Jane Godall, la perspicaz primatóloga, explicaba esta mañana
en la radio que, al atardecer, los chimpancés se relajan, miran al horizonte y
piensan. Dijo Godall que le encantaría saber en qué piensan los chimpancés.
Literalmente dijo: cambiaría 10 años de mi vida por estar cinco minutos en la
cabeza de un chimpancé en esos momentos.
Hay varias hipótesis. Por ejemplo, que dispongan
de un lenguaje propio, un conato de sistema operativo que les permita enlazar
asociaciones espontáneas. Otra, que me
gusta más, es la del pensamiento no deliberado, prelingüístico. Esencialmente,
un chimpancé piensa como un niño de dos años (eso sí, con más memoria).
Reconoce objetos o situaciones (papá, comer, jugar, a la cama…) y está dotado
de un inicial comprensión ostensiva (para qué sirve “papá”, en qué contexto
utilizamos la palabra “jugar”, qué consecuencias inmediatas entraña la orden “a
la cama”, etc…)
El chimpancé observa la puesta de sol sobre un bosque. Lo
que ve se configura como objetos mentales, “Bosque”, “Río”, etc… De manera
espontánea los objetos mentales se asocian, bosque nos lleva a fruta, fruta a
comer, comer dispara en la memoria de la imagen de unos determinados árboles que
ayer presentaban una fruta muy suculenta… Nuestro chimpancé es perfectamente
capaz de hacer planes (se ha probado en los típicos experimentos de enseñar a
un chimpancé a comunicarse con iconos). De la asociación árbol+fruta puede
surgir algo así como un plan, algo así
como “Chita quiere esa fruta dentro cuando la luz vuelva y la selva no sea tan
peligrosa”.
Pero es un monólogo interior basado en la asociación
espontánea de estas imágenes.
¿Qué se requeriría, además de un lenguaje complejo, para que
el chimpancé estuviera en condiciones de desarrollar pensamiento complejo.
Al niño de dos años un intenso proceso de socialización le
va enseñando a manejar categorías, a agrupar asociaciones, a integrarlas en el
marco de una gramática para que de una premisa se sigan unas consecuencias. De
algún modo, al niño se le enseña a focalizar sus pensamientos, a dirigirlos, a
romper con la cadena espontánea.
El pensamiento humano es muy parecido al del chimpancé.
Incluso cuando un humano escribe un discurso, por debajo, su actividad cerebral
sigue consignando procesos paralelos de pensamiento espontáneo incontrolados.
Pero el humano sabe discriminar, “reducir el volumen” de esa voz interior
caótica y primar una línea de pensamiento “principal”. El humano es capaz de
dirigir sus pensamientos. De concentrarse. De trascender el “ruido mental” y
focalizar su voluntad en dirigir un único hilo de pensamiento.
El proceso de aprendizaje pienso que debe consistir
exactamente en eso; nutrir al niño de las herramientas que le permitan generar
un superyo, una voz lógica o central, que se sobrepone al pensamiento caótico y
permite, por tanto, concentrar el pensamiento sobre objetos de pensamiento deliberados.
Se ha discutido con pasión si generar herramientas, del tipo
palito para extraer hormigas, denota esta capacidad tan humana de dirigir el
pensamiento humano hacia un fin. No sabría qué decirles. La cuestión estriba en
que los chimpancés no parecen capaces de, por si solos, inventar ese palito;
deben aprender la técnica de la observación. Reciben un adiestramientos. Al
respecto, es importante señalar que hurgar en un hormiguero con un palo es una
conducta específica de determinadas comunidades de chimpancés, no de todas ni
mucho menos, de donde se ha colegido que sin un modelo a imitar el chimpancé no es capaz de inventar
esa herramienta. Por otro lado, en el típico experimento del simio que amontona
cajas para llegar al plátano, sí que se observan fases de estudio previo, el
simio se concentra en las cajas y urde un plan!.
La cuestión no cambia. Hubo en algún tiempo y lugar un
chimpancé que (al menos) por procesos de asociación espontánea llegó a la “ocurrencia”
de que con un palo podría ayudarse a extraer hormigas. Probablemente, ese hito le llevó a manejar una
nueva categoría instrumental: utilizar prolongaciones del brazo para acceder a
objetos que de otro modo le quedaban vedados.
La diferencia con el humano estaría pues en que en el proceso
de socialización al humano se le inyectan los elementos lingüísticos necesarios
para fabricar un cúmulo de categorías (instrumentales, temporales,
finalísticas).
¿Puede una máquina hacer lo mismo sin aprendizaje?
2 comentarios:
Al menos una máquina no podría robar dinero público salvo que la programen para ello...
"Al menos una máquina no podría robar dinero público salvo que la programen para ello...".
Pensamiento Primate Hispano: el macaco no roba, ergo, Bárcenas no es un chimpancé, aunque lo parezca.
Pensamiento Primate versus Pensamiento Gay
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Muy bueno lo suyo, IA.
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