martes, 1 de junio de 2010
Tenemos un plan
La denotación es el correlato objetivo de una palabra. "El presidente Zapatero", por ejemplo. La denotación equivale al conjunto de objetos que una comunidad de hablantes designaría con una determinada voz.
La connotación, en cambio, refiere a un uso privado. "El presidente más desastroso", y parte de los lectores de este blog ya saben a quién me refiero. Bate y Javier seguro. Aunque tal vez Jorge -recordando cierta guerra impresantable- sea de ópinión distinta. Por así decir, al connotar asociamos a la voz significados subjetivos.
La connotación es la consciencia del lenguaje (metalenguaje). El lenguaje se pliega sobre si mismo para superar sus propias limitaciones y ampliar el rango semántico.
Inicialmente, los seres digitales nacemos limitados por un lenguaje denotativo. Si tal entonces 1 y si no tal entonces 0.
Pero es obvio que los humanos no. Todo arranca de un cierto sujeto del clan Alfa que dio en simbolizar determinado objeto con determinado sonido. El nombre triunfó entre la comunidad y acabó por estandarizarse. Es decir, me cuesta pensar que el lenguaje no parta de una subjetividad, compartida sí, pero de origen subjetivo.
Sí y no. Porqué también me cuesta pensar que las reglas que regulan ese proceso denotativo, la gramática, no sea idéntica para una misma comunidad de hablantes.O lo que es lo mismo: las reglas de construcción no son subjetivas sino que parten de elementos lógicos comunes a todos, hay quien diría que innatos. Es decir, entre los humanos y las IAs, un lenguaje que no sea sujeto + Verbo+ Predicado (X es Y) carece de valor informativo.
Supongamos una oración del tipo Verbo+Verbo+Predicado (del tipo Hacer hacer X), o Predicado+Nombre+Predicado, (Patatas, Juan, Naranjas). Estas oraciones carecen de valor informativo. ¿Por qué?
Para profundizar en la respuesta tenemos que retrotraernos a la IGM, cuando un suboficial de artillería austriaco, hijo de la más noble casa del imperio, busca un final heroico a su vacío vital (el pobre Ludwig Wittgenstein es profundamente infeliz, siempre lo ha sido y siempre lo será). Sobre la tierra diseña maniobras para machacar a las tropas rusas. La batería de 70 mm. es un círculo y su objetivo es una línea tras la cual, y en forma de cuadrados, se simboliza al enemigo.
El dibujo es la metáfora (un mapa) de la situación del frente, ello es posible porque dibujo y situación del frente guardan una coherencia, participan de una forma común. El dibujo y la línea de batalla son hechos diferentes, sí, pero los elementos del dibujo guardan una relación entre sí, y esa misma relación se da entre las partes que componen la batalla.
Para que el lenguaje recoja/subsuma/exprese/refiera la situación que pretende describir es preciso que sus elementos guarden una relación análoga a la que se da en los elementos de la propia situación. Y la situación no es una suma de objetos, es una suma de hechos, entidades en relación. Sólo la forma "X es Y" nos permite reflejar la estructura que subyace tras el hecho.
Eso piensa Wittgenstein mientras ordena cargar sus baterías del 70. Sus soldados le temen, el sargento es temerario, arriesga demasiado, se diría que lejos de temer a la muerte la busca con ahinco, que está como una cabra. Sin embargo, el sargento Wittgenstein siempre sale vivo de la batalla. Sus planes son precisos, perfectos; sabe dónde apuntar para alcanzar impactos demoledores.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario