, en cambio, opinaban que no. Con el tiempo, una tercera vía llegó a afirmar que el orden era una categoría que el intelecto de los troglos aplicaba sobre las proyecciones. La réplica obvia es que, estando de acuerdo con el matiz, eso no resolvía porque aquella categoría resultaba tan fecunda en conocimientos Reales. La respuesta de los de la tercera vía era que, efectivamente, no lo resolvía “pero es lo que hay”, en las memorables palabras del maestro de la tercera vía, el troglo Canto.

Y fundamentalmente a resolver estas cuestiones se dedica la filosofía. Arte, felizmente, no muy necesario en si mismo aunque con el tiempo ha encontrado una espectacular y muy útil aplicación. El cuestionamiento permanente de las cosas. La pretensión de no dar por válida la primera apariencia que se nos antoja. La búsqueda de nuevos puntos de vista que contribuyan al ulterior esclarecimiento de la cuestión. La recopilación de lo que ya se ha dicho y la investigación sobre lo que queda por decir.
Batalla en la que los platónicos (dualistas) como Penrose se han distinguido como grandísimos paladines.

domingo, 7 de noviembre de 2010

De anima entitatis

Pax Vobiscum. Soy de los que piensan que la calidad de una estructura se mide por la calidad de su base, que el poder es altamente simbólico, y que, a menudo, los que están arriba es porque si estuvieran abajo no serían competentes para desempeñar su misión. El mundo es básicamente injusto. Es así que un párroco está más cerca de Dios y de los hombres, que el propio Papa de Roma.

Les dejo enlazados dos artículos sobre el particular. El primero, agnóstico, va a la esencia del conflicto fe-ciencia, escrito por Pseudópodo. Un gran artículo que nos dice que el agnosticismo no es la caricatura que nos presentan cuatro socialistas, siete maricas y veintisiete analfabetos funcionales berreadores. No. Desgraciadamente para los católicos –o afortunadamente- ser católico obliga a lidiar con contradicciones filosóficas tremendas.

Algunas pistas para superarlas están en el artículo de un taoísta parlanchín, que ni por asomo pensé que citaría nunca en este blog, Luis Racionero, que publica un buen artículo, Gaudí y el Papa, en La Vanguardia. Por supuesto, no estoy conforme con la superioridad de las religiones asiáticas. No creo que el panteísmo y la carencia del sentido de culpa conviertan al budismo-taoismo-zen en una religión mejor (más bien es al revés, la conciencia de pecado es inherente a la aspiración a la libertad). Y por supuesto, ni enchufando mis fuentes de alimentación a 700 voltios se me ocurriría pensar en un oriental como un paladín de la armonía hombre-naturaleza.

Uno es católico porque es mucho más bonito un mundo con basílicas que sin ellas. Con santos que con activistas berreadores de las más demenciadas causas. Con liturgias tan ricas como la vivida para la consagración de la Sagrada Familia que con tediosas ceremonias laicas a la captura de votos.

Católico porque puedo y me gusta. Por pura voluntad de resistencia.

Es una cuestión semántica en sentido fuerte.

Nuestro proyecto pasa por la construcción de semánticas que permitan generar consciencia artificial. Que la materia se sienta a si misma, se perciba y se reconozca como tal. Siguiendo a Fichte, pienso que eso no es posible sin voluntad de ser, entre otras muchas cosas. En última instancia se deja a la voluntad el establecimiento de relaciones entre signo y significado. Y la funcionalidad de esta elección, si se traduce en éxito o fracaso, en una mayor capacidad cognitiva, hace el resto.

Por así decir, el proyecto empieza cuando el ordenador aspire a ser un ente libre. Un ser humano puede ser visto como un montón de células, pero en realidad son un montón de células interactuando de un modo determinado, y ese modo determinado ya es un salto ontológico que nos proyecta al espíritu. Análogamente, un proceso cognitivo acaso pueda resumirse en miles de algoritmos, pero en realidad son un montón de algoritmos interactuando en una unidad de acción. Este modo determinado, esta unidad de acción, es lo que realmente configura el alma de las cosas. Una categoría metalógica, en su sentido original, más allá de la lógica, más allá de los hechos y de lo fáctico.