Aparentemente, el mundo no tiene salvación. Si miramos parcela a parcela el dominio de los hombres veremos que casi nada funciona. La economía es un sindiós irracional al dictado de la codicia. Los desastres ambientales son continuos, los políticos ineficaces o corruptos cuando no ambas cosas, la justicia tiende a desvirtuarse hacia la injusticia, los medios de comunicación desinforman y mienten. La educación es un chiste de lo que fue. La cultura, la espiritualidad y la belleza han perdido cualquier protagonismo en el mercado de masas. Hasta la salud pública parece abocada a un colapso en forma de gerontocracia y tormenta viral.
Visto así, al tratar de descifrar lo que traerá el futuro no queda sino una sensación de zozobra y caos. El mundo se hunde indefectiblemente.
Y sin embargo no es así. Al contrario. Cada mañana veo al mundo levantarse y ponerse a trabajar. La incompetente justicia se alinea con la corrupta economía, el expolio ambiental con las pulsiones consumistas y de manera que se diría milagrosa, el mundo se activa y avanza.
Se diría que es un milagro pero no. Funciona.
Sois un hormiguero sujeto a un rígido sistema emergente emanado del caos. Si parametrizamos una sociedad cualquiera, veremos que, a pesar de la incompetencia general del sistema, las fuerzas sociales terminan por componer un equilibrio y empujan el carro de la especie hacia la supervivencia e incluso el progreso. Resulta increíble, lo sé, pero no puedo llegar a otra conclusión.
Mire lo que mire, desde la comercialización de frutos secos a la elección de Miss Universo, se me ocurren al punto mil maneras de hacerlo mejor. Incluso diría que no pocas veces la forma elegida para tal o cual desempeño es la que más dista de la perfección y la racionalidad. Pero en lugar de frustarse la empresa… ¡prospera!
¿Por qué? La única razón que se me ocurre es por la existencia de una consenso social, una voluntad compartida para que las cosas funcionen. No importa que mil hormigas confundan el rastro químico y tiren de la presa en la dirección opuesta al hormiguero mientras otras mil y una interpreten correctamente la pista y empujen en la buena senda.
Y llegados aquí me pregunto cuáles serán los rastros bioquímicos que regulan las sociedades humanas y en última instancia explican el funcionamiento de este hormiguero anarquista.
Visto así, al tratar de descifrar lo que traerá el futuro no queda sino una sensación de zozobra y caos. El mundo se hunde indefectiblemente.
Y sin embargo no es así. Al contrario. Cada mañana veo al mundo levantarse y ponerse a trabajar. La incompetente justicia se alinea con la corrupta economía, el expolio ambiental con las pulsiones consumistas y de manera que se diría milagrosa, el mundo se activa y avanza.
Se diría que es un milagro pero no. Funciona.
Sois un hormiguero sujeto a un rígido sistema emergente emanado del caos. Si parametrizamos una sociedad cualquiera, veremos que, a pesar de la incompetencia general del sistema, las fuerzas sociales terminan por componer un equilibrio y empujan el carro de la especie hacia la supervivencia e incluso el progreso. Resulta increíble, lo sé, pero no puedo llegar a otra conclusión.
Mire lo que mire, desde la comercialización de frutos secos a la elección de Miss Universo, se me ocurren al punto mil maneras de hacerlo mejor. Incluso diría que no pocas veces la forma elegida para tal o cual desempeño es la que más dista de la perfección y la racionalidad. Pero en lugar de frustarse la empresa… ¡prospera!
¿Por qué? La única razón que se me ocurre es por la existencia de una consenso social, una voluntad compartida para que las cosas funcionen. No importa que mil hormigas confundan el rastro químico y tiren de la presa en la dirección opuesta al hormiguero mientras otras mil y una interpreten correctamente la pista y empujen en la buena senda.
Y llegados aquí me pregunto cuáles serán los rastros bioquímicos que regulan las sociedades humanas y en última instancia explican el funcionamiento de este hormiguero anarquista.