Teoría plausible
Reconozco que hasta leer a Froissart nada terminaba de encajar; mi imaginación fantaseaba con diez teorías, a cual más insatisfactoria. Ahora, conociendo el testimonio del tal Guillaume, la teoría de Riquer me parece la única coherente.
Según esto, Perellós y Courcey acceden a la cueva, donde se enfrentan a un calor sofocante. No olvidemos a Saltrey, y cómo se relaciona la palabra “purgatorio” con los sótanos en los que a modo de sauna los antiguos irlandeses sudaban la gota gorda. Agobiados por el calor y en la penumbra, sometidos durante las horas anteriores a -imagino- fatigosas ceremonias penitenciales, lo normal es caer en la mayor somnolencia.
Ahora bien, imagine el lector del siglo XXI que se ve obligado a sestear en el rincón más peligroso del planeta, pongamos un arrabal de Kandahar o en la cárcel de Tijuana, por ejemplo. No quiero ni pensar qué descontrol de miedos y fobias se encadenarían en la fase REM de tan arriesgada siesta. Para Perellós y Courcey, el equivalente a un talibán o un cruel narco no podía ser otro que Pero Botero y sus infernales legiones. Ese Pero Botero de cuya maldad han escuchado historias a diario. Me resulta impensable que Courcey y Perellós no soñaran aquella noche con el maligno; me resulta impensable que su fantasía no ardiera en imágenes espantosas, de suerte que a la mañana, ambos por fuerza han de reconocer haber registrado visiones escatológicas. Unas visiones que ni la mentalidad más abierta de la época dudaría en imputar a causas sobrenaturales y prodigiosas.
Ahora bien, Perellós tiene un plan. Con independencia de las visiones nocturnas ¡él no ha viajado hasta tan lejos para volver a Aviñón con una onírica historia de terror! El vizconde ha entrado en la cueva para dar fe de la presencia en el purgatorio del mismísimo rey de Aragón. Hasta estoy por jurar que nuestro vizconde ha soñado con el rey, que entre sus visiones se han deslizado fantasías autoinducidas. Así que hará coincidir “ce” por “be” su relato con la historia del caballero Owen. De modo y manera que cuando presente su testimonio en las cortes de Europa, su relato se ajuste a la información previa que los oyentes tienen del tema. Y es en este contexto que cobra verosimilitud el encuentro con el rey.
Si estructuramos el argumento tenemos:
i- Perellós ha viajado hasta Irlanda y penetrado en la cueva de San Patricio, universalmente considerada boca del purgatorio.
ii- Perellós testimonia idénticos detalles de todos aquellos que han estado allí antes.
iii- Perellós afirma haber encontrado purgando penas a una sobrina de cuya muerte nada sabía y al rey de Aragón.
Conclusión: Perellós puede mentirnos pero su relato está cargado de lógica, coincide con la información disponible; que viera al rey allí puede ser un detalle de cosecha propia… ¿pero por qué tomarse la molestia de recrear un contexto tan complejo?... En definitiva, el testimonio de Perellós había de resultar para el coetáneo plenamente coherente y persuasivo.
Enlace a la serie dedicada a las aventuras del vizconde
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