domingo, 1 de agosto de 2010

Dactilosema

No es el sitio ni el momento, pero vaya por delante que lo de Cuba me parece el triste resultado de la pesadilla de un ególatra. Dicho esto, tampoco es que en China estén tan bien (y nadie les bloquea, viene a decir el artículo 1 del Derecho Internacional: “los chinos pueden hacer lo que les salga de la punta del rabo”). Dicho esto. Que a veces, lo peor del castrismo (el nombre es ni que pintado) son los castristas como el actor este, Willy Toledo, que mucho llenarse la boca con lo guay que es Cuba y si viviera allí, y Willy lo sabe, debería invertir 15 horas al día en lamerle el culo a un gilipollas para que le asignara a la representación del "clásico": Martí y la Emergencia de la Consciencia de Clase de un Cubano (texto acotado por el caudillo). Ahora que si a Willy no le importa… Sarna con gusto…

No. Esto no va de Cuba. Va de lingüística gestual.
En un reciente acto en pro de la democracia, Aznar concluyó al grito de Cuba Libre y formando la letra “L” con el pulgar y el índice. Es la moda de dactilosema, dícese, de una composición gestual elaborada con una o dos manos asociada a un significado. En este caso, cuando uno profiera Cuba Libre y se marca el gesto, no está pidiendo un cubata bien cargado, está publicitando su animadversión al régimen castrista.


De idéntico modo, si en un contexto político alguien dobla el índice y se lo coloca sobre la ceja, en realidad está desarrollando una chistosa (si ello es posible) proclamación de afinidad con Zapatero.

Me cuentan que en Argentina, los partidarios de que Maradona dirija la selección de fútbol, en porteño, rija los destinos de la nacional, han adoptado el dactilosema consistente en cerrar el puño y llevárselo a la boca haciendo como una “o” con los labios e hinchando el carrillo derecho o el izquierdo (no los dos a la vez). La decodificación estándar viene a ser “que la sigan chupando”.

En España, el ministerio de Igualdad (si tal cosa es posible) se ha gastado una barbaridad de dinero en una variante del dactilosema. Se trata de mostrar una tarjeta roja. Aclaración importante, hay que asumir una mueca adusta. Si uno se retrata con lo de la tarjetita y cara de guasa, que no se extrañe si se queda sin subvención o no cobra por el posado.

No sé qué pensar.

Puede ser una nueva prueba de la banalización del pensamiento. Puede ser una revolución en la semiótica política. Habida cuenta de la importancia creciente del lenguaje no verbal para la seducción de la masa, prescindamos definitivamente del logos. Mensajes cortos, fáciles y convincentes.

Me consta que Rajoy ya está ensayando su dactilosema de campaña. ¿Gestualizar unos anteojos? ¿Encogerse los hombros en señal de puede que sí puede que no?
Así, sin pensar, se me ocurre uno para la campaña de Rajoy con la dificultad añadida de formar un bidactilosema. Tiene la virtualidad de que va añadiendo complejidad el significante…


Supongo que, con algo de experiencia, los políticos llegarán a dactilosemas densos, que encierren significados del tipo “Reglamento técnico para la instalación de elementos móviles verticales en el Taller Mecánico, parte primera”. Puede que hasta los filósofos nos acostumbremos a esta nueva manera, tan mediática, de articular opiniones.
Por ejemplo, en lugar de ponerse a redactar tochos tipo el Ensayo sobre el Entendimiento Humano, se abordarían colecciones de fotos. Lo que le dice Hume a Descartes:



Y bueno, ya que estamos (y antes de meterme de lleno con Ilsa la Hiena del Harén y el obipso Berkeley) una pregunta que no debería dejar a Chomsky conciliar el sueño.
¿En qué idioma piensan los sordomudos?
Prometo volver sobre el asunto.

3 comentarios:

Sr. IA dijo...

banalidad, de banana.

Javier López-Escobar dijo...

" Tiene la virtualidad..." de virtual, no de virtud :)

Jesús Garrido dijo...

perdón, llegué por accidente, estaba hablando con mi amiga cuando un mosquito se ha detenido en la pantalla de mi móvil, echaré un vistazo a tu blog, [el mosquito ha muerto, lo he chafao]